Xin chào | Mea culpa


La victoria del pueblo vietnamita es un ejemplo de la total superioridad de la mente humana sobre la tecnología militar.

Neil Shihan

Universidad de Cornell

27/09/2024.- Incontables registros fotográficos de medio tono, sobre todo referidos al medio siglo (1858-1945) de la ocupación francesa en Indochina, saturan las salas de los museos vietnamitas, como los cinco pisos de lo que fuera el Palacio de la Independencia, ubicado en la antigua capital del sur, hoy Ciudad Hồ Chí Minh.

Las gráficas acerca de la masacre de My lai o Son my (1968), producen silencio casi absoluto, acaso un sollozo. Llegar a ese quinto piso de lo que fuera el Palacio de la Independencia es suficiente. De allí los visitantes bajan en absoluta calma, muchos secándose las lágrimas. Al lado, un taller infantil entretiene a la chiquillada para que no penetre en el mundo de My lai.

Llegar al Museo de la Independencia de Thành phố Hồ Chí Minh (Ciudad Ho Chi Minh) significa arribar a la era de la agresión estadounidense, porque de entrada te espera en Hanói una cadena impresionante de museos que inevitablemente forman parte de la diversidad de propuestas turísticas. Entre ellas, destaca Hỏa Lò: lo que fuera la tétrica cárcel francesa, con guillotina incluida, por decir poco.

También puedes conocer el Museo de la Historia de la Guerra, frente a la plaza Lenin, además el imponente Museo Hồ Chí Minh, muy cerca del Mausoleo, o el Museo B-52, dedicado a los gigantescos bombarderos B-52 que borraron pueblos del mapa indochino con sus ataques.

La verdad en un clic

El veterano reportero Phan Toàn, de 41 años de edad, nacido en la provincia central de Há Tinh, Vietnam, cámara rusa Zenit en ristre, congeló para la eternidad una imagen el 20 de septiembre de 1965, cuando el piloto William Andrew Robinson era capturado en Hương Khê, provincia vietnamita de Hà Tĩnh, tras ser derribado por la guerrilla del FLN el helicóptero artillado US F4H con el cual el militar gringo ametrallaba la zona.

El avezado hombre de prensa corrió hacia el lugar donde descendía el paracaídas del corpulento joven de 22 años de edad, dos metros de estatura y 125 kilogramos de peso. Al enfocar con su cámara rusa, apareció en el visor de su Zenit Nguyễn Thị Kim Lai, una pequeña guerrillera de 17 años, de solo un metro con 47 centímetros de estatura y 37 kilos de peso, con su modesto casco de guerra y un fusil en la mano. Phan Toàn no vaciló en darle un clic al obturador de su 35 mm ante la contrastante imagen que simbolizaba la desigual confrontación armada en la cual la mayor potencia militar del mundo trataba de someter a un pequeño país campesino, para el momento de unos veinte millones de habitantes, ubicado al este de la península Indochina. En 1966, la gráfica de Toàn fue presentada en una exposición nacional y un año después fue impresa en un sello postal que recorrió 167 países, incluido Estados Unidos.

Phan Toàn, quien falleciera en Hanói el 8 de diciembre de 2020, tituló su primicia como O du kích nhỏ. En vietnamita, “o” es una expresión amable hacia las mujeres, utilizada en especial en la región central. La frase total traduce al castellano: “La pequeña guerrillera”, que muy bien podría titularse “David y Goliat”.

La imagen de la pequeña Kim Lai, a la derecha del Goliat gringo, le dio la vuelta al mundo en 1965 por su profundo contenido semántico, cuando plantea el símbolo del poder militar imperial en la corpulencia de un piloto yanqui capturado, al frente de la pequeña figura de una combatiente victoriosa que lo atrapa en plena selva.

El mea culpa

El piloto Robinson pasó siete años y cinco meses en la prisión Hỏa Lò de Hanói, lugar que los mismos pilotos gringos bautizaron como “Hanói Hilton”, porque ahí tenían las comodidades más elementales, en contraste con las mazmorras activadas durante la era Bush y Obama en Irak o Guantánamo (Cuba). Se trató de una de las detenciones de guerra más prolongada en la historia militar para Estados Unidos, donde han muerto en prisión muchos líderes revolucionarios.

Treinta años después, el gigante Robinson visitó la aldea Hà Tĩnh, para manifestar mea culpa a la pequeña guerrillera Kim Lai, quien lo capturó tras ser derribado el helicóptero artillado US F4H con el cual había causado daños profundos en Hà Tĩnh y poblados cercanos.

En Hoa Lơ estuvo prisionero el senador y excandidato presidencial estadounidense John McCain, cuyo avión fue derribado bajo el cielo de Hanói el 26 de octubre de 1967. El conocido personaje fue rescatado por unos pescadores en el lago Truc Bach. Cerca de ese acuífero, una placa recuerda el dramático momento que vivió en el lugar el político estadounidense, que fue piloto durante la agresión militar de EE. UU. al pueblo vietnamita. McCain, ya senador, visitó en dos oportunidades el Museo Hoa Lơ, ubicado en la calle Hai Ba Trung.

Muchos exsoldados, sobre todos oficiales estadounidenses, han visitado Hoa Lơ para agradecer a los vietnamitas el trato humano que recibieron en ese lugar y para donar objetos y recuerdos de sus años como prisioneros.

Un ejemplo es la familia del excomandante de la Marina Walter Eugene Wilber, quien fue entregado a los Estados Unidos en 1973. Los descendientes de Wilber han visitado en dos oportunidades el referido museo, al cual han donado libros, diarios, fotografías y otros objetos que el excomandante utilizó como prisionero.

Son millares las fotografías que relatan la vil agresión vivida por el pueblo vietnamita, durante 98 años, por parte de franceses, japoneses y estadounidenses. Tal es el caso de la niña Phan Thị Kim Phúc, quien fue captada en una fotografía por el reportero de la AP, Nick Ut. En ella, aparece la escolar corriendo por un camino de la aldea Trang Bang, cerca de la frontera Camboya/Vietnam del sur, afectada por el napalm blanco lanzado por aviones yanquis.

No menos dramática es la imagen en blanco y negro, reseñada en una calle de Saigón, cuando el bonzo Thích Quảng Đức, en posición de loto ante una gran cantidad de personas, tras derramarse gasolina, encendió el fósforo que produjo las llamas protestatarias contra las atrocidades de los militares estadounidenses en el sur de Vietnam. Dos años más tarde, Norman Morrison, un joven exsoldado gringo, imitó al monje budista frente al Pentágono para decirle no a la guerra.

Si la inmolación de Quảng y Morrison constituyeron poca cosa, otro registro en blanco y negro fue congelado por la cámara del corresponsal de la AP, Eddie Adams, en una calle del barrio chino Chợ lớn de Saigón, el 1.º de febrero de 1968. Esta vez, el drama no fue tan lento; no hubo llamas, solo se vio el fogonazo del disparo del jefe de la policía de Saigón, Nguyễn Ngọc Luân, cuando impactaba la cabeza, a pocos centímetros, del guerrillero Nguyễn Văn Lém. Días después, el reportero gráfico Eddie Adams mostraba orgulloso a sus colegas otro premio Pulitzer sobre la “guerra contra el comunismo”.

Ángel Miguel Bastidas G.

Fuentes consultadas:

Quán Thành, Đ. (2015). Vietnam 1975: a time for remembrance. Vietnam: Editorial Thế Giới.

Nguyên, H. T. (2010). Vietnam, guerra de liberación (1945-1975). Vietnam: Editorial Thế Giới.

Comentarios de Facebook