Xin chào | Un chance a la paz


Hacer versos no ha sido nunca mi pasión.

Mas, contra el tedio horrible del encierro luchando,

rimando haré más cortos los días en prisión

y esperaré que llegue mi libertad, cantando.

Hồ Chí Minh

Diario de prisión

12/05/2023.- Este 19 de mayo, en medio de las altas temperaturas (45 °C) que recorren las calles vietnamitas, miles de banderas rojas de estrella dorada batirán al viento para recordar que hace 133 años nació, en la aldea de Kim Liên, Nguyễn Sinh Cung, quien 40 años más tarde se convertiría en Hồ Chí Minh, el gran líder que condujo al pueblo vietnamita hacia el pedestal como el pequeño país vencedor de gigantes, frente a la primera potencia militar del planeta que hoy parece naufragar en turbulentas aguas.

No es de gratis que la Organización de Naciones Unidas (ONU) hubo de reconocer la trascendencia de la obra construida por aquel modesto campesino, nacido en la provincia de Kim Liên, a trescientos kilómetros del sur hanoyense.

En 1990, la Unesco anunció su resolución sobre la celebración del centenario del natalicio de la máxima figura política de la hoy República Socialista de Vietnam.

El presidente Hồ Chí Minh es un destacado símbolo de toda una nación, quien ofreció toda su vida a la causa de la liberación nacional del pueblo vietnamita, contribuyendo a la lucha común de todos los pueblos por la paz, la independencia nacional y el progreso social.

Lo expresó la Unesco, una dependencia de las Naciones Unidas, entidad que no esconde la sumisión ante los intereses estadounidenses y que mira hacia otro lado cuando los imperios invaden y asaltan países por todo el mundo, como sucede actualmente con Palestina o Siria.

Dice la Unesco en sus lineamientos que

la organización tiene como misión contribuir a la consolidación de la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible, el diálogo intercultural mediante la educación, la ciencia, la cultura, la comunicación, la colaboración entre naciones, a fin de garantizar el respeto universal entre las naciones, el respeto universal de la justicia, el imperio de la ley y los derechos humanos.

Pero falta mucho para cumplir esas metas, ante la presión de las grandes potencias capitalistas, que no trabajan concienzudamente por el bienestar de los llamados países del tercer mundo.

El que ilumina

Las decenas de seudónimos utilizados por la máxima figura del movimiento libertario indochino resultan una excelente ruta para seguirle los pasos a ese gigante humanista de baja estatura, que se marchó al exterior a los 21 años de edad (1911) camuflado bajo el sobrenombre Văn Ba, y años después, durante su estadía en la vieja Europa, asumió otros pseudónimos, hasta darse a conocer como Nguyễn Ái Quốc (‘El Patriota’), como ingresó a la directiva de la III Internacional Comunista donde inició un periplo decisivo en su consolidación como dirigente marxista-leninista por Europa y Asia.

Durante la década de los años treinta del siglo XX, al tomar el timón de la lucha por la liberación nacional de Vietnam, desde el sur de la China del dictador Chiang Kai-shek, actuaban en clandestinidad miles de revolucionarios vietnamitas, por lo cual Ái Quốc se dedicó a unificar a las numerosas organizaciones indochinas para construir un sólido componente político, de cara al impulso de las actividades conspirativas desde territorio chino, muy cerca del norte vietnamita.

Ái Quốc asume su nombre definitivo, Hồ Chí Minh (Hồ; ‘barbudo’ en chino Chi; Ý chí, ‘voluntarioso’; Minh de Sáng o con đường sáng, ‘iluminado’ o ‘el que ilumina’), y después de consolidar el movimiento de resistencia, desde varias provincias chinas, el Tío Hồ atraviesa la frontera y se instala con su dirigencia en la provincia de Cảo bánh, vecina de China, donde establece su Estado Mayor, con líderes como Võ Nguyên Giáp, Lê Duẩn y Phạm Văn Đồng, entre otros, que organizan las primeras unidades militares del Việt Minh, núcleo determinante en la organización de la Revolución de agosto, que enfrentó a los invasores japoneses y franceses para abrirle paso a la independencia de la parte norte del país indochino el 2 de septiembre de 1945, cuando fue proclamada la República Democrática Popular de Vietnam, cuyo primer presidente fue Hồ Chí Minh.

Conmueven aquellas victorias conducidas por el gran líder, por el general Giáp y no sé cuántos héroes del pequeño país del sureste asiático. No cabrían tantos brillantes nombres en las paredes del mausoleo de la Plaza Ba Đình, donde el Tío Hồ por primera vez habló como primer presidente vietnamita.

Pero, ¿cuántas derrotas fueron necesarias para poder ir labrando y haciendo camino hacia mayores compromisos sin tener que dejar la alegría esparcida sobre senderos?

Ante las dificultades, Bắc Hồ siempre invitó a no perder la risa, porque era como perder la fuerza. En ese sentido asentó: “Podrás perder mil batallas, pero solamente al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota”.

Ángel Miguel Bastidas G.

Hacer versos no ha sido nunca mi pasión.

Mas, contra el tedio horrible del encierro luchando,

rimando haré más cortos los días en prisión

y esperaré que llegue mi libertad, cantando.

Hồ Chí Minh

Diario de prisión

12/05/2023.- Este 19 de mayo, en medio de las altas temperaturas (45 °C) que recorren las calles vietnamitas, miles de banderas rojas de estrella dorada batirán al viento para recordar que hace 133 años nació, en la aldea de Kim Liên, Nguyễn Sinh Cung, quien 40 años más tarde se convertiría en Hồ Chí Minh, el gran líder que condujo al pueblo vietnamita hacia el pedestal como el pequeño país vencedor de gigantes, frente a la primera potencia militar del planeta que hoy parece naufragar en turbulentas aguas.

No es de gratis que la Organización de Naciones Unidas (ONU) hubo de reconocer la trascendencia de la obra construida por aquel modesto campesino, nacido en la provincia de Kim Liên, a trescientos kilómetros del sur hanoyense.

En 1990, la Unesco anunció su resolución sobre la celebración del centenario del natalicio de la máxima figura política de la hoy República Socialista de Vietnam.

El presidente Hồ Chí Minh es un destacado símbolo de toda una nación, quien ofreció toda su vida a la causa de la liberación nacional del pueblo vietnamita, contribuyendo a la lucha común de todos los pueblos por la paz, la independencia nacional y el progreso social.

Lo expresó la Unesco, una dependencia de las Naciones Unidas, entidad que no esconde la sumisión ante los intereses estadounidenses y que mira hacia otro lado cuando los imperios invaden y asaltan países por todo el mundo, como sucede actualmente con Palestina o Siria.

Dice la Unesco en sus lineamientos que

la organización tiene como misión contribuir a la consolidación de la paz, la erradicación de la pobreza, el desarrollo sostenible, el diálogo intercultural mediante la educación, la ciencia, la cultura, la comunicación, la colaboración entre naciones, a fin de garantizar el respeto universal entre las naciones, el respeto universal de la justicia, el imperio de la ley y los derechos humanos.

Pero falta mucho para cumplir esas metas, ante la presión de las grandes potencias capitalistas, que no trabajan concienzudamente por el bienestar de los llamados países del tercer mundo.

El que ilumina

Las decenas de seudónimos utilizados por la máxima figura del movimiento libertario indochino resultan una excelente ruta para seguirle los pasos a ese gigante humanista de baja estatura, que se marchó al exterior a los 21 años de edad (1911) camuflado bajo el sobrenombre Văn Ba, y años después, durante su estadía en la vieja Europa, asumió otros pseudónimos, hasta darse a conocer como Nguyễn Ái Quốc (‘El Patriota’), como ingresó a la directiva de la III Internacional Comunista donde inició un periplo decisivo en su consolidación como dirigente marxista-leninista por Europa y Asia.

Durante la década de los años treinta del siglo XX, al tomar el timón de la lucha por la liberación nacional de Vietnam, desde el sur de la China del dictador Chiang Kai-shek, actuaban en clandestinidad miles de revolucionarios vietnamitas, por lo cual Ái Quốc se dedicó a unificar a las numerosas organizaciones indochinas para construir un sólido componente político, de cara al impulso de las actividades conspirativas desde territorio chino, muy cerca del norte vietnamita.

Ái Quốc asume su nombre definitivo, Hồ Chí Minh (Hồ; ‘barbudo’ en chino Chi; Ý chí, ‘voluntarioso’; Minh de Sáng o con đường sáng, ‘iluminado’ o ‘el que ilumina’), y después de consolidar el movimiento de resistencia, desde varias provincias chinas, el Tío Hồ atraviesa la frontera y se instala con su dirigencia en la provincia de Cảo bánh, vecina de China, donde establece su Estado Mayor, con líderes como Võ Nguyên Giáp, Lê Duẩn y Phạm Văn Đồng, entre otros, que organizan las primeras unidades militares del Việt Minh, núcleo determinante en la organización de la Revolución de agosto, que enfrentó a los invasores japoneses y franceses para abrirle paso a la independencia de la parte norte del país indochino el 2 de septiembre de 1945, cuando fue proclamada la República Democrática Popular de Vietnam, cuyo primer presidente fue Hồ Chí Minh.

Conmueven aquellas victorias conducidas por el gran líder, por el general Giáp y no sé cuántos héroes del pequeño país del sureste asiático. No cabrían tantos brillantes nombres en las paredes del mausoleo de la Plaza Ba Đình, donde el Tío Hồ por primera vez habló como primer presidente vietnamita.

Pero, ¿cuántas derrotas fueron necesarias para poder ir labrando y haciendo camino hacia mayores compromisos sin tener que dejar la alegría esparcida sobre senderos?

Ante las dificultades, Bắc Hồ siempre invitó a no perder la risa, porque era como perder la fuerza. En ese sentido asentó: “Podrás perder mil batallas, pero solamente al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota”.

Ángel Miguel Bastidas G.

Fuentes consultadas:

Fuentes consultadas:

Bastidas, Á. M. (2017). Xin chào. Hanói: Editorial Thế Giới.

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