Las luchas por la justicia social LA MASACRE DE PANZOS.


29/05/1978 Por Fernando Bossi Rojas

El Golpe de Estado que derrocó al gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala, abrió las puertas a la toma de revancha por parte de las bananeras yanquis y la oligarquía terrateniente. Todo lo bueno que había hecho el gobierno popular fue ilegalizado, estigmatizado, desacreditado y botado a la basura. Por supuesto que a la anhelada Reforma Agraria se le extendió de inmediato un lapidario certificado de defunción.

Fue así que, bananeras, viejos terratenientes y políticos oportunistas, retomaron su acostumbrada práctica de despojar a los campesinos de sus tierras, fundamentalmente de las comunidades indígenas.

Flavio Monzón fue uno de aquellos políticos oportunistas que se convirtió en terrateniente. Asumió como alcalde de Panzós una vez consolidado el Golpe de Estado y desde ese lugar se encargó de conseguir los pocos documentos que poseían las comunidades indígenas del lugar. Con la excusa de tramitar ante la institución pertinente la propiedad de las tierras para los indígenas, Flavio Monzón terminó registrando una inmensa cantidad de hectáreas a nombre propio.

Los indígenas entonces, de ser los legítimos dueños de las tierras, pasaron a convertirse en usurpadores, ocupantes o meros invasores.

El municipio de Panzós, está ubicado en el valle del río Polochic, perteneciente al departamento de Alta Verapaz, casi en el centro del país. Más del 90 por ciento de sus habitantes son maya kekchi, etnia mayoritaria en Guatemala.

Ahora, no se puede hablar de indígenas mayas sin hablar de la tierra. Y hablar de la tierra en Guatemala, lamentablemente, es hablar de una historia de despojos.

A finales del siglo XIX el decreto 170 o de Redención de Censos facilitó la expropiación de las tierras a los indígenas en favor de inmigrantes alemanes. A españoles y alemanes se le fueron sumando luego criollos y norteamericanos, empresas o propietarios individuales que se apropiaron de las tierras indígenas de una infinidad de maneras; ninguna de ellas lícita.

Los años 60 y 70 fueron de alta tensión en el país, los gobiernos entreguistas de turno no podían frenar el descontento generalizado del pueblo. Los estudiantes, campesinos y obreros expresaban su rebeldía a través de diferentes organizaciones que se venían gestando. A las corrientes de izquierda y nacionalistas revolucionarias -muchas organizadas en guerrillas-, se le sumaba con fuerza la corriente cristiana de la Teología de la Liberación y surgía también una fuerte tendencia de los indígenas hacia el rescate de su identidad. Los terratenientes, como las empresas extranjeras veían con muy malos ojos esa “amenaza” de los campesinos que reclamaban tierras.

Así llegamos al 29 de mayo de 1978. Los campesinos indígenas, liderados por Adelina Caal, conocida por todo el pueblo como Mama Maquin, se habían reunido en la plaza de Panzós para entregar una solicitud referenciada al tema de la propiedad de la tierra. Los hacendados, temerosos de la situación, habían llamado al ejército para “evitar desbordes”. A las 10 u 11 de la mañana se produjo un leve incidente que sirvió de excusa a los militares para descargar, con una ferocidad diabólica, toda una lluvia de balas, metralla y granadas contra los hombres, mujeres y niños concentrados pacíficamente en la plaza municipal.

La cifra de muertos va desde 50 a 160. Pero nunca se sabrá con certeza cuántos fueron, ya que muchos murieron en el intento de fuga, otros ahogados en el río y quienes fallecieron en escondites tras sufrir serias heridas. Mama Maquin fue una de las víctimas.

Los militares, a pedido de los terratenientes, se quedaron en el municipio. Y durante cuatro años realizaron un operativo “limpieza” que reportó más de 300 campesinos asesinados.
El parte del Gobierno sobre los hechos de la plaza de Panzós fue una vergüenza. En el informe se decía que los campesinos habían atacado al Ejército y terratenientes con sus… herramientas de labranza… y que hubo que responder en… defensa propia.

El presidente Kjell Eugenio Laugerud señaló que se trataba de un “plan de subversión patrocinado por Fidel Castro … los verdaderos responsables de lo sucedido en Panzós tendrán que pagarla … su Gobierno perseguirá a los que llevaron a cabo el adoctrinamiento de los campesinos, azuzándolos para que invadan tierras ajenas …”.

Hoy la situación no ha cambiado mucho. Los herederos de Flavio Monzón y los terratenientes nietos y bisnietos de alemanes y españoles, más empresas yanquis y europeas sieguen siendo dueños de la tierra y de lo que hay en ella, inclusive, en muchos casos, de la vida misma de los indígenas campesinos que hace miles de años habitan allí.

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