Para debilitar el fascismo es necesario ser anticolonialistas


Al Mayadeen /Resumen latinoamericano, 20 de septiembre de 2024.

foto: Profesor de la Universidad de California en Estados Unidos, el puertorriqueño Ramón Grosfoguel.

Si los pueblos latinoamericanos desean ser eficientes frente al colonialismo deben prestar atención al tema de la descolonización mental en la educación, en las estructuras de la autoridad política, en el ejército, descolonizar el Estado y la cultura

El fascismo es el bombero del capitalismo y si queremos debilitarlo tenemos que ser anticolonialistas y acabar con las estructuras de dominación y paradigmas mentales como el racismo, subrayó el profesor de la Universidad de California en Estados Unidos, el puertorriqueño Ramón Grosfoguel.

A juicio del experto, el ascenso del fascismo ocurre hoy en muchos lugares del primer mundo, sobre todo en Europa, pero llama la atención que desde esos países no nace la  convocatoria para investigar y profundizar en su historia, como sugirió  el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,  durante la sesión de la XXIII Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos,  celebrada en Caracas, en abril de 2024.

En la serie Apuntes para una agenda de investigación antifascista y descolonial trasmitida en su canal de Youtube, Grosfoguel señaló que ese tipo de demanda no puede generarse en el Viejo Continente porque es evidente la decadencia del pensamiento crítico de la izquierda al no dar respuesta a los desafíos y a la lucha a desarrollar para combatirlo.

Según el académico, la historia del fascismo tiene sus raíces en la etapa colonial o en los métodos de colonización usados contra todo el sur global. 

Los métodos fascistas practicados en Europa por el líder del movimiento nazi en Alemania, Adolfo Hitler, fueron los mismos empleados por los imperios europeos en la dominación colonial en diferentes partes del mundo, incluido esclavizar poblaciones.

Por tanto, Hitler no debe ser interpretado como anomalía de la modernidad capitalista occidental porque es parte de la continuidad del colonialismo. Desde 1492 hacia acá, los colonizadores no hicieron otra cosa que clasificar la mayor parte de la población del mundo como seres inferiores, sujetos a ser exterminados. 

Grosfoguel comparte la opinión del dramaturgo e intelectual de Martinica,  Aimne Césaire de que el fascismo no es otra cosa que el ejercicio de las formas autoritarias y de dominación del colonialismo.

Césaire no miró a Hitler como una anomalía porque el Caribe conoció muchos Hitler en los últimos cinco siglos, y vivió el exterminio de poblaciones, el genocidio, la esclavitud, la explotación y la tortura del de los colonialistas holandeses, franceses,  españoles, portugueses, estadounidenses, alemanes y británicos. 

Todos estos imperios llevaron a la región caribeña la lógica de dominación colonial revertida sobre ellos mismos durante los años 20, 30 y 40 del siglo pasado, durante la depresión económica mundial. 

En aquel momento la obsesión era con los movimientos comunistas porque el sistema imperial los veía como una amenaza a sus intereses, recordó.

Además, la existencia de la Unión Soviética generó temores en las élites europeas de que los obreros de sus países fueran de alguna manera a simpatizar o a seguir el camino de la Revolución bolchevique. 

Entonces, ante fantasma que recorrío Europa, como dijo Carlos Marx, el fantasma del comunismo, los imperialistas europeas optaron por el camino del fascismo.

Por tanto, apuntó Grosfoguel, los métodos autoritarios brutales de dominación, de exterminación, de esclavización, de colonización, usados toda una vida contra el tercer mundo, ahora son retomados en Europa para poner orden y disciplinar a los pueblos y evitar tomen el camino del socialismo.

La ideología racista como expresión del fascismo

Durante la disertación, Grosfoguel analizó la ideología racista como expresión del fascismo.

La obsesión de los fascismos europeos en el siglo XX fue contra los judíos, para ello canalizaron como chivo expiatorio el descontento de los trabajadores contra esa colectividad étnico-religiosa y cultural.

El fascismo en Europa siempre canalizó la energía de descontento contra obreros y no contra el sistema. Su base racista le sirvió de cemento para unir sectores que de otra manera hubieran sido enemigos del nazismo porque los colonizaron y dominaron con la invasión militar.

A criterio de Grosfoguel, los fascismos del siglo XX diseñaron un aparente estado de bienestar. 

En sus campañas contra la Unión Soviética, ellos proveyeron a las clases trabajadoras de sus países de algunos logros relacionados con la salud, viviendas públicas y hicieron ciertas concesiones para cooptarlos al sistema de dominación fascista para salvar al capitalismo de su debacle. 

No podemos hablar de fascismo sin analizar el sionismo

Para Grosfoguel, el fascismo del siglo XXI es neoliberal, lo privatiza todo, es la ley de la selva del mercado.

En ese punto, explicó, el racismo sigue presente, pero es islamófobo. En Europa, en particular, la islamofobia es el mecanismo para encauzar el descontento de las grandes masas.

Por tanto, a su juicio, es imposible hablar hoy del fascismo a escala mundial sin discutir el sionismo, brazo del imperialismo colonialista y de agresión contra los pueblos en Medio Oriente, de manera inmediata. 

El sionismo no solo interviene en la región el Medio Oriente, está presente en todo el mundo, en Estados Unidos, Europa, América Latina, África, y financia a los grupos de extrema derecha en todo el mundo.

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