Cuba: Las tensiones entre la teoría, las políticas y la práctica de la reforma


Pedro Monreal

Supongamos que quienes escribimos desde una perspectiva académica, es decir desde el “conocimiento sin poder”, deseáramos influir en las decisiones de política económica y social de Cuba, o sea, en las disposiciones que adoptan los dirigentes políticos y los funcionarios del gobierno cubano. ¿Qué tipo de conocimiento sería efectivo para tal propósito?: ¿La teoría? ¿La evidencia resultante del análisis? ¿La ideología? ¿Acaso alguna combinación de lo anterior?

La relación que va desde la teoría hacia la política pública y finalmente hacia la práctica (¿o debería ser al revés)

La teoría consiste en las ideas relativas a lo que se desea ver hecho. La política pública es acerca de cómo se intenta alcanzarlo. La práctica consiste en hacerlo en la realidad concreta, allí donde existen las personas que van a tener que vivir con las consecuencias de las ideas.

Pensemos en la empresa estatal en Cuba. Tomemos el caso descrito recientemente por la prensa cubana sobre el sinsentido en que se ha convertido, a nivel concreto, la planificación nacional. Me refiero al artículo de Sayli Sosa Barceló y Katia Siberia “El papel lo aguanta todo… cuando las empresas sobrecumplen”, periódico Invasor, 21 de marzo de 2018, http://www.invasor.cu/es/secciones/economia/el-papel-lo-aguanta-todo-audio-grafico

Por supuesto que quienes trabajan “en la base” –en la esfera práctica- conocen perfectamente el problema y se supone que ese conocimiento tendría que haber proporcionado un mecanismo de retroalimentación efectiva para modificar las políticas públicas y las teorías relacionadas.

Pero sabemos que eso no ha sucedido y que la teoría parece discurrir por una plácida disquisición acerca de la propiedad, la supuesta sistematicidad de algo a lo que se le llama planificación, y el asunto de los límites (abstractos) a la concentración de la riqueza.

Las políticas públicas también parecen ir por otra parte, con énfasis en crear estructuras verticales donde las empresas dejan de serlo y donde se presenta como una gran innovación la reducción de indicadores directivos, que los casos descritos por las periodistas evidencian que en la práctica no funcionan bien.

Francamente, frente a la realidad concreta empresarial del país, ¿qué aporta exactamente –en el plano científico- la teorización de la propiedad como un “tema de los temas”?

La teoría que necesita la reforma económica en Cuba es la que pueda producir resultados “accionables” y recomendaciones específicas que permitan introducir esas ideas en el proceso de producción de políticas públicas.

¿Nos seguiremos quejando de que la teoría buena (“la nuestra”) ya existe, pero se aplica mal, o es incomprendida, o… etc., etc.?

Creo que en general se acepta que la complejidad de la reforma económica en Cuba se relaciona directamente con su naturaleza eminentemente política. En ese sentido, habría que considerar que parte del significado que tienen las teorías y de las políticas públicas de la reforma procede del “auditorio”.

Los variados receptores de las medidas de la reforma y de las ideas acompañantes van a darles un significado que no es el resultado del plano científico sino de ideologías, intereses, normas sociales, experiencia vital, “culturas”, y otros factores.

Este no es un asunto menor cuando se trata de utilizar la ciencia para cambiar la realidad. Es un gran reto para quienes intentan actuar políticamente desde el “conocimiento sin poder”.

Tal parecería ser que, en Cuba, se tienen expectativas utópicas acerca del papel del plano científico respecto a la formulación y aplicación de políticas públicas que pudieran modificar las formas de propiedad y las relaciones entre ellas.

Es muy probable que nada de lo que vaya a ocurrir en ese terreno sea el resultado de una buena parte de la teorización actual que se hace en el país sobre la propiedad, la cual, en mi modesta opinión y con el mayor respeto, me parece muy etérea (lo que he podido leer).

Los cambios que pudieran producirse en cuanto a la propiedad van a ser el resultado de la dinámica política del país, de una realidad que cada vez se hace más compleja.

En Cuba, como en todas partes, la reforma económica será en buena medida el resultado de un proceso de aprendizaje práctico, que necesitará frecuentes adaptaciones a una realidad cambiante que ninguna teoría es capaz de predecir. Es también lo que entiendo que se ha expresado en el reciente V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

La teorización actual sobre el socialismo desempeña más bien otra función en Cuba, en el plano político e ideológico, pero como pauta para la reforma económica, la teorización actual –especialmente la relativa a la propiedad- deja mucho que desear.

Editor del blog El Estado como tal. Doctor en Ciencias Económicas. Actualmente es Especialista de Programa en la UNESCO.

Fuente:

https://elestadocomotal.com/

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