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Miércoles, 28 Junio 2017 16:31

“Otra vez Iván Gallo apunta en dirección errada”

Escrito por  Gabriel Ángel

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“Otra vez Iván Gallo apunta en dirección errada”

Lo cortés no quita lo valiente. Estrechar la mano al Presidente Santos en un acto como el del pasado 27 de junio fue un gesto de hidalguía


Supongo que Iván Gallo pretende provocar, como es usual en él, para que la reacción a su nota lo eleve a la categoría de personaje polémico, que no tiene pelos en la lengua para decirle la verdad en su cara a quien sea, un poco como Fernando Vallejo, que sale orondo de los escenarios donde se presenta a insultar, convencido de que su petulancia tiene más relevancia que la verdad.

Pensé tres veces antes de responderle. Quizás era mejor guardar silencio frente a la sarta de necedades y sandeces que deposita en su columna de Las2Orillas. No hay destino que no se venza con el desprecio y ninguna otra cosa merece tal artículo. Pero en vista de que es el buen nombre de las FARC, de su dirección y de nuestro proyecto el que se pone en tela de juicio, me veo obligado a expresar mis puntos de vista al respecto.

Como buen agente del diablo, Iván Gallo azuza para dividir. La disidencia descompuesta que se retiró de filas y se apartó del proceso, no cuenta para nada con ningún cuadro revolucionario. Sus jefes carecen de la mínima estatura ideológica, política y hasta cultural para asumir el destino que dicen perseguir. Muy bien les caería un hombre como Santrich, el que en el parecer del articulista reúne las condiciones para ponerse al frente de rebeldía urgida de líder.

Por fortuna para los marxistas, no son las calificaciones de personas ajenas completamente a la lucha, inspiradas por concepciones pequeño burguesas y arribistas, las que les marcan su quehacer. Cómo se ve que los signos exteriores, los estereotipos que alguna vez representaron la insurgencia, significan en la cabeza de Iván Gallo las cualidades esenciales de los revolucionarios. Las gafas oscuras, el sarcasmo, la pinta, el posar de duro y fatalista, la ausencia de tacto político.

Mientras Timoleón Jiménez en su parecer no pasa de ser más que un campesino ignorante y levantado, igual opinó la oligarquía colombiana de Manuel Marulanda Vélez, el ídolo de Iván Gallo es un intelectual, un hombre culto y de espíritu artístico, de origen citadino, con roce y estilo. Que además se enfrenta solitario a la clase opresora que envolvió y engañó a todos sus demás camaradas, hombres de mente corta y grandes ambiciones personales.

Santrich es un revolucionario de los nuestros, casi manifiesta con orgullo Iván Gallo. Ese sí que no estuvo de acuerdo nunca con el los desarrollos del proceso de paz de La Habana, tan incorruptible como Robespierre. A la burguesía dominante hay que arrebatarle todo ya, sin ninguna clase de consideraciones. Concebir cualquier acuerdo, así sea transitorio con ella, es una traición. El único destino que cabe de los revolucionarios es perecer, con su muerte ratifican la justicia de su causa.

Si el Secretariado Nacional de las FARC, su Estado Mayor Central, sus Conferencias Nacionales y Plenos adoptan una decisión fundada en realidades objetivas, que por cierto tiene llena de regocijo a la inmensa mayoría del pueblo colombiano, cosa que no ve Iván Gallo, eso tiene sin cuidado al articulista de marras. Para él se trata es de menospreciar la dirección revolucionaria y la fuerza guerrillera en su conjunto, a cambio de aplaudir a Santrich, quien según él se opone de manera radical al Acuerdo Final. Ese sí es el hombre, eso sí es tener amarrados los pantalones.

Con tal apreciación peregrina, se lanza de manera ridícula contra las FARC. Uribe no lo hubiera hecho mejor. Que Jesús Santrich ha hecho manifestación abierta de su inconformidad con lo decidido por la organización resulta a estas alturas innegable. Pero sigue en ella, exponiendo sus posiciones en los eventos democráticos, y según sus propias palabras, aceptando por completo las decisiones del colectivo, que repetidamente han sido contrarias a sus posturas.

Imagino que un evento democrático, como el Congreso próximo a celebrarse, deberá ocuparse de la actitud asumida por Jesús Santrich. Es lo normal, lo sano, lo que han hecho todas las organizaciones revolucionarias a lo largo de la historia.  No voy a iniciar un debate público al respecto. Lo cierto es que algunas declaraciones de Santrich no representan la posición oficial de las FARC. El movimiento sí cree a fondo en lo que está haciendo y es muy optimista al respecto.

Lo cortés no quita lo valiente. Estrechar la mano al Presidente Santos en un acto como el del pasado 27 de junio fue un gesto de hidalguía. La posición de las FARC quedó clara para todo el mundo con el discurso de su Comandante. Sólo a Iván Gallo tales palabras le resultan expresión de rendición y entrega. Ignoro su historia acumulada de luchas revolucionarias y armadas, de las que deriva semejante autoridad para hablar así. Debe ser inmensa cuando lo hace.

Hemos dicho que las FARC en su conjunto emprenderemos una movilización nacional por el cumplimiento de lo acordado en La Habana y por profundas reformas en la vida del país. La experiencia de una guerra de más de medio siglo nos enseñó que no siempre puede conseguirse todo como se lo desea, que hay que explorar nuevos caminos, sobre todo cuando toda la nación, con las excepciones conocidas, clamaba por el fin de la confrontación.

Insistir en ella era un harakiri político. Los cinco años de fuertes discusiones con las posiciones neoliberales del gobierno, se zanjaron con una solución concertada sin vencedores ni vencidos. El odio empecinado de la ultraderecha y su disposición a hacer trizas lo pactado, son prueba de que el contenido de los Acuerdos toca muchos intereses del sector dominante. Las trabas y demoras para su cabal implementación por parte del gobierno que los firmó, también dan cuenta de lo duro que le resulta cumplir con su palabra. De que intentarán burlarla no tenemos duda.

Como revolucionarios que nos apoyamos en un pueblo y en la solidaridad internacional, nuestro empeño es emprender una cruzada histórica por el cumplimiento de los Acuerdos. De ello dependerá la posibilidad de que se abra la democracia en Colombia y termine para siempre la persecución política y la violencia contra la oposición. Eso terminará por generar un protagonismo inmenso de los inconformes en el futuro del país. Y éste traerá los cambios.

Esa será la razón de nuestras vidas en adelante. Valga mencionar el asunto de la libertad de nuestros prisioneros de guerra. Absolutamente todos deberían haber salido de las cárceles. Lo denunciamos abiertamente en el acto del 27 de junio. Santos juró delante de todo el país que cumplirá hasta la última coma de lo acordado. Las FARC como fuerza organizada y cohesionada estamos luchando por ello y seguiremos haciéndolo.

A quienes nos decían que no cumpliéramos con la Dejación de las Armas mientras todos los nuestros no estuvieran en las calles, les recordamos que durante muchos años, en plena guerra, y con las armas en la mano, mantuvimos en nuestro poder cientos y luego decenas de prisioneros de guerra por los que esperábamos un canje. No conseguimos su libertad. Gracias al Acuerdo una buena parte goza hoy de ella y los demás también van a conseguirla. Habrá que pelear, sí, y lo estamos haciendo. Con abogados, con denuncia y movilización. Con presión internacional. Los prisioneros y sus familias trabajan en la misma dirección.

El acto de Jesús Santrich de solidarizarse con la huelga de hambre de los prisioneros es una decisión personal, exclusivamente suya, no orientada por el movimiento. Santrich hace parte por las FARC de la CSIVI o Comisión de Impulso y Verificación de la Implementación. Su lugar en la lucha está ahí, discutiendo y debatiendo con los delegados del gobierno. Macilento y famélico a causa de la huelga, no va poder desempeñar la responsabilidad que le asignó la organización. Eso no lo hace más revolucionario ni más heroico, que los guerrilleros y guerrilleras de las FARC que trabajan día a día por sacar adelante los planes trazados por Conferencias y Plenos.

Y mucho menos lo convierte en el mesías de la revolución colombiana, destinado como Cristo a la cruz, como él mismo lo vive pregonando, cosa que emociona hasta en las fibras más íntimas a Iván Gallo. Pero sobre todo, no le da ningún argumento válido a este articulista desafortunado, para valerse del carácter nada fácil de aquél, a fin de arremeter contra miles de hombres y mujeres que lo abandonaron, lo entregaron y lo soportaron todo, durante décadas, por el hermoso sueño de justicia e igualdad para su pueblo. Con esos Acuerdos seguirán su lucha, claros de que nunca los acompañó ni jamás los acompañará honestamente cierta clase de gente, de la que no quiero mencionar ningún nombre en concreto, pues está claro con lo dicho a quiénes me refiero.


URL Corto: goo.gl/wKpfDt

 

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