José Stalin, una biografía necesaria. Recordándolo a 135 años de su nacimiento


Por: Acercándonos Ediciones
Publicado: 18/12/2023

Iósif Stalin es una de las figuras más controvertidas y enigmáticas en la historia de la Unión Soviética y el mundo y todavía objeto de acaloradas discusiones y debates. Fue el secretario general del Partido Comunista desde 1922 y el líder único de la Unión Soviética desde finales de 1920 y hasta su muerte en 1953.

La magnitud de las represalias aturde y horroriza aunque hasta ahora, en Rusia y en los sectores esclarecidos del marxismo mundial, abundan las opiniones de que estas fueron una medida necesaria e inevitable bajo aquellas circunstancias de violencia que ponía en peligro el gobierno de los trabajadores.

Hasta la Revolución de 1917 Stalin usó varios apodos. El más conocido después de Stalin fue Koba, y así le seguirían llamando en determinadas ocasiones sus viejos compañeros de partido. También uso el sobrenombre de Dzhugashvili, su apellido real. De padre zapatero y madre hija de un campesino, Iósif Dzhugashvili nació el 21 de diciembre de 1879 en Gori, Georgia, en el seno de una familia humilde. Fue el único de cuatro hermanos que consiguió sobrevivir. Él mismo era muy propenso a la enfermedad y por esa razón su madre lo sobreprotegía.

Ciertas fuentes, sin embargo, mencionan que siendo una mujer severa y religiosa, su madre a menudo recurría a los castigos físicos, que consideraba parte obligatoria en la educación de sus hijos. Las relaciones entre Stalin y su madre eran tan tensas que él ni siquiera asistió a su funeral en julio de 1937, aunque su ausencia en la ceremonia podría explicarse también a los asuntos urgentes que tenía que atender en calidad de jefe del Estado.

A la edad de 5 años, Iósif cayó enfermo de viruela y, aunque sobrevivió, la enfermedad le dejaría marcas en el rostro por el resto de su vida. En 1888, su madre le consiguió una plaza en el colegio de la iglesia local donde tiempo después se prepararía para el sacerdocio. Por petición de su madre, Stalin ingresó en la escuela teológica de Gori, donde se graduó en 1894.

Pese a sus problemas de salud, el joven Stalin terminó la secundaria como uno de los mejores alumnos y fue premiado con una beca en el seminario teológico de Tbilisi. Cuando estudiaba en el seminario, se incorporó a una organización política secreta llamada “Messame Dassy” (Tercer Grupo) donde conoció por primera vez las teorías de Karl Marx.

En mayo de 1899 Stalin fue oficialmente expulsado del seminario por la propaganda de marxismo que llevaba a cabo entre los seminaristas.

Tras abandonar el seminario, Stalin estuvo desempleado, más tarde trabajó de “observador calculador” en el observatorio físico de Tbilisi y escribió artículos para el periódico socialista de Georgia.

Justo después de dejar el seminario, Dzhugashvili se familiarizó con los escritos de Lenin y paulatinamente se convirtió en adepto de la ideología marxista. En 1901 el ex seminarista se adhirió al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Al pasar a la clandestinidad, como miembro de los comités del Partido de Batum y Tbilisi, Dzhugashvili llevó a cabo actividad revolucionaria y propagandística en el Cáucaso, promoviendo huelgas y participando en saqueos de entidades bancarias, secuestros y actos de extorsión. Todos estos delitos eran perpetrados por encargo del Partido Bolchevique a través de numerosos revolucionarios que tenían como meta reponer los escasos fondos de sus respectivos partidos para gestar la toma del poder.

El 16 de julio de 1904, Iósif Dzhugashvili contrajo matrimonio con su primera esposa Ekaterina Svanidse. Tres años después de la boda de Iósif y Yekaterina, esta falleció de tisis. Con Yekaterina, Stalin tuvo su primer hijo, Yákov.

Nacido en 1907, futuro ingeniero y oficial de artillería, Yákov fue tomado prisionero en 1941. Según se cuenta después de la derrota de Stalingrado el alto mando militar propuso a Stalin, a través de la Cruz Roja sueca, intercambiar a Yákov por el mariscal de campo Von Paulus, ex comandante del 6.º Ejército alemán rodeado y eliminado en Stalingrado, pero Stalin respondió: “No cambio mariscales por soldados”. Hay varias versiones del fallecimiento de Yákov en el campo de concentración de Sachsenhausen, adonde fue trasladado tras permanecer en varios campos y cárceles donde no lo pudieron doblegar y hacer colaborar con el mando alemán.

El 18 de abril de 1902 Dzhugashvili sufre su primera detención bajo la acusación de haber coordinado una huelga en la fábrica de Rothschild en Batum. Tras pasar 18 meses en la cárcel, fue deportado a Siberia. En 1904 escapó y al cabo de pocos meses ya retomó su actividad revolucionaria en Tbilisi.

En diciembre de 1905, Dzhugashvili participó como delegado en la primera conferencia del Partido Socialdemócrata de Rusia en Finlandia, donde pudo conocer personalmente a Lenin y adherirse a la doctrina bolchevique de un partido centralista fuerte y de revolucionarios profesionales a la izquierda de la socialdemocracia rusa. En 1907 Stalin asistió al V Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia en Londres, que consolidó el liderazgo de la fracción bolchevique de Lenin y en donde se debatió la estrategia para la revolución comunista en Rusia.

Entre los años 1906 y 1907 Dzhugashvili encabezó la llamada “campaña de expropiación” en el Cáucaso con el fin de recaudar fondos para las necesidades de los bolcheviques.

Fue detenido y enviado a Siberia 7 veces logrando escapar en seis ocasiones, excepto la última. Tras regresar de su último exilio en abril de 1912, el revolucionario se trasladó a San Petersburgo y colaboró en la fundación del periódico Pravda, el principal órgano mediático del Partido Bolchevique. En aquel entonces, Iósif Dzhugashvili adoptó el apellido “Stalin”, que luego utilizaría en sus publicaciones, supuestamente porque proviene de la palabra rusa “acero”.

En 1913, mientras estuvo exiliado en Viena, Stalin escribió un trabajo titulado “El marxismo y la cuestión nacional”, reeditado por nuestra editorial en 2012, que fue muy apreciado por Lenin. El artículo ofrecía un enfoque socialista para la resolución de los problemas nacionales. Desde entonces, Lenin se mostró muy contento con Stalin llamándole “el georgiano maravilloso”. Posiblemente este trabajo, junto con su experiencia laboral en la multinacional Cáucaso, pudo haber contribuido a su nombramiento como Comisario del Pueblo para Asuntos Nacionales luego de la revolución.

Al estallar la llamada “revolución de febrero” de 1917, Stalin regresó a Petrogrado (hoy en día, San Petersburgo) donde asumió la dirección del periódico Pravda. Junto a otro correligionario de Lenin —Lev Kámenev— Stalin se encargó de las decisiones del partido en la capital antes de la llegada de Lenin del extranjero, hecho que se produjo en abril.

Cuando en mayo de 1918 se desató la Guerra Civil, que fue el enfrentamiento entre el Ejército Rojo y el Ejército Blanco antibolchevique, Lenin envió a Stalin a Tsaritsin (actual Volgogrado), cuya defensa encabezó, sin imaginar que esta ciudad, más tarde llamada Stalingrado, se destacaría por otra defensa apuntada a su haber.

Durante la guerra civil rusa y la guerra polaco-soviética de 1919-1921, Stalin fue comisionado político en distintos frentes. El primer cargo que ocupó en el Gobierno de Lenin fue el de Comisario del Pueblo de Asuntos Nacionales (1917–1923).

Entre otras importantes tareas, Stalin fue el comisario del pueblo para la Inspección de los Trabajadores y Campesinos (1919-1922), y miembro del Consejo Militar Revolucionario de la República (1920-1923).



– Lenin y Stalin en el verano de 1917 (Ivan Vladimirov)

En la primavera de 1918, Stalin se casa por segunda y última vez con Nadezhda Alilúyeva, hija de un revolucionario ruso Serguéi Alilúyev, con la cual tuvo dos hijos: Vasili y Svetlana.

Además de sus tres hijos Stalin apadrinó a Artiom Serguéyev, hijo del famoso revolucionario Fiódor Serguéyev, un héroe de la guerra civil rusa y buen amigo de Stalin y Kírov, conocido en la URSS bajo el seudónimo de Artiom, cuyo nombre llevaban en el país varias calles y hasta localidades.

Tras la muerte de Artiom en un accidente, su hijo (posteriormente mayor-general de artillería) fue educado en la familia de Stalin y fue amigo del hijo de su hijo Vasili durante toda su vida. Participó como oficial de artillería y jefe de un destacamento guerrillero durante la Gran Guerra Patria y fue hecho prisionero pero logró sobrevivir. Dejó interesantes memorias sombre el ambiente en la familia de Stalin y sobre el generalísmo mismo en su vida familiar, desmintiendo varios rumores sobre Stalin como monstruo dentro de la familia y sobre la muerte de su segunda esposa, Nadezhda Alilúyeva. En las memorias de Artiom, al igual que en los recuerdos de varias personas que rodearon al mandatario, se retrata al dictador como una persona muy modesta en su vida cotidiana y que intentaba que sus hijos no crecieran mimados.

El segundo hijo de Stalin, Vasili, se graduó en una escuela militar de aviación y se hizo piloto militar. Su ascenso en grados fue vertiginoso. Empezó la guerra a la edad de 20 años con el grado de capitán. Durante la contienda completó 26 misiones de combate y derribó dos aviones alemanes pero en determinado momento el mando de la Fuerza Aérea le prohibió participar personalmente en combates. Cabe destacar que anteriormente había trascendido que el primer hijo de Stalin, Yákov, había caído prisionero, hecho bastante “publicitado” por los alemanes.

En el año 1922 Stalin fue elegido secretario general del partido. Este cargo, hasta hacía poco menospreciado por otros miembros del Buró Político del Partido (órgano rector del Comité Central del Partido), que posteriormente se transformó en el más poderoso del país, fue inteligentemente utilizado por Stalin para situar a sus partidarios en los puestos clave del aparato central del partido. Así, metódica y sutilmente fue abriéndose camino hacia la cúspide del poder, poder que tuvo que disputar contra Lev Trotski, el reconocido líder del partido y fundador del Ejército Rojo, y que además controlaba gran parte de la Policía secreta.

Después de la muerte de Lenin, Stalin aunó fuerzas con Grigori Zinóviev y Lev Kámenev para gobernar el país.

Tras conseguir la “muerte política” de Trotski que disputó el poder dentro del partido contra la linea de Stalin, cambió el curso de su alianza y se unió a Nikolái Bujarin y Alexéi Rýkov contra sus antiguos aliados. A partir de entonces, Trotski, Zinóviev y Kámenev fueron tratados por Stalin como la oposición izquierdista. Durante este período, Stalin abandonó el tradicional énfasis bolchevique respecto a la revolución internacional en favor de una política de construir el “socialismo en un solo país”, en contraste a la teoría de Trotski de la “revolución permanente” errada en ese momento de la historia.

Para su 50 aniversario en 1929, Stalin se estableció como el sucesor reconocido de Lenin y el único y absoluto líder de la Unión Soviética.

En 1929, en el XV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Trotski y Zinóviev fueron expulsados del partido y Kámenev perdió su puesto en el Comité Central. Luego Stalin pudo destituir de sus cargos a los líderes de la llamada “oposición derechista” y sus recientes aliados: Bujarin y Rýkov.

De los planes económicos que Stalin puso en marcha destaca la colectivización e industrialización, poniendo especial interés en el desarrollo de la industria pesada, la cual quedó casi completamente destruida en los años de la guerra civil. El país prácticamente se vio sumido en un fervor industrial. Se construían nuevas y gigantescas factorías alrededor de las cuales surgían nuevas ciudades (como por ejemplo Komsomolsk-en-Amur, en el Lejano Oriente ruso). Al Oriente del país se desarrolló una base metalúrgica y hullera, con filiales en Magnitogorsk y Kuznetsk.

Aparecieron nuevos sectores de la economía, ausentes en la Rusia prerrevolucionaria: el aeronáutico, la producción de tractores y de tanques, el electrotécnico, el químico, etc. La URSS, que era un país agrario, se convirtió en la mayor potencia industrial de Europa.

Para financiar estos ambiciosos proyectos en 1928 Stalin decretó la expropiación de bienes al campesinado, para lo cual se consideró oportuno crear “granjas colectivas”, acción que desembocó en la llamada colectivización de la agricultura dándole tierra a todos los que estuvieran en condiciones de trabajarla.

Otro factor que contribuyó al desarrollo económico del país fue el ambiente generado por la crisis económica mundial, por lo cual sobraban ofertas de maquinaria y plantas enteras por parte de los Estados occidentales y EE. UU. La URSS no desperdició la extraordinaria ocasión y procedió a la contratación de miles de especialistas como, por ejemplo, el famoso ingeniero aeronáutico alemán Junkers, además de fábricas occidentales, algunas en cooperación con la Ford. En 1931 las compras soviéticas constituyeron un tercio de toda la importación de maquinaria mundial, mientras que en 1932 su importe llegó a la mitad.

Casi la totalidad de los recursos recaudados para costear estas enormes adquisiciones provenían de la venta de productos agropecuarios.

Un efecto del gran impulso industrial fue la desaparición total del desempleo. La última bolsa de trabajo se cerró en 1930.



– Stalin junto a Kalinin

La concentración de los recursos en el desarrollo de la industria pesada acarreó serias desproporciones en la economía nacional. La industria ligera no lograba desarrollarse y decreció la producción agraria. Dentro del sector industrial predominaban empresas directamente o indirectamente vinculadas con la producción militar preparándose a los tiempos que vendrían. Para impulsar un aumento de la producción industrial se decidió reavivar la motivación material, para lo cual Stalin anunció una “guerra al igualitarismo”. Se implanta el sistema de pagos en función de productividad y calificación de operarios. El éxito fue fenomenal, sobre todo si se compara con la situación de otros Estados que aún vivían las consecuencias de la crisis económica. En los primeros años de funcionamiento de los planes quinquenales, el PIB aumentó 5 veces y la producción industrial subió 6 veces. Como consecuencia surgieron serios cambios sociales: creció de 8 a 22 millones la cantidad de obreros y su profesionalidad, surgió una nueva capa social de especialistas técnicos e ingenieros de procedencia campesina y creció enormemente el personal administrativo. Aunque la carga principal de la industrialización afectó el bienestar del pueblo, en especial del campesinado, lo que favoreció el desarrollo del totalitarismo, gracias a sus efectos (más de 1500 nuevas fábricas construidas), se pudo fortalecer el país militarmente en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.

En 1937 empezaron las grandes purgas y los primeros en sufrir fueron oficiales de alto rango del Ejército Rojo, mediante una falsificación de documentos con ayuda de los servicios secretos nazis infiltrados en las filas soviéticas. En junio de 1937, el mariscal Mijaíl Tujachevski y otros militares de alto rango fueron acusados de complot militar en colaboración con los alemanes.Muy pronto los fusilamientos y los arrestos masivos se extendieron por toda la cúpula castrense y tras dos años finalizaron con el fusilamiento, encarcelamiento y despido de oficiales de alto rango de las Fuerzas Armadas, infundiendo terror y miedo de asumir la responsabilidad del alto mando militar y otros cargos oficiales por varios años, comenzaba un momento trágico en la historia de la humanidad, los prolegómenos de la segunda guerra mundial y sus consecuencias, EEUU y Alemania apuntaban sus cañones a la URSS tratando de desmantelarla con todos los medios posibles, el gran enemigo del imperialismo era la Unión Soviética conducida con mano firme por Stalin.

En agosto de 1940, Trotski, que estaba exiliado desde 1937, fue asesinado en México.

En 1936 Nikolái Bujarin y el resto de los miembros del viejo partido, acusados de mantener relaciones con Trotski y gestar un complot contra Stalin, fueron detenidos. A todos se les condenó y ejecutó.

Es indudable que la política interior de Stalin, pese a infundir terror dentro del país, dejó a la URSS muy preparada técnica y militarmente para una futura guerra mundial y con una sólida base industrial para resistir una y larga y penosa guerra.

Tras el fallido intento por conseguir una alianza política antihitleriana con Francia y Gran Bretaña, Stalin tuvo que buscar otras soluciones para no estar involucrado en una inevitable guerra. El 23 de agosto de 1939 el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Viacheslav Mólotov, y su homólogo alemán, Joachim von Ribbentrop, firmaron un pacto de no agresión.

Siendo oficialmente un tratado de no agresión, el acuerdo en sí mismo incluía protocolos secretos que contemplaban la división de Europa Oriental en zonas de influencia alemana y soviética. La parte oriental, que incluía el sector oriental de Polonia (en concreto, Ucrania y Bielorrusia oriental), Letonia, Estonia y parte de Rumanía, era la zona de influencia soviética. El segundo protocolo secreto, firmado en septiembre de 1939, añadió a esta lista Lituania.

El mariscal de la Unión Soviética Gueorgui Zhúkov en sus memorias, publicadas a principios de los años 70 del siglo XX, escribió sobre la gestión de Stalin durante la Segunda Guerra Mundial: “Puedo afirmar con certeza que I. V. Stalin dominaba principios básicos de organización de operaciones de frentes y grupos de frentes, y las gestionaba evidenciando pleno conocimiento del asunto, al igual que fue un experto en grandes asuntos estratégicos… En el mando de una lucha armada le ayudaba su inteligencia nata, la experiencia de la gestión política, una fuerte intuición y amplios conocimientos. Él sabía encontrar un elemento principal en la situación estratégica y a partir de él organizar una resistencia contra el enemigo y llevar a cabo distintas operaciones ofensivas. Sin duda alguna, fue un digno comandante jefe”.

El famoso mariscal, quien por cierto tuvo bastantes razones de odiar a Stalin, al igual que otros militares soviéticos, tuvo mucha razón al afirmarlo.

Los amplios conocimientos y la avidez de aprender son los puntos que diversos especialistas destacaban en sus memorias. Después de la muerte del generalísimo, en su biblioteca personal se encontraban alrededor de 5000 libros, en su mayoría especiales. Y casi todos guardaban notas y líneas subrayadas de su puño y letra.

El conocido ingeniero y diseñador de aviones Alexandr Yákovlev recordó en su libro de memorias titulado Objetivo de vida, su sorpresa ya que en conversaciones, Stalin hablaba con él como un verdadero especialista aeronáutico.

Efectivamente fue así… Fruto de la desconfianza patológica y deseo de erradicar a sus rivales y amenazas potenciales, Stalin tenía el deseo de penetrar en cada detalle y no delegar la toma de ciertas decisiones en otras personas.

A la luz de esta situación, los errores fueron inevitables pero los historiadores contemporáneos destacan también la gran cantidad de decisiones acertadas tomadas por el político. Con frecuencia más acertadas que los consejos que le daban los especialistas.

Cabe destacar que a medida que la guerra aquiría un carácter dramático para el país, Stalin, además de progresar como comandante jefe, cargo que asumió tan solo a los siete días de estallar la guerra y al enterarse de que al sexto día de su ofensiva las tropas alemanas entraron a Minsk, capital de Bielorrusia, mostró bastante flexibilidad en su ideología.

Ello se reveló, por ejemplo, en el cambio de la retórica oficial con respecto a la religión. Los creyentes del país volvieron a ver a su patriarca, Alexei I, hecho que aumentó la colaboración de los sacerdotes durante la guerra.

De igual manera, su visión del pasado ruso sufrió una profunda transformación, hasta instituir galardones tales como las órdenes militares de Alexandr Nevski, Alexandr Suvórov, Fiódor Ushakov. Todos jefes militares y santos ortodoxos (como en el caso de Alexandr Nevski) del “maldito pasado”.

En las primeras horas de la mañana del 22 de junio de 1941, Hitler rompió el pacto tras poner en marcha la Operación Barbarroja, que impulsó la invasión alemana de los territorios soviéticos.

Todavía se discute cómo la preparación del ataque alemán pudo pasar desapercibida para Stalin. A pesar de recibir varias advertencias de sus servicios de inteligencia, Stalin estaba convencido de que Alemania no atacaría a la Unión Soviética antes de derrotar a Gran Bretaña. Varios historiados culpan personalmente a Stalin de una supuesta “mala preparación” de la URSS para la guerra, que trajo enormes bajas, sobre todo en su periodo inicial, alegando como prueba de ello varios informes que apuntaban al 22 de junio de 1941 como la fecha de inicio de la agresión. Otros investigadores son de la opinión contraria, los que se basan en varios documentos extraídos de los archivos de la KGB soviética en los 90, en los cuales figuraban varias fechas posibles del inicio de la guerra. Según el funcionario del Servicio de Inteligencia Exterior ruso, el coronel V. N. Karpov, “la inteligencia no indicó la fecha exacta de la agresión, no dijo inequívocamente que la guerra comenzaría el 22 de junio. Nadie dudaba de que la guerra fuera inevitable; sin embargo, nadie sabía cuándo iba a suceder. Stalin no dudaba de que habría guerra, pero las fechas que mencionaba la inteligencia caducaban y la guerra no empezaba.”

Además de los asuntos puramente militares y económicos, la mayor preocupación de Stalin durante la guerra fueron sus relaciones con los aliados de la coalición antihitleriana. En noviembre de 1943 Iósif Stalin, Winston Churchill y Franklin Roosevelt se reunieron en Teherán para discutir la estrategia y la imagen de Europa después de la guerra. Apenas la Unión Soviética entró en la guerra, Stalin exigió a los aliados que abrieran un segundo frente de batalla en Europa pero Churchill y Roosevelt se opusieron a la propuesta. Como resultado de largas discusiones, se acordó que los aliados lanzarían una mayor ofensiva en la primavera de 1944.

En febrero de 1945 Stalin, Churchill y Roosevelt volvieron a reunirse en la ciudad de Yalta, en Crimea. Con las tropas soviéticas desplegadas en la mayoría de los países de Europa del Este, Stalin contaba en aquel entonces con una sólida base para negociar. Roosevelt y Churchill intentaron restringir la influencia soviética en la época de posguerra, pero lo único que obtuvieron fue la concesión de que se celebrarían elecciones libres en los países ocupados por el Ejército Rojo. En Yalta se confirmó la decisión de formar la Organización de Naciones Unidas, idea adoptada en Teherán. Este fue el único asunto apoyado unánimemente por los tres líderes. Además, los aliados decidieron repartir el territorio alemán en cuatro zonas de ocupación, hecho que posteriormente conllevó la fundación de dos Estados alemanes.

Tras la victoria, los jefes aliados se reunieron en Potsdam (Alemania) en julio de 1945, esta vez sin Roosevelt, quien había fallecido en vísperas de la toma de Berlín. La principal preocupación de Stalin consistió en recibir ayuda económica para la Unión Soviética, ya que al finalizar la guerra, la cuarta parte de la propiedad soviética resultó destruida, cerca de 31 000 fábricas estaban en ruinas y una nueva hambruna amenazaba a la población. Los asesores de Stalin le advirtieron de que la desnutrición de los trabajadores afectaba al rendimiento de la industria. Stalin llegó a la conclusión de que el mejor medio de revivir la economía soviética era obtener indemnizaciones por parte de Alemania. Stalin estaba obsesionado con la amenaza de una invasión de Occidente, puesto que disponía de bombas atómicas, y entre los años 1945 y 1948 se centró en instalar regímenes comunistas en Rumanía, Bulgaria, Hungría, Alemania Oriental, Polonia y Checoslovaquia. Eso le permitió crear una amplia zona de países amistosos en su frontera occidental.

La formación de la OTAN y el despliegue de las tropas norteamericanas en Europa Occidental fueron la reacción a esta nueva distribución de fuerzas en la palestra internacional. De esta manera comenzaba la Guerra Fría.

En 1948 Stalin ordenó el bloqueo económico de Berlín. Esperaba que esta medida le permitiera hacerse con el control total de la urbe. Los aliados iniciaron los suministros por vía aérea a la ciudad obligando a Stalin a retroceder. Las vías de comunicación fueron reabiertas. La hostilidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos siguió creciendo hasta que dividió al mundo en dos bloques militares: la OTAN y el Tratado de Varsovia.

Después de que Stalin cumpliera 70 años, su salud se deterioró gravemente. A finales de febrero de 1953 Stalin sufrió un derrame cerebral y entró en coma. Cuando cuatro días después volvió en sí, convocó a todos los dirigentes del Partido. Cuando llegaron, levantó el brazo izquierdo. Luego Stalin dejó de respirar. Todos los intentos de los doctores por reanimarlo fueron en vano.

La muerte de Stalin, el reconocido líder del bloque socialista y de tremenda fama mundial que le trajo la victoria sobre el fascismo, fue llorada, en su gran mayoría y con total sinceridad, por todos los partidarios del socialismo del mundo.

El cuerpo embalsamado de Stalin fue colocado en el mausoleo de Lenin, que entre 1953 y 1961 se llamó “mausoleo de Lenin y Stalin”.

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