Así fue Fidel “en modo” período especial


Clodovaldo Hernández

El comandante Fidel Castro –que esta semana hubiese cumplido sus 93– siempre fue un líder fuera de serie. Y, como sucede con ese género excepcional de conductores de pueblos, lo mejor de él salía a relucir cuando las circunstancias se ponían particularmente sombrías.

Así pasó en aquel histórico año 1991, cuando el gran contrapeso del capitalismo, la Unión Soviética, se desplomó ruidosamente y dejó huérfano al medio mundo que creía en el socialismo, y en particular a la Cuba que, en solitario, le había plantado cara a Estados Unidos en el continente americano durante más de 30 años.

Fidel, para decirlo con una frase del léxico actual, “se puso en modo” período especial e hizo lo que solo los grandes timoneles pueden hacer: enfrentar la tormenta con la resolución al tope.

¿Cómo fue ese Fidel “en modo” período especial? Analicemos y aprendamos.

La sinceridad ante todo

La primera lección que ofreció Fidel cuando asumió la dirección del período especial cubano fue hablarle al pueblo con una sinceridad dolorosa. El que estaba esperando en ese momento que el comandante negase la crisis o que le diera esperanzas fáciles, se equivocó de banda a banda. Fidel lo que compartió con los cubanos fue ideas como esta:

“El período especial no ha llegado todavía a lo peor, y es esencialmente la situación del combustible la que nos obliga a pasar por la etapa peor (…) se comprende perfectamente que no podemos dedicar todos los recursos del país a eso. Y si nosotros estamos trabajando este año, ya en este momento, con la mitad del combustible que gastaba tradicionalmente el país, no podemos contar con esas cantidades el próximo año. Por eso considero que el año 1992 es la prueba de fuego, porque llegaríamos al límite en que nos ha colocado lo ocurrido con el campo socialista y la URSS”.

Análisis objetivo de la realidad

Para todo aquel que no lo tuviera claro, Castro explicaba didácticamente el cuadro de la crisis: “Hoy no se puede hablar de un bloqueo, hoy hay que hablar de dos bloqueos. Ya una vez, partiendo de la tecnología capitalista y occidental, se produjo un bloqueo, y no llegó a este país una sola pieza de repuesto más cuando todos los camiones, todos los tractores, todas las fábricas, todas las locomotoras, todos los equipos eran de procedencia norteamericana. Y ahora, la inmensa mayoría de los equipos son de procedencia soviética o del antiguo campo socialista, y no llega una sola pieza”.

Orientación al colectivo

Fidel no perdía de vista su papel de guía ideológico. En un discurso ante científicos, en diciembre de 1991, los invitó a analizar el problema desde lo particular, pero también desde lo general:
“La supervivencia de la Revolución y del socialismo, la preservación de la independencia de este país depende hoy, fundamentalmente, de la ciencia y de la técnica. Pero es, en primer lugar, un problema político, una cuestión de conciencia, de espíritu de lucha, de voluntad, decisión y valor para resistir, para enfrentar dificultades, cualesquiera que sean”.

“Siempre tratará el enemigo de desalentar y decir: No tienen oportunidades; siempre habrá corrientes y tesis derrotistas inculcadas por el imperialismo para debilitar la moral del pueblo.

Habrá quienes pregonen que es una lucha inútil –agregó. A los escépticos, a los claudicantes, a los débiles, a los que traten de rebajar la moral de nuestro pueblo, debemos decirles siempre que lo único que significaría el fin de toda esperanza, la pérdida total de perspectivas y de posibilidades, es dejar de tener patria”.

Valoración del sacrificio del pueblo

El comandante sincero, autocrítico y analítico supo también reconocer el aporte del pueblo en las gravísimas circunstancias que implicó el colapso de la URSS. “¿Qué otro país, sin las características del nuestro; qué otra revolución, sin las características de nuestra Revolución, habría podido soportar ese golpe? –se preguntaba en sus alocuciones de entonces–. En el capitalismo no puedo ni siquiera imaginarlo, ya que, en primer lugar, sería inconcebible alcanzar el nivel de cooperación que se ha alcanzado en nuestro país. Lo que nosotros estamos haciendo hoy constituye una verdadera proeza. Yo diría que, trabajando así, seremos invencibles”.

Con el formidable talento para la arenga que lo caracterizó, Fidel, en modo período especial, supo llegar a la emoción de una población profundamente lastimada. “Debemos saberlo, sobre todo, los revolucionarios, debemos saberlo los patriotas, debemos saberlo aquellos que nos consideramos con capacidad de defender la patria, con capacidad de luchar: ¡somos millones! Y seguiremos siendo millones en la medida en que sepamos hacer las cosas como debemos hacerlas, mantener la moral en alto, combatir, estar decididos a combatir y a luchar hasta el último aliento, sabiendo todo lo que está en juego, y lo que está en juego, en primer lugar, es la patria”.

“No es posible vencer a un pueblo dispuesto a luchar; aquí no habrá zanjones (capitulaciones) otra vez, aquí no habrá luchas inconclusas, con nosotros los imperialistas no podrán jamás. Ni volveremos a ser colonia, ni volveremos al capitalismo; es demasiado basura, demasiado repugnante y demasiado intolerable. (…) Esclavos no encontrará el imperialismo en nuestro pueblo revolucionario; lacayos podrá haber, pero con lacayos no se hace un pueblo, con lacayos no se defiende la tierra, no se defiende la patria, no se defiende la libertad, no se defiende el honor, no se defiende nada; con patriotas, con revolucionarios, con hombres y mujeres valientes es posible defenderlo todo. Y vuelvo a decir que un pueblo de patriotas y de revolucionarios es invencible”.
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Un faro en la niebla

Revisar cualquier discurso de Fidel Castro en el período especial permite observar otro de sus atributos como líder: su vocación internacionalista. Sabía Fidel que Cuba había sido un faro en medio de la niebla de la Guerra Fría, y entendió que debía seguir siéndolo en el mundo unipolar que se perfilaba entonces.

Los pueblos de América Latina y los pueblos del Tercer Mundo saben lo que significaría para ellos que el imperialismo pudiera salirse con la suya y barrer a la Revolución Cubana. Se horrorizan de pensar en eso y nos dicen: ‘Resistan, nuestra esperanza es que ustedes resistan’ –comentaba Fidel en plena tempestad–. De eso se trata, de resistir; y si resistimos, vencemos. Y resistiremos, ¿por qué?, porque hay una nación formada. No es 1895, cuando había todavía muchos peleando a favor de España. No quiere decir que podamos contar con todos los que nacieron aquí; sabemos que aquí hay su basura y su blandenguería, sabemos que hay partes blandas, sabemos que hay quienes se dejan intimidar y se asustan por la tarea o por la magnitud de los esfuerzos, del desafío que tenemos por delante”.

Siempre con la historia como referente, expresó:
“Lo que no consiguieron en 200 años los imperialistas no lo van a conseguir ahora, que es apoderarse de Cuba; lo que no pudieron hacer cuando Martí caía en Dos Ríos, no lo van a conseguir ahora, porque no se lo vamos a permitir”.

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