Pascualina Curcio: Hay que pasar a la ofensiva


Llegó puntual, a las 8:30 de la mañana, a la entrevista. Una puntualidad no muy común en estos lados del trópico. Esta venezolana es hija de padres italianos que emigraron a esta nación y su profesión es economista (Universidad Central de Venezuela), magister en Políticas Públicas en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (Iesa) y doctora en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar.

En los últimos años, Curcio se ha convertido en una personalidad de mucha proyección mediática por sus opiniones sobre economía, tema de boga en la actual coyuntura. A juicio de esta académica, en la llamada guerra económica contra Venezuela, “se debe pasar a la ofensiva, no solo es el tema de la resistencia (…) eso pasa por la voluntad de tomar decisiones que van desde el control del oro hasta el uso soberano de las divisas, y que pasa por ver que está pasando en la industria petrolera para aumentar la producción y revisar la gestión de las industrias básicas”.

—El Presidente exhortó a la empresa privada a trabajar con el Gobierno. ¿Es eso posible en la actualidad?

—En la Constitución no se excluye a la empresa privada. El planteamiento es que participen, que lo hagan con sus divisas, con una visión nacionalista, para producir y abastecer, y también con el fin de exportar, para así generar otras fuentes de divisas distintas a las del petróleo. Las divisas producto de la exportación de petróleo deben ser administradas por el Estado, pues sin triangular, puede comprar alimentos, medicamentos y materia prima para la producción o para cubrir los compromisos de deuda pública y aumentar las reservas internacionales.

—El sector privado parece que solo se acerca al Estado cuando hay divisas de por medio. ¿Hay dólares para tanta gente?

—El planteamiento es que no se debe seguir dando divisas baratas al sector privado. Hubo muchas presiones del sector privado el año pasado para liberar el control cambiario. ¿Por qué? ¿Que decían? “Es que no tenemos dónde comprar y vender divisas”. Bueno, pero ya se cerró, se levantó el tema de los ilícitos, allí tienen su espacio. Ahora, qué dice Fedecámaras y Consecomercio: “Ok, ya tenemos el espacio pero no tenemos las divisas. El Estado me las tienen que dar”. No, señor, usted tiene las divisas afuera. Desde el 2013 para acá, en términos netos, -según la balanza de pago publicada por el Banco Central de Venezuela- el sector privado ha aumentado alrededor de 10 mil millones de dólares sus activos en depósitos en cuentas fuera del territorio nacional.

—¿Cuánto es el monto que tiene el sector privado fuera del país?

—Según el Banco Central, se le ha entregado al sector privado 645.000 millones de dólares, desde 1970 hasta 2015. Se estima que más del 50% de ese monto ha salido fuera del país. Estamos hablando de más de 300.000 mil millones de dólares. Cuando uno suma desde 2013 hasta la última publicación de la balanza de pago del Banco Central, en 2018, son aproximadamente 10.000 millones de dólares en términos netos, que ha aumentado lo que se denomina depósitos en monedas extranjeras del sector privado.

—¿Qué porcentaje de ese monto ayudaría a reactivar la economía nacional?

—Supongamos que la inversión de ese sector llegue a 10%. Estaríamos hablando de unos 15.000 millones de dólares que podrían traer como inversión privada, comparados con los 300.000 millones que tienen afuera, es marginal…. Con ese porcentaje se importa todo lo que se necesita en Venezuela, tanto para la producción como para los bienes de consumo. Eso sí, a un precio de referencia internacional sin sobrefacturación.

—Los empresarios no solo piden divisas sino también que se les pague con fondos públicos sus deudas. ¿Está el Gobierno dispuesto a hacerlo?

—Chávez cuando llegó pagó la deuda, una parte de ella era del sector privado… Dice la industria farmacéutica: “Es que no hay medicamentos, supuestamente, porque el Estado nos debe 5.000 millones de dólares que tenemos de deudas con las grandes empresas farmacéuticas”. Primero, estamos hablando de grandes filiales de empresas trasnacionales, eso es lo primero que uno debería decir. ¿Por qué lo debe el Estado si eso es su negocio? Son las empresas, ellos los compran y luego los venden aquí. ¿Por qué el Estado tiene que cubrir la deuda?… Ha habido una especie de chantaje, como yo soy el que suministro el medicamento y tú, Estado, si no me das las divisas, entonces el pueblo se queda sin las medicinas.

—¿Qué hace falta para salir de la trampa de la dependencia tecnológica?

—Tenemos que desarrollar la ciencia y la tecnología. El rol de las universidades y de los centros de investigación es fundamental. Ahora, para ello hace falta recursos. Por eso, decíamos que las divisas del Estado no se la debemos dar al sector privado. Utilicemos esos recursos también para potenciar y desarrollar el aspecto tecnológico, las universidades y los centros de investigación… Estamos viendo cómo la experiencia del ensemillamiento ayuda, por ejemplo, a romper la dependencia de las semillas que vienen de afuera, que es el tema de la soberanía alimentaria y, como eso, otros aspectos.

—¿Qué pasa en la industria petrolera?

— Hay que revisar bien que es lo que está pasando en Pdvsa. Cuando digo que hay que revisar bien, es porque hay quienes plantean que es un asunto de falta de inversión. No necesariamente es un tema de que necesitamos endeudar a la República para empezar a producir. Hay que revisar que es lo que está pasando desde el punto de vista de la gestión, además de eventuales, como dijo el Presidente, sabotajes desde adentro. (…) Recuperar la producción petrolera es fundamental pues permea toda la economía, igual hay que hacerlo en las industrias básicas. ¿Qué es lo que está pasando en las industrias básicas?

—¿Parece que las industrias básicas siguen siendo un dolor de cabeza?

—Hay que meterse en las industrias básicas y ver qué es lo qué está pasando, pues los recursos están allí, la tecnología está allí. Igual, en el caso petrolero la tecnología está allí. Las industrias básicas pueden reportar unos 5.000 millones de dólares anuales al Estado. Creo que hay que revisar muy bien la producción petrolera y las industrias básicas, en estos momentos es clave la producción.

—¿Es ineficiente el sector público?

—¿Cuál es el más eficiente: el sector público que genera 95% de las divisas de este país, o el sector privado que no llega al 2 o 3% de las divisas? ¿Quién es más eficiente: un sector privado que no genera sus propias divisas y que mientras más divisas le das, más disminuye la inversión, o un sector público que -lo que hemos visto en los últimos años, del 99 para acá- más bien ha aumentado la inversión pública?… La productividad del trabajo del sector público, excluyendo el petróleo, subió y, además, es mayor que el sector privado. Ahora, hay que fortalecer las empresas en manos de los trabajadores, del Estado y los modos de producción comunal… Por ejemplo, si el Estado importa maíz y en vez de dárselo a las empresas públicas y a las comunas que producen harina de maíz, se lo sigue dando a las dos empresas privadas que elabora harina de maíz -que además es barato- y que no te colocan en los anaqueles, no estamos avanzando hacia un modelo distinto.

—Críticos al Gobierno insisten en que los controles son causas de la crisis. Pero el ciudadano de a pie asegura que ha sido el descontrol que ha incidido en los altos precios. ¿Qué cree usted?

—Yo soy de las que piensan que hace falta más control en el tema de los precios. Hay una Ley de Precios Justos que establece que si las empresas no cumplen, deben ser sancionadas con confiscación o con multas. Hay que aplicar la ley… En el caso de los precios, cuando hablamos de colocar el cascabel al gato y dónde, hay que empezar por las grandes empresas que son las marcadoras de precios y eso hace el trabajo más fácil, porque entonces tú te pones a ver cuántas empresas producen harina de maíz en el país, no son más de dos o tres, a las que hay que decirle este es el precio y paralelamente al control del precio, va el de la distribución para que no acaparen. Por otra parte, hay que sancionar las transacciones en dólares, la moneda es el bolívar… Hay que sancionar aquellos establecimientos que transan y tienen letreros que dicen aceptamos dólares.

—¿Decía el presidente John Adams: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación: una es con la espada, la otra con la deuda”. ¿Cómo estamos hoy en estos aspectos?

—La deuda externa ha sido siempre un mecanismo de neocolonización para someter a los países. La deuda de Venezuela está alrededor de unos 130.000 millones de dólares, monto que hay que pagarlo de aquí a 20 años. En 2019, según estimaciones, hay que cancelar 8.000 millones de dólares. La deuda está muy por debajo, en términos comparativos, que las de Estados Unidos y varios países desarrollados, cuyos montos superan su PIB en términos porcentuales… Venezuela no está en default.

—¿Es el control de cambio o acaso la no aplicación de las leyes lo que ha originado el dólar Cúcuta?

—Con mayor intensidad, desde el 2013, se ha manipulado el precio del bolívar. Esa es un arma imperial que tiene mucho tiempo, que no la están probando con Venezuela, ya lo hicieron en Nicaragua en 1988, en Chile a inicio de la década del 70, y en Zimbabue en 2008. La manipulación está acompañada de (…) una guerra psicológica y comunicacional. Cuando atacan la moneda, el objetivo principal no es distorsionar el mercado cambiario, es distorsionar el sistema de precios para generar inflación y contraer la economía. Hay que evitar la manipulación del bolívar…. por eso la propuesta de respaldarlo en el oro. De los ataques de la guerra económica, el ataque a la moneda es el más poderoso.

—¿Cómo vamos en la guerra económica?

—La guerra económica es continua. No hay expectativa de que cesen las agresiones. Son tres sus armas principales: bloqueo, acaparamiento, escasez de productos y el ataque a la moneda. El ataque a la moneda ha sido tremendo. En el 2013, eran 8 bolívares fuertes por dólar, según esos portales que distorsionan la moneda, y ahora dicen que debemos dar 1.300 millones de bolívares fuertes por dólar. Hasta ahora no he visto un economista que explique, con elementos técnicos y económicos, la depreciación de nuestra moneda.

Riqueza que genera conflicto.“Venezuela tiene 7 mil toneladas de oros probadas, de las cuales 4.130 están certificadas en las minas… No es casual que el país sea el epicentro de un conflicto, incluso geopolítico. Tenemos la primera reserva de petróleo, que es la energía que mueve al mundo, y la primera de oro, metal que va a sustentar el sistema monetario internacional. Por eso es que EEUU quiere entrar, y China y Rusia tratan de que no lo haga, porque eso le daría una gran ventaja. ¿Qué hacer? Tenemos que resolver los problemas que hay en las minas (los pranes y la mafia).

El Estado tiene que tomar el control de las minas. Hay una propuesta que hemos venido haciendo que es aumentar la reservas internacionales con el oro. No se trata de llevar las siete toneladas al BCV, pero sí una parte, monetizarlos, porque así se fortalece la moneda y la economía”, sostiene Curcio.

¿La mano invisible o visible del mercado? Para Pascualina Curcio esa mano invisible del mercado, planteada por Adam Smith, “no existe”. “¿Por qué no existe? Porque tiene tras de sí supuestos que no se cumplen, el primero: es que hay muchos compradores y vendedores en el mundo.

En el sistema económico mundial, el capitalismo ha avanzado con las concentraciones de capitales, cada vez más hay poco vendedores y muchos compradores, es decir, hay monopolios, que son los que marcan precios y deciden cuánto producir y cuándo hacerlo. Luego, el otro supuesto es que todos manejamos la misma información, es decir, que si yo voy a comprar un carro usado tengo la misma información que tú, que me lo estás vendiendo, que has manejado el carro y sabes cuántas veces los has chocado. Pero eso no es verdad, yo no sé qué pasó con ese carro. Así, ese supuesto tampoco se cumple.

Lo que decimos es que son manos visibles que marcan precios, que deciden, no solo cuánto producir y distribuir, sino cuándo hacerlo. Por eso, el rol fundamental de un Estado que quiere avanzar hacia un modelo, cuyo centro es el ser humano, no solo es regular, sino participar activamente sobre todo en este país donde el Estado es el dueño de la mayoría de los recursos”.

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