Prólogo tomo II de Renán Vega Cantor


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Presentación
“Y así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin
ella son esclavos”.
José Ingenieros
“Lo importante es luchar para vivir la vida, para sufrirla y para gozarla,
perder con dignidad y atreverse de nuevo. La vida es maravillosa si no
se le tiene miedo”.
Charles Chaplin
E
n este segundo volumen de
El macabro reino de la simulación
reu
nimos materiales que están referidos al proyecto de enfrentar las im
posturas que dominan la sociedad colombiana. Para ello, hemos clasifica
do esta producción bibliográfica en cuatro grandes apartados, sin que eso
signifique que estén completamente desconectados entre sí. Simplemente,
dicha clasificación es un intento de ayudar al lector a orientarse en las múl
tiples dimensiones que asume el combate contra las mentiras, falsedades,
embustes y engaños predominantes en nuestro medio, empezando por el
mundo de la universidad pública, donde a pequeña escala se reproducen los
grandes problemas de la injusticia, la desigualdad, la intolerancia, el culto
a los poderosos… que carcomen a este país.
VIVENCIAS
Una primera parte está consagrada a un conjunto de vivencias propias,
que han marcado nuestra existencia en los últimos veinte años, que es
tán atravesadas por hechos dramáticos, que han dejado profunda huella en
nuestro ser y sobre los cuales ha sido necesario tomar partido, en el sentido
más amplio de la palabra, es decir, asumirlas de frente y sin ambages. Un
Colombia:
El macabro reino de la simulación
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primer hecho fatal, con el que se abre este volumen, es el de Darío Betan
court Echeverry, colega y amigo que fue secuestrado y luego asesinado en
el aciago año de 1999. Este acontecimiento me impactó en forma directa
y desde entonces ronda mi existencia, por una circunstancia de elemental
influencia: sigo habitando los mismos espacios y lugares en que Darío se
movió durante muchos años y donde tuvimos la ocasión de compartir mu
chas cosas durante una década. No es casual, en esa perspectiva, que la
sombra de Darío atraviese este libro de principio a fin. Con él se abre y se
cierra, con lo cual espero haberle brindado un merecido reconocimiento y
homenaje póstumo.
Otra de las terribles vivencias que se deslizan en estas páginas está
relacionada con la trágica muerte de tres estudiantes de la Universidad
Pedagógica Nacional, Oscar Arcos, Daniel Garzón y Lizaida Ruíz, que
perecieron en la noche terrible del sábado 24 de marzo de 2012, todos los
cuales habían sido alumnos en varios de mis cursos, y con dos de ellos
había entablado una amistad que fue más allá de la relación profesor-es
tudiante. Esas muertes me calaron hasta en los huesos, me hicieron llorar
de dolor, rabia y desesperación, porque sentí que había perdido a una
especie de hijos, que hasta ese momento no había tenido. Para completar,
este hecho pavoroso en lugar de generar una solidaridad plena e incondi
cional en la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, dio pie
a una reacción miserable y mezquina tanto del Rector de ese entonces y
su cuerpo directivo, como de muchos profesores, que procedieron a ca
lumniar y mancillar el nombre de mis jóvenes y nobles amigos. Por esta
razón, me vi obligado a escribir un breve texto de homenaje, publicado
en este libro, que además me ocasionó múltiples inconvenientes, entre
ellos señalamientos proferidas por el Consejo Superior, en las que ame
nazaban con expulsarme y querían atemorizarme para que me fuera de la
UPN. A eso se agrega, que a raíz de ese texto y de mi postura frente a la
muerte de los compañeros estudiantes fui amenazado en forma anónima,
calumniado y me vi obligado a salir del país, a soportar por segunda vez
el duro y forzado exilio.
Otra vivencia significativa de todos estos años se ha desprendido de
los hechos de persecución política y académica que sufre el colega y ami
go Miguel Ángel Beltrán Villegas, otra persona que aparece reiterada
mente en estas páginas, tanto en el primer como en el segundo volumen.
En mi condición de profesor universitario y de ciudadano colombiano
desde el primer momento afronté esta dura circunstancia, sintiéndola
como propia, y por eso decidí concentrar todas mis energía en denunciar,
con la pluma y la palabra, la persecución contra Miguel Ángel, en la que
gran parte de los académicos de la Universidad Nacional han desempeña
Presentación
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do un papel entre cínico y cómplice. Eso dio pie a los diez o más escritos
de mí autoría sobre este hecho vergonzoso, que llevaron a comprometer
me directamente, algunos de los cuales aparecen en estos dos volúmenes.
Esos escritos no son textos repetitivos ni idénticos, sino que, al calor de
las ruindades que iban emergiendo, fuimos analizando y considerando
diferentes cuestiones, que ponían en evidencia las miserias que emergían
de la Universidad Nacional y de otros ámbitos del poder terrorista del Es
tado colombiano. Para mi orgullo personal, y eso es algo que nos permite
caminar con la cabeza en alto, nuestra batalla no fue infructuosa, porque
finalmente lo que dijimos desde un principio sobre el proceder criminal
de los estados de México y de Colombia con Miguel Ángel Beltrán se ha
demostrado cierto. Como testimonio de esa lucha se escribió el material
que se reproduce en este libro, donde también queda registrada toda la
mezquindad y cicatería de la mayor parte de académicos de la Universi
dad Nacional.
Hay otras vivencias personales que se exponen en estas páginas, entre
las cuales se destacan mi participación activa en la búsqueda de una solu
ción política al conflicto social y armado que se vive en Colombia, a raíz de
lo cual establecí comunicación con la insurgencia armada y fui miembro de
la Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas.
En esa misma dirección, se encuentran algunas reflexiones sobre libros
de mi autoría, que se fueron construyendo a lo largo de los últimos quince
años. En esos relatos se quiere mostrar el sentido de la reconstrucción his
tórica que hemos emprendido, cuyo epicentro principal es la recuperación
de la historia y memoria de las luchas populares en nuestro país.
Un último asunto de tipo personal que emerge al final de esta primera
parte es el del acoso y la persecución laboral y política a que fui sometido
en la UPN, por tres administraciones durante el período 1999-2014, que
detallo y por primera vez hago públicas, en el escrito con el que se cierra
esta parte inicial del libro.
COMBATES
En la segunda parte se presenta una muestra de los combates (por la
verdad, la justicia y la dignidad) en que nos hemos visto involucrados en
los últimos años. Para una mejor cartografía del asunto, hemos dividido
esta parte en tres secciones: con algunos mandarines; con falsimedia y sus
sicarios de micrófono y procesador de palabras; y, en la Universidad Peda
gógica Nacional.
En la primera sección, agrupamos los textos que producimos en su
respectivo momento para criticar y polemizar con Boaventura de Souza
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Santos, en torno a sus apreciaciones apologéticas sobre el régimen de Juan
Manuel Santos, y dimos ese debate porque consideramos que este autor
portugués ejemplariza en gran medida las características y limitaciones de
cierto tipo de intelectual europeo, de cuño socialdemócrata, sobre Colom
bia y América Latina. Al respecto, vale recordar que en México, cuando
Felipe Calderón, el presidente que generalizó el terrorismo de Estado, le
entregó un premio al mencionado escritor portugués, éste afirmó en forma
textual que el conocimiento que construimos se alimenta “con la lucha de
tantos jóvenes, hombres y mujeres contra la violencia del narcotráfico que
asfixia el país, sobre todo en el norte. Sus opiniones y estrategias de lucha
pueden divergir de las oficiales,
pero convergen en el mismo objetivo que el
señor Presidente formuló en su mensaje de Año Nuevo: Vamos a derrotar a
los criminales para construir finalmente un México de paz, seguro, donde
nadie esté al margen de la ley y donde nadie viva con temor”.
En pocas
palabras, Boaventura de Souza Santos hizo suyo el mensaje ―y, lo que es
peor, el proyecto represivo― de Felipe Calderón que, y eso ya lo sabemos,
ha dejado miles de muertos y desaparecidos en el hermano país azteca, y
por eso se habla de la “colombianización de México”.
Y De Sousa Santos remata aplaudiendo el proyecto represivo de Felipe
Calderón con estos términos que hablan por sí solos:
Nosotros, los científicos sociales comprometidos con nuestras
sociedades y sus luchas,
no podríamos estar más de acuerdo si por paz
se entiende una paz justa, por seguridad, una seguridad no represiva
y construida a partir del bienestar de las comunidades, y por ley,
una ley que sea igual para todos bajo los principios fundamentales
de la Constitución respetada por todos y muy particularmente por los
tribunales independientes
que son sus guardianes máximos.
Es dudoso que ese proyecto de paz, la de los pueblos y clases subalter
nas, sea el mismo de Felipe Calderón y de Juan Manuel Santos, que tanto
alabó y aplaudió Boevantura de Souza Santos, como nosotros lo dijimos
en el momento oportuno.
También polemizamos con las posturas sionistas y apologéticas con el
terrorismo del estado de Israel, expresadas por boca de unos voceros de ofi
cio, el economista Salomon Kalmanovitz, quien alguna vez fuera marxista
y de izquierda, de lo cual no le queda nada.
Por último, discutimos con uno de los mandarines de la violencia o de
la paz, según le convenga, con Eduardo Pizarro León Gómez, quien ofi
ció como uno de los dos relatores de la Comisión Histórica del Conflicto
Armado y sus Víctimas (CHCAV), comisión de la que formé parte. Para
mí resulta inaceptable que, a nombre de un discursito insustancial sobre
Presentación
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tolerancia, pluralismo y democracia, un señor que, entre otras cosas fue
uno de los ideólogos del uribismo –o es que se nos ha olvidado el papel que
cumplió con el cuento de la “democracia asediada”, para justificar su apo
yo incondicional a la (in)Seguridad (anti)Democrática, con todo su cortejo
de sangre y horror, o también se nos han olvidado su apoyo a la ley de im
punidad con los asesinos paramilitares–, ni siquiera cumpla con su papel de
relator y haya efectuado una labor de manipulación a su libre acomodo de
los textos entregados por la CHCAV, y particularmente del informe que yo
elaboré. Eso lo manifesté a tiempo, como se evidencia en los comentarios
a las relatorías, que ahora publico en papel, para que quede la evidencia de
lo que estoy diciendo.
La segunda sección de combates versa sobre mi enfrentamiento con
algunos de los voceros de falsimedia, esos sicarios de micrófono y proce
sador de palabras. En el 2015, después de que se dieran a conocer los in
formes de la CHCAV, el mío –que versa sobre la injerencia de los Estados
Unidos en la sociedad colombiana– fue sometido a una campaña de calum
nia, difamación y tergiversación, sin que mi escrito ni siquiera hubiera sido
leído ni discutido. El ataque que soporté durante varias semanas, y en el
que terciaron medios de falsimedia a nivel local e internacional (Caracol,
CNN, RCN, NT 24 horas, Semana, El Tiempo…) se derivó de mi afirma
ción sobre la responsabilidad de soldados, mercenarios y contratistas de
los Estados Unidos en la violación de jóvenes y niñas colombianas, en la
producción de videos pornográficos y en la completa impunidad de esos
criminales. Quién dijo miedo, a partir de allí se orquestó una campaña de
acoso y calumnias, que condujeron a varios de esos medios de falsimedia
(concretamente tres:
Semana
,
La Silla Vacía
y
El Tiempo
) a decir que yo
me había inventado lo que se decía en el informe y que no tenía cómo
sustentarlo. A raíz de eso, decidí enfrentar a los poderosos medios de des
información, como producto de lo cual generé varios textos, que aparecen
reproducidos en este volumen.
Por último, en la tercera sección de combates hago referencia a las
luchas que he debido librar en la Universidad Pedagógica Nacional, a la
que estoy vinculado hace treinta años y a la que le he brindado todas mis
energías sin reparo alguno. Por eso, resulta particularmente doloroso para
mí, esa otra cara de la UPN
―que, desde luego, no representa a la totali
dad de la comunidad universitaria, puesto que, sobre todo, los estudiantes
han sido el soporte vital que ha impedido que, ante tanta infamia, nos de
rrumbáramos En esta sección doy a conocer hechos que a primera vista
pueden parecer como domésticos e internos de la UPN, pero a la hora de
preparar esta edición me decidí finalmente a publicarlos por varias razo
nes: hacen referencia al espacio laboral donde me desempeño y tienen que
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El macabro reino de la simulación
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ver con mi propia biografía, y por lo tanto son importantes para mí y para
lo que he hecho en términos intelectuales, académicos y políticos; lo que
acontece en ese micro-espacio no es excepcional de ese lugar, sino que es
una expresión a pequeña escala de lo que sucede en la universidad pública
colombiana; en un lugar concreto se muestra lo que es la simulación a su
máximo nivel y con el descaro y cinismo propio de los que mancillan la
cosa pública y hacen del patrimonio común un botín para enriquecerse y
figurar como grandes vedettes de la academia y el periodismo. En la UPN
tenemos un ejemplo palpable, que yo fui el único que me atreví a denunciar
y a combatir, sin tener, hay que decirlo, ni solidaridad ni apoyo de un solo
colega profesor. Me refiero al caso emblemático de Hernando Roa Suárez,
quien es columnista permanente de
El Espectador
, y se exhibe como un
gran académico y hasta científico. Pues este señor es un gran fraude, como
lo evidencio en los dos textos que acá hago públicos, y su comportamiento
alcanza tal carácter delictivo que en un país distinto, que no sea el de la si
mulación y la mentira, debería o estar tras las rejas o haber sido despojado
de sus títulos y no debería seguir mintiendo y engañando cada ocho días en
periódicos de circulación nacional, como
El Espectador,
lo que entre otras
cosas demuestra el rigor y seriedad de la prensa colombiana.
REBELIONES
Este libro también se ocupa de algunas rebeliones, una de ellas relacio
nadas en forma directa con mi experiencia vital, la de los estudiantes en el
2011. Publico tres escritos, en su orden, el primero sobre la protesta urbana
en Bogotá, en una perspectiva histórica, alrededor del 14 de septiembre de
1977, cuando se produjo el Primer Paro Cívico Nacional. El segundo versa
sobre la protesta agraria y campesina del 2013, al que denomino la
Rebelión
de los Enruanados.
Estos son dos textos breves y concisos. Pero el tercero
es casi en sí mismo un libro, que para mí tiene un profundo significado aní
mico, pues fue producto de la extraordinaria movilización estudiantil del
segundo semestre del 2011, en la que yo mismo fue un participante activo.
Recuerdo que durante el paro yo estaba en la sede de la UPN mañana, tarde
y noche y permanecía hasta doce horas o más en el edificio de la calle 72.
También recuerdo que participé en numerosas marchas y movilizaciones
y dicté, tanto en la UPN, como en otras universidades unas veinte charlas
y conferencias. Por supuesto, aprendí mucho en esa coyuntura de los estu
diantes, y como resultado de todo ello escribí, cuando ya estaba finalizando
la protesta, el documento que se titula
Bienvenidos a la Universidad de la
Ignorancia.
Este escrito es tanto un testimonio de alguien que no fue ajeno
ni externo a esa lucha como un homenaje al movimiento.
Presentación
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LIBROS
Este volumen se cierra de una forma aparentemente inesperada, con los
libros, ya que reúno 26 reseñas, comentarios, prólogos o presentaciones a
libros, una parte mínima pero representativa de una actividad que desem
peño de manera cotidiana, como es la de leer y escribir reseñas, primordial
mente para el
Boletín Cultural y Bibliográfico
del Banco de la República.
En esa labor llevo 30 años y he comentado decenas de títulos referidos a
Colombia.
En la producción bibliográfica también predomina la simulación, la
mentira y el engaño, máxime ahora que en las universidades se ha impues
to la falaz política de asignar puntos salariales a los textos escritos, lo que
ha generado un vulgar mercado del punteo, en el que predomina lo super
ficial, vulgar y banal.
Pero en los libros se expresa también la rebelión y la lucha contra la
simulación, puesto que se siguen escribiendo y publicando libros sobre
Colombia, en los que desde diversos ángulos, intereses y perspectivas se
enfrenta al reino de las imposturas dominantes. Por dicha circunstancia,
acá se encuentran reseñas y comentarios de libros que quieren mostrar esas
otras ventanas, para respirar y vivir, que nos abren muchos autores, con los
que compartimos sus reflexiones y análisis sobre la traumática sociedad
colombiana. He privilegiado la presentación de libros con los que simpa
tizo y estoy en gran medida de acuerdo, para dar a entender que no todo
está perdido y que siguen existiendo investigaciones que, en medio de la
penumbra y la desolación, nos muestran otra cara de este país. En esa pers
pectiva, la casi totalidad de reseñas y comentarios que publico en esta oca
sión son elogiosos, aunque también doy a conocer dos o tres comentarios
fuertes, con el tono que me ha distinguido en el tiempo que llevo leyendo
y escribiendo sobre otros autores.
Aunque ya casi nadie lea, precisamente por lo mismo adquiere relieve
el acto de leer, pese a que quede la impresión que somos los últimos lecto
res. En este sentido:
Podríamos hablar de una lectura en situación de peligro. Son siempre
situaciones de lectura extrema, fuera de lugar, en circunstancias de
extravío, de muerte, o donde acosa la amenaza de una destrucción. La
lectura se opone a un mundo hostil, como los restos o los recuerdos de
otra vida.
Estas escenas de lectura serían el vestigio de una práctica social. Se
trata de la huella, un poco borrosa, de un uso del sentido que remite
a las relaciones entre los libros y la vida, entre las armas y las letras,
entre la lectura y la realidad
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Los libros, los buenos –los que ayudan a pensar, a dudar, a preguntarse,
a reflexionar– son una de nuestras permanentes compañías, de nuestros
últimos refugios para enfrentar la simulación y la mentira en este país. Y
por esa razón, hemos querido cerrar esta obra con una pequeña muestra de
algunos de los libros que nos han conmovido en las últimas décadas y nos
han ayudado a mantenernos en medio de tanta indignidad.
Bogotá, marzo 20 de 2018
NOTAS
1
Ricardo Piglia,
El último lector,
Editorial Anagrama, Barcelona, 2015, p. 106.
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