USA y la legitimación de holocaustos


Por Alí Ramón Rojas Olaya

En 1854, el mismo año en que Simón Rodríguez fallece físicamente en el pueblo peruano de Amotape, el presidente de Estados Unidos Franklin Pierce quiso comprar el territorio de los indios Suwamish. El jefe indio Seattle le respondió: “El gran jefe de Washington manda palabras, quiere comprar nuestras tierras. El gran jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranzas. Esto es amable de su parte, puesto que nosotros sabemos que él tiene muy poca necesidad de nuestra amistad. Pero tendremos en cuenta su oferta, porque estamos seguros de que si no obramos así, el hombre blanco vendrá con sus pistolas y tomará nuestras tierras”.

Simón Rodríguez explica con sarcasmo el fondo del proyecto imperialista tal y como es entendido por los países agresores: “las grandes naciones no pueden subsistir sin colonias”. De hecho, “la conquista es un medio violento, que la humanidad reprueba… es verdad— no obstante, si es menester usar de alguna violencia, no se deberá omitir una que otra guerrita, por el bien de la humanidad misma”.

¿Qué es legitimar?

Legitimar es probar o justificar la verdad de alguna acción conforme a las leyes. Se legitima un acto, una persona o un documento cuando se reconoce su carácter legítimo, conforme con la justicia, la razón o la verdad. Para el jurista español Elías Díaz, en sentido general, “legitimar es justificar”, y políticamente “consiste en tratar de justificar de modo racional la fuerza que está detrás del Derecho y del Estado”. Para Simón Rodríguez, “la legitimidad es un abuso tolerado”.

Masacres de Shenandoah y Wounded Knee

En 1864, el general Philip Henry Sheridan venció a las fuerzas confederadas en el valle Shenandoah y la destrucción que realizó de la infraestructura económica en el valle, llamada “La Quema” por los residentes, fue uno de los primeros usos de la táctica de tierra arrasada en la guerra. Sus palabras son elocuentes: “El único indio bueno es el indio muerto”.

El 29 de diciembre de 1890, los exterminadores del 7º Regimiento de Caballería asesinan en Wounded Knee, Dakota del Sur, a 300 personas, de las cuales 200 son mujeres y niños. Los primeros días de enero de 1891, los criminales fueron galardonados con la prestigiosa Medalla de Honor.

La masacre de Wounded Knee fue una reacción gringa a un movimiento religioso que dio una fugaz esperanza a los indios de las llanuras cuyas vidas habían sido trastornadas por la colonización blanca. El movimiento de la Danza Fantasma se extendió por las tribus indígenas del Oeste americano a partir de la década de 1870. Se basaba en una serie de enseñanzas de los curanderos paiute, que profetizaban que una próxima convulsión conduciría a la erradicación de los hombres blancos de la Tierra y al resurgimiento de los nativos americanos.

El levantamiento de los bóxers

El levantamiento de los bóxers fue un movimiento, iniciado en el año de 1898, coincidiendo con la Reforma de los Cien Días, y finalizado el 7 de septiembre de 1901, surgido en la China de la dinastía Qing contra la intervención imperialista de las grandes potencias occidentales y el Imperio Japonés, tanto territorial, política, económica, religiosa y culturalmente, en lo que se conoce como «el siglo de la humillación». El movimiento fue reprimido por un sector del ejército chino por órdenes de Estados Unidos y fuerzas militares europeas y japonesas. Se estima que más de 100.000 personas fueron asesinadas durante el conflicto.

Genocidio en Filipinas

En 1898, el presidente estadounidense William McKinley tuvo un sueño: Dios le habló y le dijo: “No devuelvas las Islas Filipinas a España. Eso será cobardía y un acto deshonrado. Tampoco dársela a Francia o Alemania. Eso será mal negocio. No dejes que se gobiernen por sí mismos. No son capaces de gobernarse. Habrá anarquía y caos peor que lo de España. Hay que apoderarse de todas las islas y educar los filipinos, civilizar y cristianizarles”. A los pocos días, tiene lugar la guerra hispanoestadounidense. España, en calidad de perdedor, cedió la Capitanía General de Filipinas a los Estados Unidos como parte del acuerdo de paz, sin consultar al pueblo filipino. Esto desencadenó un conflicto entre las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y la Primera República Filipina revolucionaria bajo la presidencia de Emilio Aguinaldo.

El general de brigada Jacob H. Smith instruyó al mayor Littleton Waller, oficial al mando de un batallón de 315 marines estadounidenses: “no quiero prisioneros. Quiero que mates y quemes, cuanto más mates y quemes mejor y más me complacerá. Quiero que mueran todas las personas que sean capaces de portar armas en hostilidades reales contra los Estados Unidos”. Littleton Waller respondió: “Me gustaría saber el límite de edad a respetar, señor”. “Diez años”, respondió Smith. “¿Las personas de diez años o más son aquellas designadas como capaces de portar armas?”. “Sí”. Smith confirmó sus instrucciones por segunda vez.

Siguió una masacre sostenida y generalizada de civiles filipinos mientras las columnas estadounidenses marchaban por la isla. Se cortaron todos los alimentos y el comercio, y se produjo la destrucción generalizada de tierras, hogares y animales de tiro, con la intención de someter a los revolucionarios filipinos y a la población civil por hambre. Smith usó sus tropas en barridas del interior en busca de bandas guerrilleras y en intentos de capturar al general filipino Vicente Lukbán, pero no hizo nada para evitar el contacto entre la guerrilla y la población. Littleton Waller, en un informe, afirmó que durante un período de once días sus hombres quemaron 255 viviendas, dispararon contra 13 carabaos y mataron a 39.000 personas. Un informe escrito por el general J.M. Bell en 1901 dice: “Me estoy reuniendo ahora en la vecindad de 2500 hombres que se utilizarán en columnas de unos cincuenta hombres cada una. Tomo un grupo grande con el propósito de registrar minuciosamente cada barranco, valle y el pico de la montaña para dar con los insurgentes y su comida, esperando destruir todo lo que encuentre fuera de las ciudades. Todos los hombres sanos serán asesinados o capturados. Estas personas necesitan una paliza para enseñarles algo de buen sentido común; y deberían tenerlo por el bien de todos los interesados”.

El premio Nobel Rudyard Kipling

El escritor británico Rudyard Kipling, autor de «El libro de la selva», «El hombre que pudo ser rey» y «Si…» y acreedor del Premio Noberl de Literatura en 1907, escribió el poema «La carga del hombre blanco» (The white man’s burden) el cual fue publicado originalmente en la revista popular McClure’s en 1899, con el subtítulo «The United States and the Philippine Islands» («Los Estados Unidos y las Islas Filipinas»).

Los versos séptimo y octavo de la primera estrofa estereotipan a los filipinos como “gentes recién capturadas y hoscas, mitad diablo y mitad niño”. En este poema, Kipling invita al hombre blanco a conquistar y asumir el gobierno del mundo, como un servicio a las personas “no blancas” aun sabiendo que ello traería “el odio de aquellos que custodiáis”. La justificación es una ingrata y altruista obligación del dominio de la raza blanca sobre las supuestas “razas inferiores”.

Holocausto en Indonesia

Tras independizarse del Reino de los Países Bajos en 1949, el líder indonesio Sukarno se convirtió en el primer presidente del país decidido a unificar todas las islas que configuran el archipiélago bajo la bandera de la lucha anticolonial, la declaración en la independencia y la visión de la justicia social. Sukarno reunió al nacionalismo anticolonial, elementos del Islam y movimientos marxistas para crear un proyecto político de izquierda convirtiéndose en una de las voces más fuertes del movimiento de países no alineados.

Este proyecto no gustó en Estados Unidos. A partir de 1955, Indonesia se consideró un problema para Washington. Los gringos intentaron poner remedio e hicieron “un primer intento que consistía simplemente en canalizar dinero hacia el partido musulmán conservador”. Eso no funcionó, así que “la CIA fomentó y participó en una guerra civil en el país, lanzando bombas y matando a civiles inocentes”.

Pero esa estrategia se hizo pública y el gobierno yanqui cambió de táctica “pasando a entrenar al ejército indonesio” hasta que en 1964 “los servicios de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido empezaron a agitar clandestinamente un enfrentamiento entre un PKI desarmado y el ejército indonesio bien armado”. Hasta que el 30 de septiembre de 1965 se desató la represión contra el Partido Comunista de Indonesia (PKI). “Miembros de las fuerzas armadas secuestraron a oficiales de alto rango y después declararon que habían salvado a Indonesia de un golpe contrarrevolucionario, se produjo un caos y el general Suharto tomó el control del país ilegalmente y culpó a los comunistas”. Fue la génesis del holocausto: “las potencias occidentales reconocieron de inmediato a Suharto como líder de facto y le ayudaron a difundir esa propaganda”. Las empresas privadas occidentales de comunicación social no difundieron el holocausto que acabó con la vida de un millón de seres humanos.

Franja de Gaza

El genocidio que el Estado Sionista de Israel despliega en la Franja de Gaza se traduce desde el 7 de octubre hasta el fin del año 2023, en 21822 seres humanos asesinados, incluido un porcentaje significativo de niñas y niños. El 60% de la infraestructura del territorio ocupado está destruida y casi dos millones de residentes se han desplazado en medio de una grave escasez de alimentos, agua potable y medicinas.

Bomba atómica contra Venezuela

La cifra de mortandad en la Franja de Gaza es igual a la cantidad de personas fallecidas en Venezuela anualmente desde el 8 de marzo de 2015, aciago día en que el presidente Barack Obama firmó la Orden Ejecutiva 13692, que se apoya en la Ley de Poderes Económicos en Emergencias Internacionales, Ley de Emergencias Nacionales y la Ley de Defensa de Derechos Humanos y la Sociedad Civil de Venezuela 2014, con la que declaró a Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos”.

El 26 de abril de 2019, los economistas estadounidenses Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs publicaron un estudio a través del think tank de Weisbrot sobre el potencial efecto de las medidas coercitivas unilaterales, que ellos llaman sanciones, en el pueblo venezolano. “Las sanciones redujeron la ingesta calórica de la población, aumentaron las enfermedades y la mortalidad y desplazaron a millones de venezolanos, que huyeron del país como producto del empeoramiento de la depresión económica y la hiperinflación”. Para cuantificar el efecto, los autores concluyen que las sanciones “han infligido daños muy serios a la vida y salud humanas, incluyendo 40.000 muertes entre 2017 y 2018”. Entre las fuentes utilizadas por estos investigadores está la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi). Si suponemos una media anual de 20000 muertes y asumiendo una regresión lineal, podríamos inferir que esta cifra llegó al 31 de diciembre de 2023 a 180000 seres humanos fallecidos, la mayoría pacientes con enfermedades crónicas y niñas y niños en estado de vulnerabilidad. El equivalente a las dos bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki los días 6 y 9 de agosto de 1945.

¿Quiénes son los salvajes?

En aquella carta al decimocuarto presidente de los Estados Unidos, el jefe Seattle explica: “¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esta idea es extraña para mi pueblo. Si hasta ahora no somos dueños de la frescura del aire o del resplandor del agua, ¿cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo. Cada parte de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada brillante espina de pino, cada orilla arenosa, cada rincón del oscuro bosque, cada claro y zumbador insecto, es sagrado en la memoria y experiencia de mi gente”.

El jefe Seattle, recalca: “Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende nuestras costumbres. Para él, una porción de tierra es lo mismo que otra, porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemigo, y cuando él la ha conquistado sigue adelante. Él deja las tumbas de sus padres atrás, y no le importa. Así, las tumbas de sus padres y los derechos de nacimiento de sus hijos son olvidados. Su apetito devorará la tierra y dejará detrás un desierto. La vista de sus ciudades duele a los ojos del hombre piel roja. Pero tal vez es porque el hombre piel roja es un salvaje y no entiende. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de los hombres blancos. Ningún lugar para escuchar las hojas en la primavera o el zumbido de las alas de los insectos”.

Simón Rodríguez llama salvajes a todos los saqueadores de riquezas. Para este político inmortal, “la posesión o la apropiación de lo perteneciente a un particular, o de lo que reclama el bien general, se sostiene, también, con el ejemplo de los salvajes, que gozan de lo que adquieren, y son dueños de lo que poseen, por derecho de fuerza—y a más, con la práctica de las naciones cultas, que amparan en la actual posesión, y protegen la propiedad de cosas…. mal adquiridas…. mal transmitidas…. y mal empleadas…. por leyes que atienden más al porque conviene, que al porque es justo”.

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