La guerra es así, normal bombardear niños, hospitales, refugios, locura sin delirio


Martha Stout

Por LUCERO MARTÍNEZ KASAB*


 La guerra es así, lo dijo el vocero de Estados Unidos ante el mundo sin inmutarse, como no se inmuta Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, al ordenar el genocidio de Palestina, como no se inmutan los miles de sionistas esparcidos por el mundo, son psicópatas, lástima que la palabra empieza a desgastarse, pero, no hay otra que los defina.

Hemos sostenido en este espacio y en otros, que los conflictos políticos en su gran mayoría se explican más desde la psicología que desde la politología o desde la ciencia política, éstas enseñan economía, marketing, estadística, sociología, cultura, entre otras materias, pero no enseñan psicología y menos psicopatología y menos ponerología; el genocidio que hace Israel con el pueblo palestino es la expresión a grandísima escala de lo que hace un psicópata cotidiano con una víctima que se atraviesa por su camino un día cualquiera. La estructura de personalidad de Netanyahu, de toda la plana mayor del Estado de Israel, del sionismo, de los líderes de Estados Unidos, del Reino Unido, de Francia, de Alemania la recorre la frialdad y la crueldad de un psicópata cotidiano que hábilmente logró entrar a la vivienda de un pariente o de un amigo a dormir por unos días y después se las fue ingeniando para quedarse con la propiedad ajena no sin antes arrasar con el equilibrio físico y mental de la víctima.

Este intruso fue haciéndole imposible la vida al dueño de la casa lentamente con pequeños actos saboteadores, intimidaciones veladas, robándole soberanía sobre los objetos y espacios, desconociendo las quejas y reclamos justos que el familiar le hace por su comportamiento sutilmente abusivo tal y como lo demuestra la película Gaslight, con la que Ingrid Bergman ganó en 1945 un Óscar como mejor actriz principal.

Estamos ante un fenómeno de proporción mundial inocultable, una mentalidad racista, supremacista, el sionismo, que se extendió por casi todos los países del mundo con un propósito civilizatorio de dominación como lo fue el mal llamado descubrimiento de América y el nazismo en Alemania. El deseo de dominación de una oligarquía mundial que fue una fantasía explotaba por los creadores de ciencia ficción es hoy una realidad con el genocidio que Israel comete contra Palestina, la quiere desaparecer del territorio; auguramos que después irá por más Estados porque este tipo de personalidad no conoce límites a sus ambiciones. Los líderes del sionismo son de una arrogancia patológica, el embajador de Israel, Girad Erdan, le pidió la renuncia al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, porque éste incluyó dentro del análisis de la situación con Palestina que las actuaciones de Hamas no ocurrieron de la nada. El pueblo palestino ha sido sometido a 56 años de ocupación asfixiante. Israel, además, desacató el llamado al alto al fuego que le hicieron 120 países. El grupo de sionistas liderados por Benjamin Netanyahu padece de ¨locura sin delirio¨ como lo dijera Philippe Pinel, médico francés, padre de la psiquiatría moderna, al designar aquellos que, con la más absoluta frialdad y en uso de sus facultades mentales, exhiben una crueldad extrema, un vacío en la mente donde deberían estar las funciones humanas más evolucionadas como lo escribiera la psicóloga norteamericana, Martha Stout.

El sionismo es el ejemplo claro de cómo diferentes individuos con la misma subjetividad psicopática se reúnen alrededor de una idea que termina siendo una ideología con una estructura patológica interna que atenta contra la sociedad tal y como lo es el nazismo; idea que termina escalando a nivel político con el fin de dominar de manera macro social con su legislación propia envuelta en propósitos plausibles, pero que más tarde sucumbe a la degeneración moral. Suele suceder dentro de las organizaciones patológicas que aquellas personas sanas que en un principio acompañaron y defendieron las nobles ideas terminan saliéndose del colectivo al comprobar que, por la crueldad de sus líderes, se desvirtúa el propósito inicial; sucedió con un grupo religioso que terminó en suicidio colectivo en 1978 en Guyana, con el nazismo alemán que llevó a la Segunda Guerra Mundial, con las Convivir en Colombia, con el sionismo israelita.

La racionalidad de Occidente ha condenado a distintos grupos terroristas, los que dan sus declaraciones en medio de la oscuridad envueltos sus rostros en trapos para no ser identificados, quienes basados en sus ideas religiosas fundamentalistas atentan contra la población civil, pero, ¿acaso es menos terrorista y fundamentalista Benjamin Netanyahu cuando argumenta su supremacismo apoyado en una sentencia bíblica y ante la tecnología de las comunicaciones con luces, micrófonos, plantando la cara, bien peinado, rodeado de banderas, debidamente vestido: Nosotros somos el pueblo de la luz, ellos son el pueblo de las tinieblas. Haremos realidad la profecía de Isaías, ya no habrá robos en tus fronteras y tus puertas serán de gloria… ¡Un jefe de Estado, encarnación de la Ley, expresándose como algún terrorista analfabeto común y corriente que lo único que ha leído y lee son los relatos míticos de sus libros sagrados! Es claro que el fundamentalismo religioso anida también en las altas esferas del poder político y en otras organizaciones dominantes, se viste de saco y corbata y que, por eso mismo, por el camuflaje de decenas de años, por la apariencia de ¨cordura¨ lograron penetrar en toda la sociedad sin ser detectados a tiempo, sólo los palestinos, víctimas de esta ideología, llevan décadas denunciando ante el mundo el crimen contra ellos.

Los sionistas desde el lugar que ocupan rodeados de símbolos de poder con sus oficinas y ropas elegantes, sus cabellos organizados, sus manos acicaladas decretan que es normal bombardear niños, hospitales, refugios, es decir, naturalizan lo que es un horror creado por los humanos que, con un grado de evolución, ya hemos legislado suficiente para que, aún en la guerra, se respeten leyes humanitarias, que es lo mínimo que la ONU le ha solicitado a Israel y que este desconoce ante el Planeta entero.

La oligarquía mundial teoriza rápidamente sobre los asuntos que le interesa sometiendo al resto del mundo a sus teorías caprichosas como la célebre mano invisible del mercado, la que, supuestamente, equilibra la compra y venta de las mercancías escondiendo a los humanos codiciosos, sagaces, manipuladores que mueven por detrás los hilos económicos para atesorar las ganancias y dejar en la pobreza a otros. Ahora, teorizan, cínicamente, con que la guerra es así escondiendo a los criminales que planifican y ejecutan fríamente un plan de exterminio del pueblo palestino incluidos miles de niños y niñas como para que no queden retoños que puedan volver por sus tierras. Esconden la realidad por encima de los hechos que los condenan mundialmente como cualquier psicópata descubierto in fraganti; falta que digan que la guerra es así de cruel porque, así lo quiso Dios. Lo terrible es que así lo sienten y lo piensan, se esconden detrás de Dios en pleno siglo XXI, nos devuelven a la Edad Media, pero ya no por fe, sino por puro y frío cálculo expansionista; una locura sin delirio, una locura consciente. 

* Psicóloga. Magíster en Filosofía – luceromartinezkasab@gmail.com

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