Earle Herrera: Una revolución que se aleja de su pueblo se suicida


Al profesor Earle Herrera le gusta Neruda y las canciones de Julio Jaramillo.

> Considera que la responsabilidad de que su Alma Máter esté abandonada es compartida entre la rectora, el Gobierno y la comunidad universitaria

Su genial capacidad de respuesta y manejo del humor y la ironía, no solo divierte sino que logra que pongamos los pies sobre la tierra, sobre todo cuando nos colocamos más allá del bien y del mal. Es considerado uno de los personajes más brillantes del periodismo venezolano, al cual se dedicó con el mismo amor y compromiso que a la formación de periodistas. La Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, donde pasó por lo menos treinta años de su vida en calidad de alumno y luego como docente, le recuerda como uno de sus mejores profesores. Cada encuentro con sus ex alumnos y alumnas, sin duda, se convierte en un momento especial y sus textos son bibliografía obligada a la hora de hablar y estudiar la comunicación.

Earle Herrera es un oriental orgulloso, cada vez que tiene oportunidad menciona a su Guanipa querido. El Tigrito, donde pasó su infancia, es una retahíla de satisfacciones que guarda en su memoria y en su corazón. Sus afectos, sus amigos, los seres que fueron referencia para su vida; los viajes al río, los boleros en la radio, son joyas de su colección.

No se pega a la nostalgia, pero la roza como ser humano sensible que se conmueve con las bellezas de la vida como la poesía.

Y en este mes de julio, cuando la nostalgia anda por allí tocándonos el pecho, nos encontramos con el “profe” Earle, en una Cita con la Actualidad. En esa mesa redonda que se desordenó con ejemplares de Ciudad Caracas, boronas de las rebanadas que compartimos con un rico café, tuvimos la oportunidad de conocer un poco más del dueño del kiosco, donde los diarios no se venden sino que se comparten y se interpretan. Allí estuvimos con Mercedes Chacín, Roberto Malaver, Teresa Ovalles, Jesús Arteaga, Gustavo Mérida y Reinaldo Linares.

—¿Por qué Earle siempre nombra a El Tigre y El Tigrito, qué siente?

—Eso de Earle se llama “sentimiento de terredad”. Por supuesto que ese sentimiento me embarga cada vez que uno llega a la Mesa de Guanipa. Y al fin y al cabo uno nació allí, creció allí, estudió allí, se enamoró allí, lo botaron de allí… entonces todo se activa y por eso uno siempre habla… Esa es la referencia que tiene uno desde todo punto de vista, personal, literaria, poética, y como dicen en nuestro pueblo, allí está nuestro maruto.
La conversa con Earle abordó durante un buen rato el aspecto académico, la situación de deterioro de la Universidad Central y el proceso electoral universitario. A él sin duda le apasiona el tema, pero más le preocupa que no asumamos colectivamente la responsabilidad de lo que allí ocurre y que creamos que otros y no todas y todos seamos responsables del abandono que sufre nuestra Alma Máter. Teresa Ovalles fue la culpable, ella le preguntó sobre el deterioro que sufre la universidad en diversos aspectos y acerca de la satisfacción que se siente por haber sido docente y formado en ética a tantos y tantas periodistas. Y fue gracias al profesor Federico Álvarez, quien recién nombrado director de la Escuela, lo llamó para que se ocupara de unos cursos de periodismo interpretativo.

—Me sorprendió, me asustó… no es fácil hablar de la relación con los alumnos, con las promociones, con las clases… eso es mi vida

Earle recuerda con nostalgia el lugar donde estudió, fue docente, militó en cuanta actividad política, académica y cultural pudo, y además se enamoró, se casó y donde sus hijos estudiaron.

—Allí hay una responsabilidad que se le achaca mucho a las autoridades, pero todos somos responsables de lo que está pasando. Esa maleza que se mete en las aulas yo debería haberla cortado. Nosotros, en vacaciones, pintábamos y limpiábamos el liceo. Eso se ha perdido en la universidad. El presupuesto de la UCV no alcanza para mantener esa estructura, que incluye el Jardín Botánico. Porque te dicen que Cecilia García Arocha es una dictadora, pero las elecciones no se han realizado porque no hemos dado una serie de pasos legales para que se produzcan. De manera que somos responsables… es el Estado el responsable del Hospital Universitario y de resguardar la universidad como Patrimonio de la Humanidad… por eso digo que tenemos una responsabilidad compartida.

Para profundizar un poco más en los mecanismos electorales de la UCV, Mercedes Chacín le recordó quienes hoy votan y quienes piden votar para elegir a las autoridades y de alguna manera cambiar esa realidad. El profesor Earle Herrera consideró que es necesario actualizar la Ley de Educación Universitaria, así como la elaboración del Reglamento de la ley actual, que se hace necesario para definir los mecanismos de participación.

—¿Usted considera que quienes dirigen los medios deben ser periodistas o profesionales universitarios?

—Yo creo que al frente de los medios debe estar gente que sepa. Es que yo vengo de una generación que ha luchado por la profesionalización en el periodismo. Cuando se creó el Colegio, lo primero que aprobó la primera directiva –Héctor Mujica, Omar Pérez y Díaz Rangel– fue un salario mínimo. Cuando se aprueba la ley, una disposición transitoria decía que aquellos que demostraran que 3 años antes de la promulgación ejercían el periodismo eran miembros del Colegio. Por esa vía entró un montón de gente como Alfredo Peña, que era pregonero de Tribuna Popular o Napoleón Bravo que era disyoqui. A Domingo Alberto Rangel, quien venía trabajando en el exilio y llegó aquí cuando fundan El Mundo con Ramón J. Velázquez, no lo colegiaron y tampoco a Pedro Duno, porque eso lo controlaba el Partido Comunista. Pero las redes y la digitalización acabaron con todas esas cosas, lo demás lo hizo el chavismo, que inventó lo alternativo y ahora todos somos comunicadores.

—¿Cómo sobrevive el periodismo a la era digital?

—Haciendo periodismo digital. Esos son cosas inevitables. Existiendo las redes, los periódicos y las revistas existían igualmente, pero la pandemia le vino a dar un tiro en la nuca a los últimos mohicanos del periodismo impreso. Ya en los kioscos no hay periódicos ni revistas, y eso ocurre en cualquier parte del mundo. Hubo quienes realmente tuvieron olfato y saltaron al proceso digital, antes que esto ocurriera como la revista Life y otros.

Pero aquí no. Cuando llega la pandemia tú conseguías periódicos tradicionales. La pandemia acabó con eso y la gente confinada en su casa empezó a leer periódicos en el celular o en la computadora y se dio cuenta que no necesitaba comprar el impreso, que aquí leía lo mismo que en el periódico y se fue alejando. Unos cuatro años antes de la pandemia yo llegaba al aeropuerto y me compraba unos cuatro periódicos y era el único dinosaurio que leía los ejemplares porque la gente estaba leyendo en sus celulares, en sus computadoras. Ahora ni que quieras comprarlo lo vas a conseguir. Yo me pregunto qué van a hacer con sus imprentas las empresas como la Cadena Capriles, o la gente de El Nacional, con esas maquinarias que no vendieron a tiempo. Imprimirán libros, pero los libros impresos también están desapareciendo. Da nostalgia, pero es una realidad aunque los libros científicos se siguen publicando… y uno ve a jóvenes leyendo, pese a que tengan otras tecnologías, de manera que el libro impreso sigue dando la batalla.

—¿En las redes se está haciendo periodismo o debemos decir que el periodismo está en decadencia?

—No, todo lo contrario. Vamos a partir del periodismo escrito. Primero tienes que saber escribir y allí tenemos un problema, el 99 por ciento de lo que anda por las redes está mal escrito. Y las redes no han podido superar la escritura. Umberto Eco decía que internet le dio la palabra a los imbéciles, un poco dura la expresión, habría que ver las ventajas y desventajas, pero ciertamente, gente que nunca escribió ahora tiene la oportunidad de expresarse. La dictadura que tenían los grandes medios tradicionales está golpeada… En Reino Unido aprobaron una multa del 10 por ciento de sus ingresos netos a empresas de redes que promocionen el odio y el racismo (deberían multarlas a todas) pero en Europa se han visto en la obligación de regular las redes sociales, que son como la tierra de nadie, como el lejano oeste, que disparan desde la cintura, pero no todos tienen derecho de disparar, por eso es que un compañero rapero está preso en España. Los Estados están obligados a legislar en ese mundo digital. En una guerra, como el caso de Cuba, tú tienes derecho a defenderte y protegerte. Si el enemigo quiere entrar digitalmente tú tienes que evitar que entre.

Y en relación al tema cultural, Roberto Malaver irrumpió con la siguiente pregunta:

—¿La cultura de la Cuarta República era más plural y la del chavismo es sectaria?, ¿como presidente de la Comisión de Cultura de la Asamblea qué vas a hacer para reencontrar ambas?

—Primero que nos quiten el bloqueo Roberto. No se trata solamente que en la Cuarta yo pudiera escribir por 20 años en El Nacional, que era un diario de izquierda, progresista. Yo también fui asalariado de El Universal. ¡Claro que era plural! pero me explotaban. Una vez un cubano de derecha me dijo “con lo que tú escribes en El Nacional, si escribieras en Nueva York tendrías un piso”. Cuando salí 20 años después no me dieron ni medio. Allí estaba el pluralismo.

Cuando tumban a Chávez en el 2002, el jefe del golpe dijo que los medios fueron el poder de fuego.

—¿En la revolución se ha perdido el buen humor?, ¿será que nos da miedo meternos con temas que afecten, por ejemplo, al movimiento feminista u otros?

—Yo soy primero oriental y eso no es gratuito. A nueve muchachos nos cría mi mamá que decía “…mis pollos están sueltos, mis gallinas las tengo en el corral…”. Yo tengo esa cultura venezolana, oriental que viene de los españoles, de los árabes, son como 500 años de machismo que llevo encima.

—Ahora en relación con el humor, yo creo que el pueblo sigue riéndose de las situaciones, de la pandemia, de las vacunas, que mantiene su sentido del humor, porque si lo hubiera perdido se habría convertido en estallido. Sigue bailando, sigue alegre en las calles. Este pueblo sigue haciendo chistes de su propia situación. Hace fiesta. La derecha sí es verdad que perdió el humor. Cuando a Chávez lo tumban un grupo de intelectuales, escritores, dibujantes publicamos el libro Contragolpe del humor para reírnos de los golpistas y del golpe. Ni hemos perdido ni vamos a perder el humor, que es una característica del pueblo venezolano.

—¿Qué significa Chávez?

—Desde que el Comandante llega a la Presidencia utilizaban el nombre de Chávez para callarlo a uno, y era mentira. Después vino “el culpa e’ Chávez”. Cualquier cosa que uno diga es un lugar común. Realmente Chávez estremeció este país. Y realmente inaugura su liderazgo en un nuevo siglo, y cuando digo un nuevo siglo, el siglo XXI, puedo decir una nueva forma de vida, una nueva concepción de la historia.

—¿Y Maduro?

—Es el hijo de Chávez, qué más quiere que te diga (…risas …). A él le tocó recibir un país sometido a una guerra interna, externa, a todos los sistemas de subversión, de terrorismo. A Nicolás Maduro le toca lidiar con ese peso que es haber sucedido al Comandante Chávez.

Y eso hace inevitable la comparación y todo lo que se compare con Chávez, pierde. Y no es que el presidente se compare. Aquí con Chávez el barril de petróleo estuvo en 150$ pero después nos bloquearon y nos secuestraron el oro… y el petróleo llegó a 20 dólares. Y es en ese escenario donde tenemos que ver al presidente Maduro, como dice Diosdado Cabello: “Hay que ponerse en los zapatos del presidente”.

—¿Y cómo le vamos a cobrar la deuda a la derecha?

—Yo creo que construyendo país, con el país que soñó Chávez. El país de la igualdad, de un auténtico socialismo. Hay una anécdota de Tomás Borge, cuando se consiguió con uno de sus esbirros, le dijo “mi venganza va a ser que tu hijo tenga escuela, que tenga hospitales…”, esa debe ser nuestra venganza.

—¿El bloqueo no debilita la Revolución?

—El objetivo es que se debilite la Revolución Bolivariana, que tiene un reto: hacer la revolución dentro de la revolución, sin burocratizarse y que esté en permanente construcción de lo nuevo. Revolución que se aleja de su pueblo se suicida.

La derecha de este país perdió el humor, expresa el profesor Earle Herrera

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