Los rostros visibles de una masacre


La operación planificada y sistemática de exterminio contra el pueblo palestino es una vergüenza para la humanidad

Autor: Yeilén Delgado Calvo | nacionales@granma.cu

21 de marzo de 2024

Foto: Ilustrativa

Invisibilizar, tergiversar, normalizar, anestesiar, son esas las recetas a las que acuden el proyecto sionista y sus poderosos mentores en el propósito de exterminar a Palestina: hacer creer que la tierra robada es una tierra sin pueblo y, en tanto, que la población árabe asentada allí por siglos no existe; y apelar a que el mundo se acostumbre a las matanzas televisadas, a las cifras espantosas, y mire hacia otro lado.

No basta con los kilómetros de suelo arrebatado, con los cientos de miles de hombres y mujeres que desde 1948 guardan títulos de propiedad y llaves de hogares que no han vuelto a ver, desplazados en su propio país, ni con la dolorosa diáspora de los refugiados.

Desde octubre del año pasado una nueva masacre, otra más, se cierne sobre los palestinos. Al efecto devastador de las armas se suma ahora el hambre, pero Tel Aviv –en un alarde casi increíble de prepotencia e impunidad– ha dicho que terminarán el trabajo, la campaña militar en Rafah no se detendrá; en ese fragmento de territorio, al sur de Gaza, donde cerca de un millón y medio de personas se aferran a la vida, una incursión terrestre sería devastadora.

¿Pero realmente hace falta más horror para que la presión internacional deje de ser «creciente» y pase a total y activa? La agencia de la onu para los refugiados palestinos (unrwa) ha afirmado que más niños han sido asesinados allí en los últimos meses que en cuatro años de conflictos en todo el mundo.

Imaginemos solo el rostro de un niño por nosotros querido, visualicemos su inocencia, y multipliquemos el horror de perderlo por más de 12 000.

Sigamos poniendo rostros cercanos a los datos: según la Unicef, unos 17 000 niños palestinos se encuentran sin compañía o separados de sus familias, y toda la población infantil presenta afectaciones a su salud mental, casi un millón.

El Programa Mundial de Alimentos declara  que el hambre ha alcanzado niveles catastróficos y que solo ha podido llegar un «goteo de ayuda». Cuando la hambruna es casi inminente, sobre todo al norte de Gaza, la respuesta sionista es atacar uno de los pocos centros de distribución de la unrwa que quedan en la Franja.

Mientras tanto, las madres puérperas, sin alimento, agua potable, ni atención médica, agotadas y traumadas por la guerra, tienen poca capacidad para amamantar. Carentes de leche materna y de fórmula, los bebés son los más propensos a deshidratarse, desnutrirse, y desarrollar graves padecimientos como la insuficiencia renal.

En enero, las agencias de la onu alertaban que uno de cada seis niños menores de dos años estaba gravemente desnutrido, y el tres por ciento requería tratamiento urgente. En la actualidad, varios han fallecido por esa causa.

El padre de Ali, uno de ellos, dijo que su hijo había muerto de hambre delante del mundo entero, y se preguntaba cuál sería el destino del resto: ¿salvarse o morir?

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