Los laberintos del reconcomio


ÁNGEL TORTOLERO LEAL

En las redes sociales y en algunos medios de comunicación se identifica una campaña sistemática y mercenaria contra el Sistema Unificado de Atención Farmacéutica (SUAF), que no solo es infame por su contenido, sino que es planificada y financiada por los mismos que usufructuaron los dineros de la nación y nunca dispensaron con eficacia los productos farmacéuticos para el pueblo.

Lo patético de dicha campaña es que, mientras sus perpetradores insisten en escalar una mentira tras otra para intentar descalificar los éxitos obtenidos por el gobierno del presidente Maduro con el novedoso sistema de dispensación farmacéutica, el pueblo celebra con beneplácito la solución a un histórico problema potenciado en estos tiempos de guerra económica y financiera contra la patria.

En ese sentido, gracias al esfuerzo sostenido por el gobierno, SUAF lleva medicamentos donde ningún otro quiere ir, ya que su estructura está en sincronía con la demanda y, más allá de dispensar medicamentos, es un actor fundamental para garantizar la salud de todos.

Por supuesto, lo que les molesta a los detractores del SUAF es que los “camioncitos”, como le dice el pueblo, garantizan la accesibilidad a precio justo, y ponen freno a la especulación con la que las empresas del sector farmacéutico tradicional y monopólico, magnificaron sus groseras ganancias, controlando el mercado y exprimiendo los bolsillos de la población demandante de salud y calidad de vida.

En ese orden de ideas, es importante destacar que, hasta la activación del sistema, el mercado farmacéutico fue controlado casi en su totalidad por grupos empresariales que son colegionarios del oposicionismo radical y por ende están al servicio de los intereses imperiales contra el país. De allí que su malévolo accionar especulativo del mercado se suma a la aplicación de sanciones ilegales, coercitivas y unilaterales contra Venezuela, camuflando sus fechorías tras la mascarada de una pseudolegalidad que le otorgaba la exclusividad del negocio farmacéutico a expensas del sufrimiento de la población.

En el caso específico de la afirmación anterior, las empresas antes señaladas, entre los años 2014 y 2018, reportaron que la producción de fármacos para ese período era casi inexistente, lo que indudablemente afectó la dispensación a la que estaban obligados, pues el Estado Bolivariano otorgó los dólares preferenciales que dichas empresas demandaron y ellos no cumplieron con las metas de producción, situación que tributó a la estrategia imperial de causar el mayor daño posible a la población.

Ahora bien, lo que les duele a los detractores del sistema es que quedaron desnudos frente a la realidad, pues la diferencia de precios entre los medicamentos de las cadenas farmacéuticas y los que dispensa el Estado a través SUAF es abismal.

He allí el detalle, por eso quienes hoy se oponen a las políticas de salud del gobierno bolivariano, expresadas en el sistema, son los mismos que hacen silencio frente a la escasez y la especulación producida por las sanciones imperiales.

Son los mismos personajes, los mismos pseudoempresarios, los mismos pseudodirigentes gremiales, las mismas corporaciones y las mismas individualidades, que cuando recibieron divisas a precio preferencial, en tiempos del control de cambio, u ocuparon alguna posición al servicio del Gobierno Bolivariano, no emitieron ninguna opinión contraria a las acciones gubernamentales.

Es evidente que se trata de mercenarios cuyo compromiso ético y moral raya en el desprecio a los más necesitados y, sobre todas las cosas, en la negación de los éxitos que ha conquistado el presidente Maduro en favor del pueblo todo.    

Los conocemos, y como decía el Comandante Eterno Hugo Chávez Frías: “por más que se tongoneen, siempre se les ve el bojote”. En consecuencia, la campaña contra SUAF no solo redunda en la infamia y raya en el absurdo de intentar desconocer la legitimidad del Gobierno y la razón jurídica del Estado, sino que aspira justificar la ineficacia e ineficiencia del sector farmacéutico tradicional para garantizar la disponibilidad y accesibilidad.

Bien lo reza el dicho popular: “Nadie tira piedras a un árbol que no da frutos”. Por ello los que se oponen a la felicidad del pueblo, perdidos en los recovecos de sus laberintos de odio, con su reaccionario proceder demuestran la grandeza del Gobierno Bolivariano al mando del presidente Maduro y las acciones tácticas y estratégicas de su accionar en favor de la patria.

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