EL NEGOCIO DE LA OTAN: UCRANIA Y EL COMPLEJO INDUSTRIAL-MILITAR


Los más de 46 mil millones de dólares estarían representados por armas que formaban parte de los inventarios de Estados Unidos y sus aliados europeos desde hace décadas (Foto: AFP)

Una guerra es la justificación perfecta para el uso y fabricación masiva de armas. Sin los conflictos, no se renovarían y modernizaran los stocks a nivel global ni se siguiera movilizando este negocio milmillonario.

De acuerdo al columnista de American Thinker, Roger Smith, la guerra de Ucrania deja entrever las verdaderas razones por las que Estados Unidos y la OTAN están enviando materiales bélicos valorados en miles de millones de dólares.

Y no es precisamente una preocupación por la vida de ucranianos o el respaldo al gobierno de Vladímir Zelenski, sino para alimentar y dinamizar el metabolismo de la guerra como generador de riquezas.

El experto detalla que, desde que inició el conflicto en enero de 2022 hasta el 15 de enero de 2023, se ha destinado un total de 76 mil 800 millones de dólares, de los cuales 46 mil 600 millones de dólares han tenido fines militares.

Los más de 46 mil millones de dólares estarían representados por armas que formaban parte de los inventarios de Estados Unidos y sus aliados europeos desde hace décadas. El material bélico tiene una vida útil de aproximadamente 20 años y sacarlo de circulación tiene un costo muy elevado.

La estrategia de enviar estas armas de guerra viejas a Ucrania consiste en que los países de la OTAN están evadiendo su alto costo de desmilitarización y, además, activa la dinámica de fabricación y modernización.

Desde que empezó la guerra, Ucrania se convirtió en el tercer país más importador de armas de guerra en el mundo. Según datos de Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI, sus siglas en inglés), un instituto sueco cuya base de datos sistematiza los gastos militares a nivel global desde 1949, Ucrania recibió armamento procedente de 22 países el año pasado.

Ahora, habría que preguntarse cuántas de esas armas no estaban obsoletas y se entregan para ahorrar gastos de desmilitarización. El instituto señala que la mayoría de estos recursos bélicos se entregan gratuitamente y, en muchos casos, son financiados por la Unión Europea (UE) a través de, paradójicamente, el Fondo Europeo para la Paz. Lo que no muestra es la intención oculta detrás de tanta solidaridad.

¿A CUÁNTO ASCIENDEN ESTOS COSTES DE DESMILITARIZACIÓN?

Si bien para el investigador resulta difícil obtener datos reales para hacer estimaciones, hay ejemplos reales en el pasado de cómo la compra de armas químicas de la Guerra Fría y la desmilitarización de las mismas tuvo un alto costo a medida que envejecían fuera del inventario.

Reseña datos de un informe de la Oficina Gubernamental para la Rendición de Cuentas de Estados Unidos (GAO, sus siglas en inglés) de 1985, donde se señala el costo estimado de producción de armas químicas para disuadir a la Unión Soviética fue de 2 mil 749 millones de dólares. La desmilitarización costó unos 1 mil 700 millones de dólares.

Ubicando este ejemplo en el momento actual, los 46 mil 600 millones de dólares en ayuda militar a Ucrania costaría unos 35 mil millones de dólares en desmilitarización. Si bien no son armas químicas, estas tienen muchos componentes peligrosos y caros de desactivar.

Se puede decir que, literalmente, la OTAN es una empresa militar, donde todos los gastos y costos son vistos como inversiones. Es probable que lo ahorrado en la desmilitarización sea invertido en la producción de nuevas y más sofisticadas armas.

Roger Smith demuestra que el envío de armas de guerra tuvo doble propósito. Por una parte, apoyar a las fuerzas ucranianas para expandir su dominio imperial a Europa del Este y, por otra, ahorrar costos en la desmilitarización de armas obsoletas.

Para el analista, se trató de una estrategia razonable en tanto que existían enormes reservas de municiones a punto de caducar. Por desgracia —señala—, Estados Unidos y la OTAN se han quedado sin estos excedentes de municiones para seguir alimentando esta rueda mortífera.

Desde el punto de vista corporativo, para la OTAN ya no es rentable seguir apoyando a Ucrania en la actualidad, pues eso significaría gastar dinero nuevo en el ejército ucraniano. Y, como ya dijimos antes, el interés no es “defender” al país de Rusia sino ahorrar costos.

“Es de esperar un cambio en la política de la OTAN, ya que seguir apoyando a las fuerzas ucranianas generará en realidad nuevos costes derivados de la producción de nuevas armas, en lugar de evitar los costes derivados de la desmilitarización de las armas viejas”, concluye Smith.

Es ingenuo pensar que detrás de la organización atlantista no hay intereses económicos propios de una empresa. La guerra de Ucrania obviamente era una oportunidad para sacar provecho en ese sentido.

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