Soy miembro en servicio de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y ya no seré cómplice del genocidio. Estoy a punto de participar en un extremo de protesta, pero en comparación con lo que la gente ha estado haciendo en Palestina en manos de sus colonizadores, no es nada extremo.
Aaron Bushnell, antes de inmolarse
24/10/2025.- Las No Kings Protests tomaron calles y avenidas el 14 de junio pasado en la bulliciosa ciudad de San Francisco, y no tardaron en multiplicarse por todas las ciudades estadounidenses, cuando se conmemoraba el aniversario del Ejército de Estados Unidos con un desfile militar en Washington D. C. Además, era el cumpleaños 79 de Donald Trump, quien intentó aprovechar esa fiesta nacional para armar su bonche personal, pero, evidentemente, le salió el tiro por la culata.
Esas No Kings Protests volvieron a lo suyo por estos días, rememorando así las estruendosas Marchas contra la Muerte (1969) que estallaron en Washington D. C. con medio millón de personas, y que precisamente fueron replicadas en San Francisco. Estaban convocadas por el Comité de Movilización Estudiantil y la National Mobilization Committee to End the War in Vietnam, con el fin de exigir la retirada inmediata de la soldadesca estadounidense de Indochina.
Al cumplirse 62 años de la inmolación del bonzo vietnamita Thích Quảng Đức, un joven piloto de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, de nombre Aaron Bushnell, hizo lo propio, pero frente a la Embajada de Israel en Washington, para protestar por la masacre al pueblo palestino, como lo pudo expresar el militar en un video antes de rociarse gasolina y encender el fósforo.
Tras aquella acción del bonzo Quảng Đức en una calle de Saigón (1963), el evento impactó a la opinión pública ante el apoyo de los gobiernos estadounidenses a la agresión israelí contra el pueblo palestino, mediante empresas de la guerra como Black Walter o equipando al ejército sionista israelí con un dinero que se queda en EE. UU. para satisfacción de los fabricantes de todo tipo de armamentos de última generación.
En los tiempos de Joe Biden, tras el inusual acontecimiento de las protestas políticas, apareció el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, declarando a medios internacionales que estaba en camino un acuerdo sobre líneas básicas para facilitar una tregua y el intercambio de rehenes israelitas por prisioneros palestinos. También, habría un alto al fuego por seis semanas, además de la liberación de unos cuarenta rehenes de los doscientos o trescientos presos políticos.
Seguramente, Sullivan estaba intentando tranquilizar las aguas ante la oleada de manifestaciones que se venían produciendo en Estados Unidos contra el genocidio de Israel en Palestina. Se trataba de un panorama similar al de las décadas de los sesenta y los setenta, a causa de las masacres estadounidenses y sus aliados sobre territorio indochino: Vietnam, Laos y Camboya.
El gobierno de Biden temía que la valiente acción del joven piloto Aaron Bushnell se convirtiera en una chispa capaz de encender la pradera imperialista, como había sucedido años atrás cuando gigantescas manifestaciones de estudiantes universitarios y veteranos de guerra tomaron las calles de las principales urbes estadounidenses. Se produjeron así masivos y extraordinarios eventos, protagonizados por los movimientos de organizaciones por la paz, como las recordadas marchas y el concierto de Woodstock, que reunió a medio millón de jóvenes durante tres días, en Nueva York.
Grandes figuras de la música moderna para el momento, como Joe Cocker, Johnny Winter, Carlos Santana, Joan Báez, Jimi Hendrix, Stephen Stills, Graham Nash y Richie Havens, Janis Joplin, Miriam Makeba, Angela Davis, o la actriz y activista Jane Fonda, se unieron al gigantesco movimiento de protesta que impactó a todo el mundo, incluyendo a Europa, donde se produjo el célebre Mayo Francés (1968) y donde nació y retumbó la consigna: «¡Ho, Ho, Ho Chi Minh!».
Morir por la paz
No es casualidad que en junio pasado, cuando se cumplían 62 años de la inmolación del monje Quảng Đức, aparecieran las pancartas de No Kings Protests. El monje había asumido tal acción como una expresión contundente de protesta frente al asesinato de vietnamitas revolucionarios por parte del ejército norteamericano desde la década de los cincuenta, tras la derrota de los franceses en la batalla de Điện Biên Phủ.
Ante el acontecimiento, la Sangha budista vietnamita exaltó, mediante numerosos eventos, el ejemplo de Quảng Đức, e invitó a las nuevas generaciones a no olvidar el sacrificio de los monjes, porque fueron varios los miembros de las pagodas budistas que entregaron sus vidas como expresión de rebeldía frente a la guerra y por la paz universal.
El acto patriota de Quảng Đức aquel 11 de junio de 1963 impactó de tal manera a Estados Unidos que el joven militar estadounidense Norman Morrison tomó la decisión de sacrificarse frente a las oficinas del Pentágono en Washington. En 1984, el estudiante panameño Rolando Alberto Pérez siguió el ejemplo de Morrison frente a la Embajada de Estados Unidos en Ciudad de Panamá, en protesta por las agresiones de los invasores militares norteamericanos en el país canaleño.
El 11 de noviembre de 1983, en Chile, el obrero Sebastián Acevedo Becerra, de la ciudad minera de Coronel, se sacrificó al estilo bonzo en los escalones de la catedral para protestar por la desaparición de sus hijos a manos de la policía militar del régimen de Pinochet, el Servicio de Inteligencia o la Central Nacional de Informaciones (CNI).

Ángel M. Bastidas G.
Fuentes de consulta
Bastidas G., A. M. (2017). Xin chào. Vietnam: Ed. Thế Giới.
Quang, M. L. (2004). Vietnam: un panorama. Vietnam: Ed. Thế Giới.
Vietnam Plus. https://es.vietnamplus.vn/.