Se cumplen 165 años de la siembre del Maestro Simón Rodríguez


Se cumplen 165 años de la siembra del maestro simón Rodríguez, conocido popularmente como “El maestro de El Libertador”, sin embargo, no nació solo para hacer de Bolívar el futuro Libertador de América; se hizo a sí mismo, más bien, para convertir en verdaderas repúblicas a los territorios conquistados por la libertad.

El proyecto diseñado por Simón Rodríguez, basado en la colonización del continente por sus propios habitantes y en la formación de ciudadanos por medio del saber, lo dibuja como un gran pensador americano a quien, en virtud de su incesante lucha en favor de la educación popular, sería más justo recordar como el gran maestro de muchos.

“La enseñanza profunda y el espíritu humanista que cultivó, se encuentra presente en los corazones de los pueblos de nuestra América”, resaltó el presidente Nicolás Maduro este jueves a través de su cuenta en Twitter donde resaltó su obra emancipadora.

Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769 (aunque también se afirma que fue en 1771); se dice que era hijo natural de Rosalía Rodríguez y de un hombre desconocido, de apellido Carreño.

Las imprecisiones en torno a su procedencia han animado la fábula: abandonado en las puertas de un monasterio, se crió en la casa de un clérigo de nombre Alejandro Carreño, quien se presume que era su padre, junto a su hermano Cayetano Carreño, que se convertiría en un famoso músico de la ciudad.

En 1835, tras el catastrófico terremoto de Concepción se marchó a Santiago de Chile y protagonizó un maravilloso encuentro con Andrés Bello, del cual brotaría parte del impulso de la universidad fundada por el insigne humanista.

A sus 82 años conservaba aún un su aspecto atlético, según reseñan los historiadores, a esa edad dictó una conferencia que sorprendió al público por sus experiencias y por sus amores tórridos e hijos dejados por el mundo, al igual que por sus ideas.

Finalmente, en 1853, a pesar de haber manifestado su intención de volver a Europa con la ilusión de que allí todavía se podía “hacer algo”, se trasladó a Amotate, ciudad peruana en la que falleció el 28 de febrero de 1854, a los 83 años de edad.

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