Luego de 27 años transcurridos, un acto criminal sin impunidad


La Habana (Prensa Latina) El 4 de septiembre de 1997, manos asesinas personificadas en el mercenario salvadoreño Ernesto Cruz León, pagadas por la CIA a través del criminal Luis Posada Carriles, hicieron detonar una bomba en el lobby del hotel Copacabana, en esta capital, que causó la muerte casi instantánea del joven italiano Fabio Di Celmo.

  • septiembre 4, 2024

Por Noel Domínguez

Periodista de Prensa Latina

Fabio era un noble y romántico turista italiano que daba sus primeros pasos de empresario con su padre Giustino di Celmo; contaba entonces solo con 32 años cuando un poco después del mediodía, estallaba la bomba que no permitiría que el joven italiano llegara con vida a la Clínica Central Cira García, de La Habana.

Tan inmenso acto criminal no quedó impune, tal y como nos enseñara el Comandante en Jefe Fidel Castro con la masiva respuesta de aquel otro atentado, el del avión de Cubana, ambos con iguales responsables, y su visionario legado: Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla.

Años después se organizó y llegó a feliz término la más argumentada imputación cinematográfica de esos abominables hechos. Paradójicamente la denuncia fílmica estuvo a cargo del director de cine italiano Ángelo Rizzo (El loco soñador, Fairway, entre otras cintas), en una coproducción donde participaron también productores italianos y españoles.

La experta guionista cubana Nilda Rodríguez (En silencio ha tenido que ser) y el productor ejecutivo también documentalista José Luis Lobato, con una vasta experiencia (Balseros, En fin el mar, Siempre Habana) fungieron en el equipo de dirección del film.

El proyecto que en principio se llamó El muchacho del Copacabana y se convirtió luego en Cuando la verdad despierta, frase de nuestro Apóstol, José Martí, no estuvo exento del bloqueo de Estados Unidos desde sus inicios en noviembre de 2005.

Porque mientras Rizzo preparaba el rodaje en La Habana, sufrió en carne propia las agresiones al ver cómo le escamoteaban de las manos actores con los que ya había pactado como Willem Dafoe, Val Kilmer, Peter Weller y George Loros.

Posteriormente, el 16 de septiembre del 2006, después de estrenado el film en escenarios europeos, el insistente y revolucionario director italiano sufrió en su patria varios atentados, uno de ellos con bombas frente a su residencia quemándose dos de sus autos. Un mensaje intimidatorio estaba escrito en una hoja dejada en el jardín: “Vattene a Cuba” (Vete a Cuba).

Silvio Rodríguez, quien facilitó sin coste alguno el tema musical de su autoría, había alertado que la politización de la película pudiera resultar contraproducente con su exhibición europea (comienza con las palabras del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, en la Tribuna Antiimperialista “José Martí” el 20 de mayo de 2005, donde detalla de manera minuciosa la cadena de hechos terroristas).

La loable denuncia fílmica también contó con la Casa Productora Trimagen y la Agencia Caricatos de la Uneac, además de servicios de los Estudios Cubanacán del Icaic y el respaldo de numerosas instituciones del país, principalmente del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Entrevistado después, el productor ejecutivo de la película, el cubano José Luis Lobato, acotó: “El thriller fue el género que consideramos era el más indicado para llegar a un público más amplio, porque, en síntesis, nuestro interés estaba en, mediante la historia, poner al descubierto el terrorismo en toda su extensión; mostrar las caras de los que mueven los hilos no tan invisibles: el presidente de Estados Unidos, funcionarios de la CIA, la Fundación Nacional Cubano-Americana y otros…”.

“La película puede gustar o no; ser regular, buena o mala, pero pienso que puede comunicar, interesar, crear conciencia, que es al final lo que perseguimos. Esta es otra oportunidad para exponer la política de terrorismo que ha existido durante más de 60 años contra Cuba, cuyos efectos son similares a los de las Torres Gemelas, a los del ataque a Tavistock Square en Londres o a la Estación de Atocha, de Madrid, por solo citar algunos ejemplos.

“Porque está claro que no se trata de un terrorismo particular, sino del gran terrorismo, ese que ningún ciudadano honesto del mundo puede dejar de combatir”, argumentó.

Interrogado por el diario Juventud Rebelde sobre la significación que tenía para él Cuando la verdad despierta, Giustino di Celmo (1920-2015), señaló entonces: “Actualmente pocos directores de cine se atreven a hacer películas como esta. Lo importante de Cuando la verdad… no es que está inspirada en Fabio, una víctima inocente del terrorismo contra Cuba, sino que porta un mensaje dirigido esencialmente a aquellos que tienen en sus manos el destino del mundo”.

Este didáctico y esforzado film que evidenció mundialmente tan aberrante crimen constituyó una ejemplar respuesta a un acto criminal sin impunidad; Cruz León fue condenado en 1999 a 30 años de prisión por delito de “terrorismo con carácter continuado”, conmutada la pena de muerte gracias a la condescendencia de la Revolución cubana.

arb/ndm

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