Oscar Pérez, terrorismo paramilitar, farándula y ambigüedad cultural


 

Federico Ruiz Tirado

 

 

La fuerza arrolladora del ideario anticapitalista y antimperialista expresado por Hugo Chávez, no ha sido del todo asimilada -hasta ahora- por quienes están en la vanguardia ejecutiva de este proceso refundacional de la República Bolivariana de Venezuela. Creo que no basta con simplificar su constatación con el lema ya trillado que alude la necesidad de reconocer la identificación del hacer político actual, con la vigencia de sus postulados fundamentales: “Volver a Chávez, ser como Chávez”, se dice con frecuencia y a veces, también, se emplea con tono lapidario y sentido terminante para legitimar determinadas acciones.

 

 

Urgencia e improvisación

 

Esa verdad, predecible por lo demás, parece que fue (y es) meticulosamente calculada por la intelligentzia cipaya para cuando Chávez no estuviera -físicamente- entre nosotros. Tal escenario y particularmente su utilería, nos ha descontextualizado de tal modo, que con frecuencia obliga a la vanguardia gubernamental a sumirse en un azaroso resolver minuto a minuto. Entonces lo urgente, que suele esperarnos en la bajadita, nos agarra fuera de base imponiéndonos la táctica de la improvisación defensiva.

 

Luego de transcurridos cuatro años, seguimos arrastrando ese cepo incrustado en el cuello de la revolución: la verdadera tranca del juego es esa, no la medición con la MUD, pues esa derecha no tiene vigencia histórica ni política y se oxigena –paradójicamente- asfixiándonos cuando le damos cancha deliberante, y peor, cuando le otorgamos beligerancia plena y sin taima. O, ¿acaso el origen, y desarrollo o lo que parece ser el cierre (de película) del Diálogo en República Dominicana está exento de esta emboscada?

 

 

Un cibernauta de hondo talante fascista

 

El último pote de humo arrojado por la burguesía pitiyanki, tiene nombre, apellido, trayectoria farandulera y rango: Oscar Pérez. Un actor de relleno que pareciera fugado de un libreto de telenovela escrita por Leonardo Padrón, Ibsen Martínez o Alberto Barrera Tyszka; un simple extra protagonizando el más reciente capítulo de terrorismo paramilitar, financiado o por las divisas otorgadas a quienes gerencian el bachaquerismo corporativo y su más preciada consigna “Nicolás, vete ya”, o por quienes, aquí o en el exterior,  juegan a instaurar en las sombras un gobierno paralelo con el propósito de cristalizar la matriz imperial del Estado fallido que abriría las puertas a una intervención en Venezuela y así desbaratar el gobierno del Presidente Maduro. Un cibernauta de hondo talante fascista, constructor de su masificado y vulgar relato egótico, cuya caída mantiene en vilo al país mediático hasta alcanzar visos paroxísticos y, de golpe y porrazo, pulsa el extraño timbre que anuncia el retiro de la oposición de la agenda de “negociaciones” con el gobierno de Nicolás Maduro.

 

A alborotar cualquier avispero humanitario queda reducida la matriz “masacre” del Junquito. Las ONG están muy sensibilizadas por los misericordiosos Miguel Rodríguez Torres y Luisa Ortega Díaz, que mientras acuñan en el imaginario chismoso la falsa noción de ajusticiamiento extrajudicial, se delatan cómplices del origen paramilitar de Oscar Pérez y su banda terrorista.

 

Mientras lo cultural sea concebido como herramienta ideológica, mágica como lo religioso, la ambigüedad percolará cualquier juntura de cohesión entre lo que piensan, lo que dicen, y lo que hacen los consabidos articuladores del discurso presidencial, entendido éste como la voz, la autoridad democrática que nos representa y por lo tanto nos visibiliza, valga decir los especialistas en semiología o aquellos encargados  de examinar, tematizar, validar y dar sentido a las palabras públicas.

 

Es por eso que ya muchos huelen los rancios y siniestros aires de las guarimbas que emergen de este revoltillo de cosas.

 

Digo esto por el reguero de pólvora mediática que todavía persiste en torno a las declaraciones del Ministro Reverol y a la ascendente propiedad que hoy día tiene el recurso de la delación, trátese éste en la cruzada contra la corrupción o en las acciones del Estado contra las guarimbas y el terrorismo.

 

 

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