Xin chào | Del medio tono al color: una misma historia 


Hacer versos no ha sido nunca en mí una pasión.

Mas contra el tedio horrible del encierro luchando,

rimando haré más cortos los días en la prisión,

y esperaré que llegue mi libertad cantando.

Hồ Chí Minh
Diario de prisión

29/09/2023.- Tal vez, la mirada más dramática que tenemos de esos aproximados catorce mil conflictos armados, que han sacudido aldeas, pueblos y grandes ciudades, se guarda en nuestro disco duro a dos tonos, antes de la irrupción de la digitalización de nuestra vida cotidiana, que luego adornó o disfrazó de colores el drama y sufrimiento de la humanidad, que se nos presenta indetenible.

Estaba relativamente cercano el accionar de los primeros obturadores de aquellas cajas negras, inventadas por la dupla francesa Niépce/Daguerre, que, desde pesados trípodes, entre 1824 y 1830, impactaban al mundo con la magia de las imágenes ausentes de colorido, impresas sobre una base de plata.

Los franceses habían sembrado sus botas invasoras sobre tierra indochina en 1858, al sur de Vietnam, de tal manera que veteranos camarógrafos ya recorrían senderos, capaces de hacer historia, en blanco y negro, frente a los desmanes de sus paisanos europeos sobre el milenario y mágico territorio del sureste asiático, donde nacieran bravíos patriotas, como Hồ Chí Minh, Võ Nguyên Giáp, o guerrilleras de armas tomar, como Nguyễn Thị Minh o Vũ Thị Sáu.

Entre galos te veas

Los franceses abren en ese 1858 una galería, modelos incluidos, a medio tono de cómo someter con crueldad a un pueblo que solo vivía hermanado con la naturaleza, sembrando arroz y otros insumos alimentarios, indispensables para la subsistencia y el disfrute de la vida sana.

Indochina, como se titula la película de Régis Warnier, con actuación estelar de Catherine Deneuve, podría llamarse la muestra francesa de la más insólita tortura masiva de una población, que en 1945 ya había perdido su nombre en medio de una hambruna de dos millones de seres humanos.

Entre sombras, a medio tono, se pueden ver islas-cárceles como Con dao, en el Mar de China, o Phú Quốc, en el extremo sur, donde los rayos solares se encargaban de martirizar y desaparecer a la población penal, o también las celdas a orilla de río, donde los prisioneros permanecían de pie, atrapados entre rejas de bambú, con el agua hasta el cuello. Allá, en Hanói, una cárcel convertida en museo de terror muestra guillotinas y una variedad increíble de cepos, que torturaban y mataban reclusos en silencio.

No hay una ciudad importante en Vietnam que no muestre el horror, como la vieja Saigón, hoy Ciudad Hồ Chí Minh, donde el Palacio de la Intendencia, convertido en museo, posee paredes y paneles que enmudecen al visitante con imágenes como las de la masacre de Mỹ Lai o Son Mỹ, donde fueron asesinadas 504 personas, entre niños y ancianos, según las tomas capturadas sobre papel fotográfico o grandes pendones, muchas de ellas logradas por los mismos agresores, cual trofeos de guerra.

En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945, se obtuvieron imágenes ya no con los pesados cajones de cámara oscura, ideados por Niépce y Daguerre, sino con la lente fotográfica enfocada en blanco y negro, ante otros protagonistas, porque la ocupación japonesa había espantado a los franceses, no así a los pisatarios originarios de la Indochina insurgente que, bajo el grito del Tío Hồ, habían llamado a la rebelión nacional para dar al traste con los nuevos colonialistas, quienes el 28 de septiembre de 1945 debieron arriar el trapo blanco de círculo rojo frente al Palacio Presidencial de Hanói.

Así nacía, sin color aún, la República Democrática Popular de Vietnam, con Hồ Chí Minh en el puesto de mando, mientras los franceses insistían en ser los mejores colonialistas del lejano sur, pero nueve años más tarde vendría el propio mural, a medio tono, en la explanada de Điện Biên Phủ, donde la bandera de la Marsellesa fue hecha trizas por la metralla libertaria del Việt Minh, el ejército del pueblo creado por el general Giáp.

Aquel segundo Waterloo para los franceses había quedado impreso por los grandes medios parisinos que aún no habían registrado la derrota a full color. Bastó la derrota a medio tono.

El círculo cromático gringo

Derrotados los europeos el 7 de mayo de 1954 en la explanada nororiental, orondos arribaron los sobrinos del Tío Sam dispuestos a repetir los desmanes cometidos en la península coreana, donde las tropas yanquis lograron partir la torta: el norte para los rojos y el sur para el imperio.

Tras el asesinato de John F. Kennedy (1963), Lyndon B. Johnson le puso color a la nueva guerra con el falso positivo del golfo de Tonkín, al norte de Vietnam, donde supuestamente la marina vietnamita había torpedeado al destructor Maddox.

De esa manera, Johnson solicitó buen dinero al Congreso para correr el telón de un nuevo conflicto armado en Indochina. Atrás había quedado el fracaso francés en blanco y negro, y nuevas páginas, a todo color, registradas por modernas cámaras 35 mm, presagiaban nuevos tormentos para el pueblo campesino que lideraba Hồ Chí Minh.

Debieron sucederse grandes acontecimientos: la ofensiva del Tết (1968), Điện Biên Phủ en el cielo (1972) y finalmente la Victoria de la Primavera (1975), para que el pueblo vietnamita celebrara, a todo color, un triunfo que hasta hoy recorre los últimos rincones del planeta.

Esta vez dos tanques de guerra, uno ruso y el otro chino, habían derribado los portones del Palacio de la Independencia, que hasta ese día había albergado al gobierno fantoche de Dương Văn Minh.

La posguerra mostró un Vietnam unido, pero sobre tierra arrasada por los bombardeos y los efectos del agente naranja. Sin embargo, a partir del 1986, la esperanza abrió las puertas y comenzó a florecer el otro país posible, que hoy se viste de colores y que, durante el Medio Otoño o Medio Tết, parece haberle dado el adiós definitivo a la pandemia del covid-19, que golpeó seriamente a Vietnam, hoy la cuarta potencia económica de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).

Ángel Miguel Bastidas G.

Fuentes de consulta:

Chí Minh, H. (2008). Diario de prisión. Vietnam: Editorial Thế Giới.

Nguyên, H. T. (2010). Vietnam: guerra de liberación (1945-1975). Vietnam: Editorial Thế Giới.

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