Por: Atilio A. Borón
9 de febrero de 2024
Diseño: Venezuela News
Existe un gesto que habla a las claras de que la senilidad no es sólo un problema del presidente Joe Biden sino del imperio en su conjunto.
El Gobierno de Estados Unidos anunció días atrás nuevas sanciones en contra de su homólogo venezolano tras la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de ratificar la inhabilitación que pesaba en contra de la señora María Corina Machado para presentarse como candidata en las próximas elecciones presidenciales.
Bastó que la noticia fuera conocida para que de inmediato la cloaca mediática, esa que silencia por completo el genocidio en curso en Gaza o las matanzas de Dina Boluarte en el Perú, sacudiera su molicie y comenzara a lanzar todo tipo de acusaciones infamantes en contra del Gobierno bolivariano.
“¡Proscripción, exclusión, persecución!” vociferan a los cuatro vientos alentados desde Washington. Lo que estos voceros neocoloniales no dicen es que María Corina Machada está siendo juzgada por una legislación que es prácticamente un calco de la estadounidense.
Según ésta, condensada en el 18 U.S. Code § 2381 se establece que “Quien, debiendo lealtad a los Estados Unidos, se levante en armas en contra del Gobierno de Estados Unidos y/ sus fuerzas armadas; o se adhiera a sus enemigos, prestándoles ayuda y consuelo dentro de los Estados Unidos o en cualquier otro lugar y ofrezca apoyo financiero, logístico o de cualquier otra forma a un país u organización en guerra con los Estados Unidos.
Quien incurra en este delito será acusado de traición y sufrirá la pena de muerte, o prisión y multa, e inhabilitación para ejercer cualquier cargo en los Estados Unidos”.
Según la jurisprudencia estadounidense el delito queda probado cuando alguien cometió un acto manifiesto en contra del Gobierno de Estados Unidos (una guerra, ayudar a un Gobierno u organización enemiga, etcétera) y participó en cualquier forma de rebelión o conspiración sediciosa en contra del mismo.
Dicho lo anterior, es más que evidente que si la señora Machado hubiese sido ciudadana de Estados Unidos y hubiese actuado como lo ha venido haciendo en Venezuela desde hace unos veinte años, habría sido detenida, procesada y condenada por las autoridades norteamericanas.
Machado se entrevistó públicamente con al menos un presidente de Estados Unidos, George W. Bush (hijo), que la recibió nada menos que en la Oficina Oval el 31 de mayo del 2005 en una reunión a solas que no fue sólo protocolar debido a que se extendió por poco más de 50 minutos. Se supone que el tema de la conversación fue solicitar ayuda para derrocar al gobierno constitucional del presidente Hugo Chávez Frías en vísperas de la crucial Cumbre de las Américas que debía reunirse en noviembre de ese año en donde la Casa Blanca esperaba la aprobación del ALCA.