La guerra y las guerras. Una reflexión necesaria


VLADIMIR ACOSTA

Creo que para poder analizar con cierta base el nuevo cuadro geopolítico mundial que empieza a cobrar forma a partir de la actual guerra de Ucrania, en la que, por intermedio de esta, a la que arma y dirige, Estados Unidos (EU) ataca a Rusia buscando aplastarla con todo tipo de apoyo externo para tratar de hacer luego lo mismo con China, nos convendría empezar haciendo una necesaria reflexión sobre la guerra; o mejor aún, sobre la guerra y las guerras; reflexión que nos ayude a dejar en claro ciertas cosas. O por lo menos a abrir espacio a discusiones productivas al respecto.

Empiezo por el principio, examinando los conceptos. La izquierda revolucionaria, marxista, que por muchas décadas defendió la idea leninista de que había guerras injustas, las del colonialismo y el imperialismo para imponer su dominio sobre países débiles y saquearlos, y guerras justas, las de los pueblos oprimidos para liberarse de esa opresión, para hacer la revolución y recobrar su independencia y sus derechos, ahora, desde hace unas décadas, lo que a duras penas sobrevive de esa débil y maltratada izquierda se ha declarado pacifista  condenando la guerra por principio; y como consecuencia de ello condenando todas las guerras sin excepción, sin establecer entre ellas ninguna diferencia. Vale la pena detenerse en esto, porque genera problemas serios. Me he encontrado con varios artículos valiosos de autores críticos que intentan denunciar a EU por su utilización de Ucrania contra Rusia, pero como comienzan declarando que condenan toda guerra, ponen por ello a Rusia al mismo nivel condenable de EU, seria contradicción suya de la que no parecen darse cuenta. Cierto que no se trata de celebrar la guerra; que la guerra no es bella ni buena porque en ella hay destrucción, violencia, y matanzas en las que mueren muchos inocentes. Pero es que la condena absoluta no solo de la guerra sino de todas las guerras olvidando que las guerras son diferentes y que tienen causas y contextos específicos no nos lleva a ninguna parte como no sea a igualar, como en este caso, a Rusia con EU no entendiendo que la guerra no es de Rusia contra Ucrania sino de EU contra Rusia usando como instrumento suyo a esa Ucrania que le sirve.

Así, en principio, como declaración, por su carácter ético y humanista, esa condena principista de la guerra sería justa, y podemos compartirla en el plano teórico, soñando con un utópico mundo futuro en el que imperarían la paz, la igualdad y la justicia. Pero es que además de irreal esa declaración absoluta es abstracta; y reducirnos en forma exclusiva a ella nos saca por completo de la historia humana y de la misma realidad social y cultural que nos hace ser parte de la sociedad en que vivimos, de sus luchas y su historia.

Habría a este respecto que señalar al menos tres cosas.

La primera es que el ser humano, además de disponer de una racionalidad que no siempre usa, es también violento y emplea la fuerza para imponer su voluntad cuando encuentra resistencia o ve imposible llegar a acuerdos pacíficos. Y todo indica que lo ha sido desde sus orígenes mismos y que la guerra le es inherente. Varios arqueólogos y antropólogos han buscado y hallado huellas de esa conducta en lo que sobrevive de sus primeras sociedades. Se trata de una discusión abierta porque muchas huellas arqueológicas, sobre todo las más viejas e incompletas, tienen varias lecturas posibles y por ello otros lo dudan o lo niegan, pero de lo que no cabe duda es de que esa violencia pesó desde el principio, en sociedades pre clasistas tempranas u originarias.

La segunda es que la historia de la humanidad está toda llena de guerras y que siglo tras siglo esta no cesa de ir pasando de unas a otras, desde los primeros insultos, pedradas y flechazos hasta las amenazas nucleares de la actualidad. Es imposible comprender la historia humana si se excluyen las guerras que han sido parte de todas las civilizaciones y que llenan esa historia: guerras antiguas de China, India, Japón, Egipto, Mesopotamia, Irán, de Grecia y de la Roma republicana o imperial. Invasiones y guerras de pueblos germánicos y godos. Guerras medievales de Europa, Asia y África, cruzadas y guerras cristianas, guerras e imperios islámicos y mongoles, imperios que se suceden uno tras otro. Más invasiones y más guerras. Guerras inter europeas, modernas guerras coloniales de Europa para apoderarse de América, Asia y África. Matanzas y guerras imperiales europeas de siglos recientes, las 2 guerras mundiales y el nazismo alemán. Y cómo olvidar al peor criminal de todos, al actual imperio de EU, decadente, pero que se cree aún dueño del mundo, amo real de una Europa servil, y protagonista hipócrita y solapado de la actual guerra en la que usa a Ucrania para intentar aplastar a Rusia.

La tercera es que, aunque la guerra sea mala, y desearíamos que no existiera, el hecho real y demostrado a diario es que existe, asumiendo además diversas formas, porque definitivamente no todas las guerras son iguales ni pueden igualarse y anularse con una declaración abstracta de rechazo absoluto y principista que se coloca por encima de toda realidad y rechaza discutir. De modo que incluso si para no entrar en viejas discusiones aceptásemos dejar de lado calificarlas de justas o injustas, lo menos que tenemos que reconocer es que condenar a priori toda guerra sin distinguir entre ellas es un arrogante disparate que nos coloca sobre la sociedad y nos inutiliza como seres sociales pues no tendríamos más nada que hacer ni que decir. Y es que nadie puede negar que hay guerras que al menos fueron o son necesarias o ineludibles, esto es, que lo fueron en el pasado o lo son en el presente.

Sin ir más lejos, nosotros los latinoamericanos estamos rememorando los 2 siglos de nuestra Guerra de independencia y celebrando las gloriosas batallas con las que logramos librarnos del colonialismo español. Hemos celebrado Carabobo y celebraremos Pichincha, Junín y sobre todo Ayacucho, la principal de todas. No fue una guerra bella porque ninguna lo es y hubo de parte y parte momentos y períodos terribles, pero para nosotros fue una guerra inevitable, necesaria, para librarnos de la colonia española. Y unidos lo logramos. Pero regreso a Ucrania y a la guerra.

En semanas pasadas he escrito no menos de 7 artículos sobre el conflicto que tiene por centro a EU, Ucrania y Rusia y no repetiré aquí lo dicho. Sólo intento reiterar que no es guerra De Rusia contra Ucrania sino de EU contra Rusia por intermedio de una Ucrania nazi que EU maneja como quiere; que Rusia tiene 3 décadas pidiendo se respete su derecho a su seguridad y sus fronteras; y que ante el desprecio de EU por aceptar las propuestas sensatas que ha hecho, la prepotente agresión yankee la forzó a elegir entre rendirse a EU y a su servil Europa, que siguen armando a esa Ucrania nazi para agredirla, o hacerse respetar de ambos como la poderosa potencia nuclear que es.

Esta guerra, a la que se vio forzada y en la que defiende frontera y soberanía, es guerra defensiva e indispensable para Rusia. Y es además guerra peculiar ideada como recurso militar rápido y eficaz que sin dañar a la población civil forzase a Ucrania a convertirse en vecina pacífica, neutral, desarmada y desnazificada, comprometida por escrito a conservar ese status. Ha habido sí, respuesta agresiva del gobierno nazi, armado por EU y Europa. Pero el avance ruso sigue mientras falsimedia oculta la casi segura derrota ucraniana (que sería derrota de EU) mintiendo y buscando más muertos para acusar a Rusia de asesina y demonizar a Putin. Y ya para concluir, creo que todo indica que el resultado de esa guerra incidirá en forma decisiva sobre este nuevo cuadro geopolítico que examinaré en un próximo artículo.

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