Cuba. Homenaje a Celia Sánchez: ¡Nunca estuvo la ternura revolucionaria mejor personificada!


Por Maité Campillo, Resumen Latinoamericano, 6 de agosto de 2021.

Yo no siembro en mi patria una cruz de cenizas

pero siembro la ira, porque sé lo que siembro

Y saludo en la calle a quien yo no conozco

porque sé lo que siembro (Navarro Luna)

Mariposa, flor autóctona, Celia para más señas

Una avalancha de aves trina revolución y nuestro elenco se integra, con ellas desgarré el vientre de las sombras, la luz llegó con Celia. Pétalo a pétalo han ido actores, actrices y público incluido enraizándose en su recuerdo, florecida en nuestras memorias, en cada hora y cada día de ensayo y lectura de su vida, en cada paso abriendo aulas y en cada libro a la luz de los ojos leído por turnos. Nuestra mítica asoma enarbolando futuro contra la decadente burguesía capitalista, firme en su protagonismo militante antiimperialista, de guerrillera en hito de historia. Con las mallas negras ajustadas al cuerpo entro con un gran ramo de flores de mariposa; frente al público Celia ya en escena. Tras la misma estela un desfile simbólico; silencioso y pausado de diez actrices más y cinco actores se integran como parte de una coreografía, en simbología entrañable de apariencia misteriosa, amplían escena. Llevan una máscara levantada sobre la frente como viseras de la Selección Nacional de Béisbol de Cuba; no son las Olimpiadas, se trata de no olvidar la esencia que forjó la independencia de nuestros días. No hay acompañamiento musical; la marcha de sus cuerpos ejecuta por sí sola el concierto dirigido a homenajear a una gran mujer. No hay decorados; es una escena desnuda bajo nuestros pies solo una tarima de madera autóctona. Fuera de ella la calle; búscanos en el centro de la vida entre cítricos, plataneras, cafetales y demás delicias de la tierra enfrascados en las tareas del campo y en la recogida de la zafra de la caña. No somos el grupo Escambray ni el de La Barraca de Lorca; pero sí seguimos sus pasos por el llano o selva y entre los montes de la cadena montañosa de Sierra Maestra, donde Pico Turquino acecha con 1.974 m. desde el corazón de la sierra. No hay juego de luces; solo la claridad del gran astro deslumbrante ojo de luz sereno clavado sobre la escena enfoca a la guerrillera. El desfile se detiene; vira hacia el público que se ha ido congregando, deteniéndose ante nosotros expectantes, sigue sumando gente, no hay sillas, sus cuerpos inquietos se ensanchan formando un amplio anfiteatro. Frente a ellos los estudiantes de arte dramático finalizan así el curso con la obra creada; bajan sus máscaras cubriéndose los rostros y desaparece tras ellas el rostro juvenil y toda expresión blanda e incierta. Cada una de ellas ha sido modelada por él o la que la lleva; lograremos mucho más que una neutralización del rostro, su acentuada expresión revela un personaje concreto, trasunta un deseo. Los alumnos van materializando una aspiración secreta hacia una personalidad diferente; reforzada o atenuada cada mueca es confesión o rasgo de carácter. Esas láminas de cartón o escayola les proporciona las aristas que aún les faltan; el apoyo de una expresión más firme, una autoridad que todavía no se ha manifestado en ellos, se verá enseguida cómo se precisan los gestos y los temperamentos se revelan. Al igual que las máscaras la trama del argumento está vinculada como creación propia; es obra de los intérpretes, una valiosa muestra de trabajo voluntario donde apoyados en estos rasgos prestados y en estas pasiones ficticias -expresiones intensas de lo que pretenden simbolizar- los alumnos, ya parte de un futuro prometedor de interpretación dramática llegan rápidamente por los medios más directos, a un alto grado de patetismo interpretativo, después de haber sometido su cuerpo a los ejercicios indicados en las dos primeras partes de su formación, logrado una identificación en complicidad juntos capaz de vencer a la mayoría de las dificultades técnicas y, esa tercera parte del curso, anterior a la puesta final de escena como colofón, vinculado a expresar corporalmente con el mayor rigor y entrega posible, toda gama de personajes emblemáticos de la revolución cubana, de sensaciones y de sentimientos. En este apartado básico se trata de añadir la elocuencia de la voz, rostro y cuerpo. A puro teatro va brotando sobre escena homenaje y reafirmación, una interpretación como una clase magistral sobre esa ‘Paz y hermandad entre los hombres’ que sigue pisando y ciñendo gargantas. Y mientras tanto tu, yo, el otro y más víctimas vamos sumando bajo la bota militar de sus victorias.

Heroínas de la libertad en todos los frentes de lucha hubo miles, el planeta de la rapiña, tuvo tanto miedo de todos ellos y ellas que lleva siglos de exterminio, y todavía. Cabalgar sobre los siglos de historia revolucionaria no es hablar por hablar, y siempre de lo mismo, es abrir ventanas a la vida; es oxigenar, crear y aportar avances conscientes para que nuestros sentimientos se enraícen en ella, evitando la metástasis; es fluir y desarrollar, en su entroncamiento, sobre la extensa rama fértil internacionalista que se renueva muere y nace sobre la que balanceo con pasión, la vanguardia de todos los tiempos, apostando contra el monstruo oculto tras sus grotescos personajes, utilizados como marionetas servibles al crimen político-económico a escala internacional. Surgen de entre nosotras Siemprevivas de la Libertad; flores a la vida leales a una primavera sobre los campos de batalla, hombres y mujeres sobre escena hondeando banderas al viento. Porque luchar contra el capitalismo, es golpear al fascismo o nazifascismo intrínseco, que dirige y crea enarbolando mediáticos grotescos a su poder absoluto fomentando la estela hitleriana sobre el mundo, mussolinista, falangista, franquista, batistiana, pinochista, videlista, todos y muchos más del palo de Santos en Colombia, Méndez en Uruguay, Trujillo en Dominicana, Stroessner en Paraguay, Velasco Alvarado y Fujimori en Perú, Hugo Banzer en Bolivia, Somoza en Nicaragua, Castillo Armas en Guatemala, Humberto Branco en Brasil, Carias Andino en Honduras, Porfirio Díaz en México, Duvalier en Haití y más “santos” por la gracia de Dios del gran capital imperial. Difícil mostrar al mundo el nivel de su barbarie alcanzada tanto pública como oculta en manos de la CIA. La lucha ha sido y debe ser una constante contra el terror y la miseria que las democracias pretenden encubrir, de decapitación histórica como en el caso de Cuba; imponiendo como en el Estado español, “o con pactos”, donde el pueblo nunca participó ni siquiera se le preguntó entre maniobras e intentos de golpe de estado para sembrar el pánico y terror sobre la población, obligando asumir por ley constitución, monarquía y ejército franquista enfangado en el gran río de sangre interminable dentro de su España y fuera de ella.

Vuelvo a Celia…

A su forma culta de actuar e intervenir en todo el proceso que abarcó su constancia revolucionaria y sensatez profunda militante, de como se integró en la guerrilla, su saber estar en vanguardia antes y después de la toma del poder, de cómo su discreción se hizo sentir y querer tanto como su receptividad y sensibilidad, porque en ella, no tenía cabida altanería alguna ni el sentimiento vacío y hueco de la superficialidad que da el personalismo ciego. Era lo que era, lo que le permitió sentirse una más, y no solo una líder, que lo era, y no solo saber escuchar, que escuchaba, sino sentir de manera profunda y vitalista a todo su pueblo como lo que son, seres involucrados construyendo un presente y futuro integral en complicidad, propio y de todos, dialéctico y científico, histórico. Por ello vuelvo y volveré una y mil veces a Celia. Siempre me gustó y respeté a la mujer que habitaba en ella y ese sentimiento que nacía de abajo en las profundidades del deseo de abolir la desigualdad de clase, de integrar las capas más desfavorecidas en siglos de dolor que la revolución había heredado. Conseguir que la mujer se integrara no fue tarea fácil, que se organizara y desechara toda la lacra de sumisión, de degradación arrastrada, y, luchando se liberara contra las injusticias, y, luchando asumiera el control de su propia lucha, y, como mujer revolucionaria, ocupara puestos de responsabilidad para juntas abolir todo lo que atenta a su liberación en alienación sexual, laboral, social y política; siempre me gustó desde que la descubrí. Me gustó y conmovió de la guerrillera su tenacidad laboriosa y también la opinión de muchas mujeres sobre ella, que he podido escuchar y compartir de esa parte del pueblo batallador y creativo que casi nunca ve el turismo, porque no son las mismas vías y caminos los que cruzan ni los mismos pensamientos los que emanan y unen. Por ello amo y seguiré amando a ese pueblo que trabaja como trabajó ella, lo amo como a la misma Celia, discreto y laborioso como hormiguitas construyendo sin más pretensión que ser parte de su país y de esa evolución e historia que cambió su rumbo consiguiendo su derecho a ser, en la tierra, su independencia; ese es el pueblo de Celia, ese es mi pueblo, su liberación forma parte de la mía. Todo aquél o aquella que va a la isla a que le escuchen, y no escuchar nunca, ni querer sentir ni ver ni reconocer el balance histórico de las vidas del país que visita, para no oír hablar de independencia ni revolución, ni siquiera de los avances creados como potencia cultural, deportiva, medica y científica en formación y educación entre talleres y fábricas, museos y aulas de historia abiertas. Cerrando oídos van diezmando con su sonrisa de mueca como si lástima le diera la hormiga laboriosa centrada en su trabajo y no en vida ajena. Se explayan escuchándose a si mismos en regocijo al ‘estado de bienestar europeo’, para mejor restregarles lo que considera “sus miserias”, olvidándose en el mejor de los casos (que la miseria) allá donde se encuentren la llevan intrínseca.

Admiro y amo a los seres inteligentes que saben ser y son sencillos y sensibles. A la que tomó el dolor de su pueblo como propio cincelando y fundiéndose en él en compromiso con la misma intensidad y discreción que desarrolló su militancia, no publicista, no mediática vana, ni mucho menos sensacionalista donde se refugia el vértigo del vacío. Y porque no hay revolución que de la noche a la mañana cambie todos sus estamentos mediocres, de concepto religioso alienantes y oscurantistas para con la mujer para con la vida. Conceptos políticos de marginación clasistas raciales y repugnantes que han regido décadas, siglos de los viejos regímenes feudales, terratenientes, capitalismos de dentro y de fuera, neoliberalismos aboliendo, destruyendo pueblos y culturas, imperialismos para someter por las armas. Amo y respeto como a mi misma, a la que tuvo muchos nombres clandestinos que le dieron vida y razón de ser, uno de entre ellos ya inmortal, Celia Sánchez Manduley. La que no cesó en la lucha hasta segundos antes del último adiós, atrincherada laboriosa sin jamás alardear de líder. Entre las muchas responsabilidades que desempeñó como secretaria del Consejo de Estado, diputada al Parlamento, miembro del Comité Central del Partido o de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas. Jamás chupó cámara televisiva ni fotográfica gratuita, tenía clara muy clara su misión. Su conciencia e ideología la ciñó abrazada a su mandato, a su integridad de dirigente de la revolución, y a su pueblo, del mismo modo se clavó en su memoria porque lo dio todo por él, su ideal, su combate contra la tiranía. Celia seguirá presente cuando se hable de revolución en su imagen atrincherada junto a obreros y campesinos, con su mariposa en la cabellera y su dulce sonrisa a cuestas. Así la describieron los y las combatientes que la conocieron, radiante y coqueta como la vida no adulterada, impregnada de eficacia y esencia, la fiel compañera de armas de Fidel en la sierra como en el llano, eficaz organizadora y flor de revolución. Así fue su corazón, grande, donde reinó la amistad internacional incondicional, su pueblo y su isla, al mismo tiempo que su respeto y amistad infinita sin omitir los detalles que todavía la engrandecen a pesar del tiempo de su ausencia. Pese a todo revuelo mediático, hoy en Cuba, de confusas voces entre odiosas reventonas… Celia Sánchez Manduley me sigue hechizando, por su autenticidad sin fotocopias, por su firmeza y abnegación en boca que vuela en atardeceres de lucha y entre el rocío de la mañana, entre flores y plantas, que tanto gusto conocer y cuidarlas. A decir de la general de brigada Delsa Esther Puebla Viltres ‘Teté’: “Es la mujer más grande que he conocido”. Esa era ella, la que jugó un papel clave en la revolución y vida del líder cubano más emblemático, la que estuvo en el corazón de la revolución por más de dos décadas y se convierte en la más fiel colaboradora.

Después de que Castro tuviera una llegada dura y compleja a Cuba, desde México, en diciembre de 1956 -perdiera a la mayoría de combatientes- una red clandestina de familias campesinas organizadas por Celia Sánchez, fue fundamental, para la supervivencia de los revolucionarios rebeldes. Celia Sánchez Manduley nace y crece en la ciudad azucarera de Media Luna, en Oriente, la zona tropical del este de Cuba. Su madre murió cuando ella era muy joven, asumiendo su padre, hombre culto, toda su educación y cariño, el doctor Manuel Sánchez Silveira. Cuentan que Celia Sánchez aprendió de él sobre política, y fue su asistente, lo que le permitió ver el efecto de la pobreza extrema en sus pacientes. También se hizo conocida en la región y sus contactos locales le serían de gran utilidad más adelante. Che y Celia Sánchez combatieron juntos al mismo enemigo, se cuenta que cuando emprendió, el que sería su último viaje, le dio a Celia su gorra histórica como recuerdo. Nuestra flor autóctona, tras el triunfo de Batista, tuvo muy claro de que la violencia sería inevitable para derrocar la dictadura. Comenzó a organizar la resistencia. En julio de 1953 Fidel hizo su primer intento de derrocar a Batista y atacó al cuartel Moncada en Santiago, Celia se une de inmediato al MR 26-J. Cuando Fidel regresó del exilio en México, es ella, la que organiza el transporte de suministros a los rebeldes en Sierra Maestra, reclutó voluntarios y fue uno de los principales puntos de contacto. En 1957, en la Cuba de Batista, Celia fue la mujer más buscada del país. Cuando se le hizo demasiado peligroso quedarse en la llanura, se unió a la guerrilla en Sierra Maestra. Desde el mando de La Plata, supervisaba el suministro de alimentos, ropa y armas, también fue al campo de batalla. La guerrillera, pues, en una revolución nunca se deja de serlo, hoy general de brigada de largo nombre, Delsa Esther Puebla Viltres ‘Teté’, tenía 15 años cuando conoció a Celia en Sierra Maestra: “La primera batalla en la que Celia participó fue Uvero, en mayo de 1957. Fue muy duro. En aquel momento los guardias de Batista controlaban gran parte de la sierra. Bombardearon y mataron a muchos campesinos”. Celia tuvo un papel de liderazgo claro: “Ella estaba en el control de algunas de las áreas, en las que en ocasiones murieron 40 o 50 personas. A veces, los guardias quemaban todas las casas en un pueblo, para que la gente no tuviera dónde vivir. Y además de todas sus otras responsabilidades también se hacía cargo de esas familias”. Celia se convirtió en la primera mujer con rango de dirección en el naciente movimiento 26 de julio.

Tras el triunfo de la revolución, en 1959, Celia siguió siendo para Fidel la colaboradora más valiosa hasta el final de sus días (1920-1980). Estuvo al cargo de numerosos proyectos revolucionarios casi siempre desde una posición anónima, fue la gestora de obras emblemáticas que hoy se continúan visitando como el Parque Lenin, la Casa de los Cosmonautas, el Palacio de las Convenciones… hasta la supervisión de la ‘reeducación’ de las familias de los insurgentes anticastristas, fomentó y fundó parques comunales y luchó por conseguir que todos los cubanos pudieran tomar helados (y esto aunque parezca hoy algo banal en absoluto lo era). Durante su estancia en Sierra Maestra conservó hasta el último pedazo de papel, cada orden de batalla que pudo salvar, con el fin de establecer un archivo histórico de la revolución. Es evidente su aporte social y político pero de éste último no hay apenas información. Nidia Sarabia recuerda cómo le ayudó a Celia Sánchez a organizar el archivo en 1960: “Ella vigilaba todo el papeleo -incluso cuando estaban siendo bombardeados con napalm. Tenía esta idea de que incluso un pequeño pedazo de papel de un guerrillero, o de un campesino semianalfabeto, tenía una importancia vital. Fue una de las ideas más importantes y queridas que tuvo. Y nadie más pensaba en ello. Tal vez Fidel sí, pero ninguno otro de los líderes pensó que había que guardar esos papeles”. Aunque para mi sea tarde, por la rabia que siento que se llene de lecturas a partir de que uno se muere y no en vida, a nivel de los medios cubanos se ha convertido en un icono en Cuba, me congratula, mucho más me alegraría que fuera vista por si misma por su valor incondicional, su intelectualidad, su ideología íntegra, su concepto propio y sus ideales de la revolución permanente, única actitud de principios de que la toma del poder siga siendo una realidad con y sin Fidel. ¿De cómo llegó Celia a esa claridad revolucionaria evolutiva?: “Yo nunca fui a votar, ni saqué cédula, ni nada porque no me dio la gana. No conté con nadie. Las ideas mías eran mucho más allá de todo, eran muy profundas, discutía mucho también, y me creían una loca en las ideas, como que era idealista en liberarnos del imperialismo. Yo veía la liberación de Cuba”. Las relaciones de la familia con los miembros más adinerados de la comunidad, será aprovechada por Celia para obtener fondos para la lucha, pero según sus propias declaraciones sabía que aquellos no eran apoyos desinteresados: “Yo siempre sabía que con esas mentalidades no llegábamos a nada. Desde los primeros días, cuando ya se sabía del desembarco y todo, que como un problema de humanidad, de salvar aquella juventud loca y en lo que nos habíamos metido nosotros, darle dinero para que se fueran, que se fueran y que se fueran. Salvarles nada más. Salvarles la vida y que se fueran y a costa de esto yo cogía dinero. Los asesinatos de los expedicionarios del Granma, los conmovieron un poco, los motivó a que se acabara todo eso. Cuando iba a venir el avión de Costa Rica, nosotros recibimos en la Sierra un papelito, que nos decían que necesitaban diez mil pesos para el avión, que era lo único que necesitaban ya para llevar las armas a la Sierra y yo mandé a Aguilerita, que fuera a ver a Pedrito Álvarez, mi cuñado y a Arcos de parte mía y que dieran eso. Los dio Pedrito. Ya la gente tenía confianza en nosotros, lo que sí tuvieron una confianza equivocada. Ellos primero pensaron que nosotros podíamos invadir sus industrias, empezar los problemas personales, las venganzas, todas esas cosas y pensaron como un respaldo si eso pasaba, estaban bien con Dios y con el diablo, vaya, daban dinero por aquello. Y yo siempre me valí mucho de ‘La historia me absolverá’ que se la di a todo el mundo para que se la leyeran, pensando siempre que el día que triunfáramos, me iban a sacar todo eso y yo dije: yo no engañé a nadie. Y entonces vi a Manolo Arcos y me dice: Celia, me voy, pero te quería ver para decirte que me engañaste. Dígole: no, se engañó usted, yo nunca lo engañé, yo a usted le di La historia me absolverá a leer y no se está cumpliendo más que lo que Fidel dijo en La historia me absolverá. Yo nunca lo engañé, usted si se va es porque quiere, pero este es el mismo programa que yo le di a usted”.

Celia participa por primera vez en combate directo un 28 de mayo de 1957, en El Uvero, como integrante del pelotón de la comandancia convirtiéndose en la primera mujer que ocupó la posición combatiente en las filas del Ejército Rebelde. El 4 de septiembre de 1958 en Sierra Maestra tras una reunión de siete horas entre Fidel y su Estado Mayor, y promovido por Celia se crea en La Plata, el pelotón Mariana Grajales formado solo por mujeres que tenían la decisión de incorporarse como combatientes, conocido como ‘Las Marianas’, del cual la guerrillera “Teté” fue la segunda responsable, una de las más estrechas colaboradoras de Celia: “Como muchos hombres no nos tenían confianza, Fidel no solo fue quien nos enseñó a disparar, sino que nos nombró su escolta personal. Por eso cuando íbamos llegando a los lugares la gente decía: ¿Llegaron las Marianas? ¡¡Seguro detrás viene Fidel!!. El día en que la Revolución triunfa, una parte de Las Marianas, nos encontrábamos en Holguín con el comandante Delio Gómez Ochoa, jefe del IV Frente, y Fidel nos mandó a buscar. El día 2 llegamos a Bayamo y nos incorporamos a la Caravana de la Libertad para hacer el recorrido hacia La Habana. Nada he olvidado. Recuerdo en la Caravana que Celia -igual que en la Sierra- apenas descansaba. Ella era así. No tenía descanso. Armando Hart Dávalos dijo en su memoria: “Celia era una apasionada de la historia. Tenía conciencia de que vivía en el escenario de una gran historia, cuidaba con celo todos los documentos, materiales y escritos con el objetivo de conservarlos para la posteridad. Organizó un gran archivo histórico con un inmenso arsenal de documentos valiosos de la Revolución. Entre los héroes históricos de la Revolución Cubana que nos alientan en este esfuerzo gigantesco está la compañera Celia. Ella nos enseña las virtudes que debemos desarrollar y estimula en esta hora que vive la patria, América y el mundo para continuar hacia adelante ¡Esa fue Celia, compañeros! Grande en su preocupación por los aspectos más concretos y decisivos de cada obra de la Revolución. Grande, quizás, sobre cualquier otra virtud, en su modestia y sencillez. Entre todas sus cualidades debemos efectivamente destacar su rechazo a cualquier forma de ostentación y su apego a las maneras simples y sencillas de vivir y trabajar. Esta era, seguramente, una de sus más conmovedoras virtudes”.

En la base del Monumento a José Martí, en la Plaza de la Revolución (La Habana), aquel viernes 11 de enero de 1980, llovió sobre ella una oleada humana espectacular, un fogoso diluvio dando forma humana masiva, el pueblo cubano rendía su admiración en su último adiós a quien fuera la principal creadora en 1957, de un pelotón revolucionario de mujeres “Las Marianas”, en honor a Mariana Grajales, considerada la Madre de la Patria cubana. Margarita Pastene, actual Presidenta del Colegio de Periodistas de Chile, fue durante sus años de exilio la corresponsal voluntaria de Radio Habana Cuba, en Berlín, compuso una entrañable canción dedicada a Celia. Por igual el fundador cubano del programa Palmas y Cañas, que por su modo y modestia tan personal como peculiar de interpretar la música campesina, su jocosidad y nivel de improvisación, al participar en una controversia, ganó todo el reconocimiento, simpatía y respeto al entrañable descendiente de canarios: Adolfo Alfonso Fernández. Uno de los mejores decimistas que ha tenido Cuba. Recibe entre otros reconocimientos el Premio Nacional de la Música en 2004. Estas son las décimas dedicadas a Celia, por el que hizo de la poesía música fundida en el crisol del tiempo y de la historia con sus tradiciones, un genio del arte poderoso, que con la rima de su verso iluminado se ganó el amor -como Celia- de todo su pueblo: Flor autóctona, mujer Hecha de miel y de acero Radiante como un lucero Que baña el amanecer. Tú naciste para ser Por la historia perpetuada Y aunque la Sierra empinada Retumbó por la bravura Nunca estuvo la ternura Mejor personificada. ¡Oh paloma verde olivo! Para rendirte homenaje Habrá con otro lenguaje que inventar un adjetivo. ¡Oh corazón combativo ¡Con más luz que el Astro Rey! ¡Oh discípula de Hatuey! Esta dicha del presente Es fruto de tu simiente Celia Sánchez Manduley.

Guerrillera y secretaria de Presidencia del Consejo de Ministros de Cuba en la revolución, fue de una fidelidad extraordinaria excepcional y apoyo para con el líder de la revolución que como él bien dijo en una ocasión: “fue su mano derecha e izquierda”. Cuando los expedicionarios del yate Granma desembarcaron por Playa Las Coloradas, Celia ideó la manera de obtener información valiosa para el Movimiento 26 de Julio: se disfrazó de embarazada, y los guardias, que no la reconocieron e invitan a tomar café. Así entró al cuartel con el intento de cumplir su propósito. Dijo Fidel un 15 de junio de 1957: “Tú y ‘David’ (por Frank País), son nuestros pilares básicos. Si tú y él están bien, todo va bien y nosotros estamos tranquilos”. Así es como se fue forjando la revolución, que nunca se ha dejar pisar, ni por el enemigo interno ni por el monstruo externo que crea y alimenta su embrión. Consciente de su entraña, como lo estuvo Martí, el comandante de la revolución declara “Ese era el camino que tenía que seguir la Revolución: el camino de la lucha antiimperialista y el camino del socialismo, es decir, de la nacionalización de todas las grandes industrias, de los grandes comercios, la nacionalización y la propiedad social de los medios fundamentales de producción”.

fuente: Insurgente.org

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