
Por José Manuel “Negro Cheo” Sánchez Urbaneja
El 12 de octubre de 1492 no fue un “descubrimiento”, como se enseñó durante siglos en las escuelas coloniales de América Latina. Fue el inicio de uno de los genocidios más grandes y prolongados de la historia moderna: la invasión de los pueblos originarios de este continente.
Aquel día, bajo las banderas de Castilla y Aragón, Cristóbal Colón pisó las costas de lo que luego sería llamado “América”. No venía en son de paz. Venía al frente de una empresa de conquista, esclavitud y saqueo organizada por el naciente imperio europeo.
Un continente que no necesitaba ser “descubierto”
Antes de la llegada de los conquistadores, este continente estaba poblado por decenas de millones de personas organizadas en civilizaciones complejas: mayas, aztecas, incas, taínos, caribes, mapuches, arawakos, muiscas, entre muchas otras.
Tenían sistemas agrícolas avanzados, estructuras sociales propias, cosmovisiones profundas y un respeto sagrado por la tierra. La llegada de los europeos no trajo “civilización”: trajo guerra, destrucción y sometimiento.
La espada, la cruz y la esclavitud
La invasión fue acompañada de tres pilares fundamentales del colonialismo: la espada, la cruz y las cadenas.
- La espada, que asesinó a millones de indígenas en nombre de la “Corona”.
- La cruz, que justificó el saqueo y la dominación en nombre de un “Dios único” y extranjero.
- Las cadenas, que convirtieron en esclavos a pueblos enteros, arrancándolos de sus tierras, de su cultura y de su libertad.
La historia oficial disfrazó esta masacre de “encuentro de culturas”. Pero en realidad fue una guerra unilateral. Los pueblos originarios fueron masacrados, desplazados y reducidos a la servidumbre. Se calcula que en menos de un siglo, más del 90 % de la población indígena del continente fue exterminada, no solo por la violencia directa sino también por enfermedades traídas de Europa.
Saqueo de riquezas y colonización de las conciencias
La invasión no solo robó vidas: robó oro, plata, alimentos, saberes y símbolos. Durante más de 300 años, América Latina fue desangrada para alimentar el desarrollo de Europa.
La imposición de la lengua, la religión y la cultura del invasor buscó borrar las raíces originarias, imponiendo la idea de inferioridad sobre los pueblos conquistados.
Se construyeron repúblicas dependientes, se dibujaron fronteras artificiales y se impusieron modelos políticos y económicos que perpetúan, hasta hoy, las estructuras coloniales.
Resistencia: 532 años de lucha
Pero el 12 de octubre no es solo memoria de genocidio. También es memoria de resistencia. Desde Hatuey en el Caribe hasta Túpac Amaru en los Andes, desde Guaicaipuro en Venezuela hasta Bartolina Sisa en el Alto Perú, nuestros pueblos han enfrentado cinco siglos de opresión con dignidad y rebeldía.
Esa lucha continúa viva en las comunidades indígenas que defienden su territorio frente a las nuevas formas de saqueo: transnacionales, extractivismo, agronegocios y neocolonialismo financiero.
La descolonización pendiente
Llamar “Día de la Raza” o “Día del Descubrimiento” al 12 de octubre es una ofensa histórica. Hoy, los pueblos conscientes lo reconocemos como lo que fue: el inicio de una masacre sistemática contra los pueblos originarios.
Por eso, millones de voces en América Latina y el mundo conmemoran esta fecha como Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular.
La verdadera independencia no se logrará mientras sigan vigentes las estructuras económicas, políticas y culturales heredadas de la colonización.
Una herida abierta
Han pasado 532 años desde aquella madrugada en la que Colón llegó a nuestras costas. Pero la herida sigue abierta.
La dignidad, sin embargo, también sigue en pie. Los pueblos originarios no son un vestigio del pasado: son el corazón vivo de nuestra identidad continental.
Reivindicar su lucha no es mirar hacia atrás: es construir un futuro justo, soberano y libre de todo colonialismo.
“No fue un descubrimiento. Fue una invasión. Pero también fue el inicio de una resistencia que no ha podido ser vencida.”
✊🏾 12 de Octubre: Día de la Resistencia de los Pueblos Originarios
🪶 Memoria, verdad y dignidad.