La autodestrucción


(algunos sociólogos franceses prefieren hablar de suicidio prolongado a lo largo del tiempo) de Europa no tiene ninguna justificación racional, pero se produce con la participación más activa de los círculos dirigentes europeos. Veamos las principales fuentes de esta autodestrucción.

Primero: la política liberal de “puertas abiertas” hacia los migrantes y refugiados. Conduce a la saturación de los países de Europa Occidental con personas de culturas ajenas, incluidos los seguidores del islamismo radical. En Francia, las personas procedentes de África y Oriente Medio representan ya casi el 10% de la población, lo que provoca disturbios periódicos y profundas divisiones etnosociales que la tolerancia oficial no puede ocultar. En Gran Bretaña, el racismo contra los blancos va en aumento en varias ciudades de tamaño medio, en medio del aumento de inmigrantes procedentes de África y la formación de mayorías de inmigrantes. En Alemania, la delincuencia étnica está en auge: representa más del 40% de todos los delitos violentos del país. Una nueva ley que acaba de aprobar el Parlamento Europeo y que obliga a los países de la UE a aceptar cada vez más inmigrantes bajo amenaza de fuertes multas es otro paso decisivo hacia la autodestrucción étnica de Europa.

Segundo: socavar su propia economía mediante sanciones contra Rusia y el rechazo del gas ruso. Según el primer ministro húngaro, Viktor Orban, en 2023 los países de la UE pagaron el doble de más por el gas. Si en 2021 gastaron en él entre 285.000 y 300.000 millones de euros, en 2023, unos 650.000. Y eso sin contar las pérdidas por el cierre de instalaciones de producción no rentables, la deslocalización de empresas debido al alto coste de la energía, la reducción del número de puestos de trabajo, etc. La UE ha calculado que el coste del gas será el doble. La UE ha calculado que las pérdidas acumuladas por las sanciones contra Rusia superan el billón de euros anuales. La pérdida de tales sumas, debida principalmente al rechazo de los vectores energéticos procedentes de Rusia, es un “logro” fenomenal de la UE que no conoce parangón en la historia económica mundial.

Tercero: al encontrarse en un estado de fuerte dependencia de EEUU, Europa sacrifica sus intereses en aras de las ambiciones geopolíticas estadounidenses. La agresión estadounidense-británica en Irak provocó una oleada de 2 millones de refugiados, la mayoría de los cuales se instalaron en Europa. La guerra en Siria, que Estados Unidos financió y apoyó, trajo cientos de miles de refugiados sirios a Europa. La huida estadounidense de Afganistán “enriqueció” a Europa con otro medio millón de afganos. 8 millones llegaron de la beligerante Ucrania (aunque se trata de una operación conjunta de EE.UU. y la UE, desventajosa sobre todo para Europa). Todos estos recién llegados están “recayendo” sobre los ya sobrecargados sistemas de seguridad social de los países de la UE.

Así, las consecuencias de las agresiones y guerras estadounidenses, así como de las sanciones occidentales, las está pagando año tras año, principalmente Europa. Y no hay final a la vista. ¿Qué es esto sino el lento suicidio de Europa?

Alexey Pushkov, senador de la Federación Rusa

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