WLADIMIR ABREU. Especial para TP


(Articulo publicado por primera vez el 18 de agosto de 2017, en Tribuna Popular nro. 2982)

Profesor de Historia

Jerónimo Carrera, cumanés, nacido el 14 de agosto de 1922, es una de las figuras más destacadas de la historia reciente del comunismo en Venezuela. Todavía muy niño, en 1929, fue testigo presencial de la invasión antigomecista del general Román Delgado Chalbaud en el vapor Falke.

Ya como joven militante comunista, fue el único delegado venezolano en el Primer Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, realizado en Praga en 1947; luego participó en la fundación de la CTV y de la CUTV, y fue activista de la Federación Sindical Mundial (FSM); conoció la prisión durante la tiranía de Pérez Jiménez y el régimen policial de Rómulo Betancourt.

Fue admirador y destacado estudioso de la obra de Simón Bolívar; políglota y excelente conferencista sobre temas internacionales, formado bajo la escuela de Eduardo Gallegos Mancera; fue para los comunistas venezolanos un maestro de la historia del movimiento comunista y obrero mundial.

Fue militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV) ininterrumpidamente durante cerca de 70 años, desde 1947; miembro de su Comité Central desde 1971, Director de Tribuna Popular entre 1999 y 2002, y Presidente del PCV desde 2006 hasta su muerte acaecida el 29 de abril de 2013.

Junto a Salvador de la Plaza, Rodolfo Quintero y muchos otros, Jerónimo se cuenta, en el plano teórico y en distintos momentos, entre quienes han librado una desigual pero valiente batalla frente a la conciliación de clases y el revisionismo del marxismo en Venezuela. En efecto, se destacó en el combate en defensa del marxismo-leninismo frente a los nuevos socialdemócratas, que pretendían diluir la teoría revolucionaria del movimiento obrero en una amalgama de frases rimbombantes y huecas, dirigidas a distraer a la clase obrera de su real tarea.

Miembro por muchos años del Consejo de Redacción de la célebre Revista Internacional, con sede en Checoslovaquia, y Director de su edición venezolana desde 1985 hasta 1990; Jerónimo fue una referencia del movimiento comunista en todo el mundo, que enlazaba la realidad latinoamericana y venezolana con el resto del comunismo del orbe, codeándose con dirigentes comunistas y obreros de todos los continentes, lo que le otorgaba un conocimiento de las luchas revolucionarias globales durante buena parte de siglo XX.

Como ya antes otros marxistas venezolanos, Jerónimo comprendió una realidad clave: la desindustrialización y el rentismo petrolero amenazan con ahogar a la sociedad venezolana. Por ello, señaló reiteradamente, con una claridad meridiana, que era fundamental, vital, el desarrollo de las fuerzas productivas, la industrialización del país en el campo y la ciudad, bajo control del poder obrero en el Estado y en la producción.

Debido a su convicción plena y su defensa del marxismo-leninismo, Jerónimo fue tildado de dogmático por parte de la nueva socialdemocracia. Con su crítica filosa y profundamente fundamentada en la ciencia marxista, quiso dar en sus últimos años herramientas revolucionarias de análisis a los líderes del proceso bolivariano, para corregir los entuertos que se estaban cometiendo. Fue por ello víctima de las más viles agresiones, a las que respondía con un lenguaje comedido y caballeroso, pero de contundencia proletaria a toda prueba.

Es, sin lugar a dudas, de los verdaderos referentes que debemos seguir reivindicando y enalteciendo como ejemplo para las nuevas generaciones y los próximos combates.

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