Esperar lo mejor, pero estar preparado para lo peor


 

 â€œLa realidad siempre va más allá que la ficción”.

Después del 11 de marzo/2018 la campaña electoral que lidera Gustavo Petro, candidato de la Colombia Humana, ha tomado la delantera en el terreno electoral en Colombia. Viene sumando preferencias, le llega a nuevas audiencias y rompe todos los techos de resistencia que le pronosticaban los medios. Aunque las encuestas lo ubican detrás de Duque –el que señaló Uribe– el ex alcalde de Bogotá es el candidato con mayor poder de convocatoria y el que aglutina las miradas y expectativas de la opinión pública.

En el último mes y medio ha llenado numerosas plazas de ciudades intermedias y capitales de departamentos en una especie de “campaña admirable”; multitudinarias y festivas concentraciones ciudadanas muestran el entusiasmo desbordado de sus seguidores. Es el fenómeno político del momento. Además, en los debates televisivos con otros aspirantes ha mostrado su preparación académica, excelente capacidad comunicacional y gran consistencia conceptual.

En las siguientes tesis que presento intento demostrar que no estamos frente a cualquier evento electoral; hoy la situación de Colombia es inédita y algo especial. Lo que ocurre no se había visto desde las épocas de Gaitán y supera –por la facilidad de las comunicaciones– lo realizado por otras figuras de izquierda. Muchos analistas y estudiosos empiezan a reconocer que estamos presenciando algo más que una simple y rutinaria sucesión presidencial. ¡Puede ser histórico!

Observamos la irrupción de un proceso social y político con raigambre popular. Tiene todo lo básico: movimiento, figura y propuesta. Aglutina acumulados de lucha social de varias décadas de resistencia popular al modelo de desarrollo imperante que no se habían expresado por la interferencia del conflicto armado; cuenta con un candidato con calidades excepcionales y experiencia demostrada en el tiempo; e impulsa un programa de gobierno con ciertas bases prácticas construidas en la administración de la capital de la república que en su área metropolitana aglutina a la quinta (1/5) parte de la población colombiana (10 millones de habitantes).

Petro y su gente enfrentan a la oligarquía más rancia, conservadora, criminal, experimentada y servil a los intereses estadounidenses de América Latina, que ha logrado posar de ser demócrata ocultando un régimen político corrupto, excluyente e injusto como ninguno. Aspira a gobernar uno de los países con mayor desigualdad del mundo, en medio de los esfuerzos por terminar una guerra de 70 años que fue –en verdad – una violenta contrarreforma agraria que despojó de sus tierras y desplazó hacia centros urbanos a más de 6 millones de campesinos y habitantes rurales (indígenas, negros y mestizos).

Es un país que a pesar (¿o gracias a?) de la guerra y la presencia desde hace cuatro (4) décadas de la degradante economía del narcotráfico (coca, marihuana, amapola) ha logrado convertirse en la 4ª economía de la región latinoamericana después de Brasil, México y Argentina. Poderosos conglomerados capitalistas de origen colombiano acumulan capital aprovechando la situación estratégica del territorio, la expoliación de sus inmensas riquezas naturales, la sobre-explotación de sus habitantes y, con base en ello, han construido importantes alianzas con empresas transnacionales con las cuales mantienen inversiones en países vecinos, EE.UU. y Europa.

A eso se enfrenta un pueblo que va reviviendo legados y reconstruyendo esperanzas; frente a esa situación se levantan unas gentes que se apoyan en ese arriesgado y valiente dirigente político; en ese tremendo reto está involucrado un líder que se ha hecho en medio de las contingencias de un país que sueña con salir de las tinieblas; en esa tarea está empeñada una ciudadanía que quiere superar las actitudes y costumbres coloniales impuestas a la fuerza y con engaños por unas castas dominantes obtusas y añejas. Y en especial, es una calamidad histórica que –pareciera– las nuevas generaciones se niegan a soportar.

14 ideas o tesis para el análisis de coyuntura

1. Ni el imperio estadounidense ni la oligarquía colombiana –en este instante de la vida global, regional y nacional– van a permitir que Gustavo Petro sea presidente de la república.

2. No significa que al estilo “neo-zapatista” (declaraciones del Sub-Comandante Galeano o Marcos, ver: https://bit.ly/2r6e26W) se quiera desanimar o desestimular el esfuerzo y el entusiasmo electoral que existe en Colombia. Al contrario, ¡hay que empujar con toda!

3. México y Colombia son las cabezas principales del más brutal colonialismo heredado desde siglos atrás (Alianza del Pacífico) y la llegada de políticos progresistas a los gobiernos de esos países es lo que menos les conviene al Imperio. Primero, frente a lo que ocurre en el mundo con China y Rusia, y segundo, frente a lo sucede en la región con Venezuela y Brasil. Un triunfo electoral alternativo en estos países puede generar una influencia positiva en todo el continente que no le conviene al gobierno estadounidense. Pero también, para la oligarquía colombiana tal eventualidad es una pesadilla dado que tiene tras de sí demasiados delitos y crímenes (asesinatos, corrupción, podredumbre) y saben que Petro no es un político manejable. Intuyen que puede ser muy peligroso para sus intereses como lo afirmó el escritor Mario Vargas Llosa, connotado integrante de las derechas iberoamericanas (https://bit.ly/2GyNK4s).

4. Antes de que Petro empezara a crecerse y a desencadenar la “ola” ciudadana y popular que está en desarrollo, el grueso de la oligarquía estaba convencida que al derrotar a las Farc, toda la izquierda y los sectores populares no iban a tener capacidad de reacción inmediata. Así, ellos parecían dispuestos a aceptar fórmulas de gobierno “moderadas” como las de Sergio Fajardo, aunque sospechaban (y temían) que un triunfo de él, a pesar de su “tibieza”, podría alentar en lo inmediato la aparición de nuevas fuerzas democráticas. Los ideólogos de las castas dominantes no preveían lo que hoy se está presentando pero, indudablemente, tienen la capacidad de reacción y acuden a asesores gringos (y otros como JJ. Rendón) para diseñar sus respuestas.

5. Hoy la situación es otra. Lo que uno puede alcanzar a interpretar es que una buena parte del pueblo se había deslindado de las Farc y en general de las guerrillas, mucho más que las fuerzas de izquierda, y que la derrota del SI en el Plebiscito del 02.10.2016, no fue asimilada por esos amplios sectores populares como una derrota, sino que al contrario, fue un triunfo de los escépticos de la “tal paz”, de los críticos de esa falsa paz. Tanto las “izquierdas” como las derechas leyeron mal esos resultados y lo que había por dentro, por debajo y subterráneo, era una gran inconformidad y un rechazo a la demagogia pacifista de Santos, a la politiquería anti-pacifista de Uribe y al triunfalismo de las Farc y de la izquierda “fariana” o “pro-insurgente”. Ese inconformismo e indignación latente es la que se está expresando y desencadenando ahora, y utiliza para ello la única “válvula de escape” que existe que es la candidatura y la campaña electoral de Petro.

6. Hay varios hechos que nos llevan a pensar, a prefigurar, que se está preparando un nuevo acontecimiento (o complot criminal) como los llevados a cabo en 1948 y 1970. Un fraude electoral monumental no solo para impedir un gobierno de Petro sino, principalmente, para provocar una situación excepcional y tratar de liquidar el “proceso de cambio” que en Colombia recién está en sus inicios (a pesar de todas las experiencias y fuerzas populares y “revolucionarias” que existen pero que están dispersas, desorganizadas y despistadas). El magnicidio del candidato también deben estarlo contemplando pero es posible que no lo consideren necesario en una primera instancia, aunque uno no sabe a qué atenerse con personajes como Uribe y Santos para los cuales un enemigo de ellos puede ser “un buen muerto” (https://bit.ly/2r6gqdF).

7. Creemos que esa maquinación está siendo diseñada para usar fuerzas mercenarias pero, también, tratar de estimular a algunas bases despistadas “farianas” y sectores del lumpen para generar caos, saqueos, incendios y muertes indiscriminadas, para achacarle ese complot a fuerzas de las Farc que estarían “desesperadas”, al ELN y EPL “revitalizados”, y al gobierno de Venezuela. Incluso podrían involucrar a los “agentes rusos” que –de acuerdo al relato que presentarían (al que seguramente ya le estarán abriendo un dossier de pruebas)– estarían actuando en coordinación con las fuerzas de Petro. Es lo que han venido montando y orquestando en todo el mundo, incluyendo los EE.UU., y no es extraño que intenten hacerlo en Colombia. Todo puede suceder hasta que ocurre.

8. Los siguientes hechos que ya han sucedido me llevan a plantear esa hipótesis: a) Descaradamente han violado los acuerdos y ya no les importa que los ex-combatientes de las Farc se regresen al monte (lo de Santrich hace parte de ese plan); b) No les interesa la pacificación del ELN, lo han dejado crecer militarmente como ocurre en Catatumbo, Chocó, Nariño y Cauca; c) Ya hicieron un experimento de cómo se pueden generar saqueos con el caso de las “súper-tiendas” que supuestamente eran propiedad de testaferros de las Farc (ya tuvieron que liberar a los dueños); d) Están deslegitimando a la JEP y a todas las Cortes Judiciales; e) Están imponiendo la matriz de la existencia de una violencia generalizada y de una inseguridad sin control y a todo nivel, incluyendo lo que ocurre en las fronteras, en Medellín y en numerosas ciudades y regiones; f) Todos los hechos y rumores que giran alrededor del Consejo Nacional Electoral, las encuestas pagadas y manipuladas, lo ocurrido con la base de datos ilegales obtenida en las consultas electorales del 11 de marzo, tienen el claro interés de generar un clima de incertidumbre y desconfianza en la transparencia e idoneidad del órgano electoral (la verdad convertida en “posverdad” al servicio del complot); g) Finalmente, la estigmatización de Petro como un político “castro-chavista”, ahora con la ayuda de otros sectores políticos como los de la Coalición Colombia (y a veces, el mismo candidato y sus seguidores en medio de su entusiasmo desmedido o desbordado, les ayudan con esa tarea).

9. El triunfalismo de las Farc que las llevó a la situación actual es fruto también de oscuras manipulaciones. La infiltración de sus filas está saliendo a relucir actualmente (caso de Marlon Marín, sobrino de Iván Márquez). Una parte de los dirigentes y de sus mandos medios, con el argumento de impulsar la lucha civilista y electoral, se tienen que acomodar al sistema y envían –tal vez sin querer– un mensaje negativo a sus bases. Los desmovilizados de las regiones, sometidos a los incumplimientos del gobierno se imaginan a sus dirigentes disfrutando de la gran vida y reaccionan negativamente ante ese hecho. La desbandada se generaliza y el gobierno la estimula. La minoría de los dirigentes, los más radicales e insatisfechos con los resultados del llamado “proceso de paz”, saben que cometieron muchos errores pero no saben qué hacer. Están frente a una trampa de dos cabezas: el acomodamiento o la muerte (o la cárcel, o volverse al monte, o la clandestinidad). Como dijo Márquez: “Hoy valemos huevo” para el establecimiento; después de la entrega de armas el Estado colombiano en su conjunto les ha incumplido en casi todo (https://bit.ly/2HqN8xp). “Han cumplido más las FARC que el gobierno” dijo Ingrid Betancurt (https://bit.ly/2vXJ1Yw).

10. Ese triunfalismo también se nota en el “petrismo”. La mayoría de sus dirigentes creen ingenuamente –fruto del “cretinismo parlamentario” que se impuso desde 1991– que la oligarquía va a respetar su falsa democracia y no han asimilado los hechos de perfidia que denunció Jesús Santrich antes de ser encarcelado con pruebas prefabricadas por la DEA y violándole todos sus derechos jurídicos (https://bit.ly/2A6uhGW). Esos dirigentes no son conscientes de que lo que hacen con las Farc se lo acaban de aplicar al ex presidente Lula y a Cristina Kirchner, ya se lo hicieron a Manuel Zelaya en Honduras, a Fernando Lugo en Paraguay (acaban de repetir un fraude), y lo intentaron con Correa y Evo pero no lograron coronar. Es lo que han implementado con otras maneras en Grecia, España y muchos países como Libia y Siria, incluyendo lo sucedido con el mismo Petro en la Alcaldía de Bogotá, que no fue poca cosa (persecución, destitución ilegal y guerra psicológica con Procurador a bordo, terrorismo mediático, acoso financiero, cerco y engaños del gobierno nacional, etc., etc.). ¿Para qué más evidencias?

11. Todo lo anterior ha estado traspasado por la campaña de desprestigio de lo que es la necesidad de una verdadera organización de los pueblos y de los trabajadores para lograr una efectiva emancipación social. Impusieron a nivel mundial la matriz ideológica de que el “partido leninista” es el germen del autoritarismo ortodoxo de izquierda y, con ello, han logrado hacer creer que no hay necesidad de organización, que la multitud espontáneamente va a lograr o hacer los cambios sin más que su voluntad. Claro, ellos, los poderosos capitalistas financieros, si están organizados al más alto nivel con inteligencia especializada (tanques de pensamiento, centros de planeación estratégica, clubes y núcleos de poder plutocrático), cuentan con mandos militares estrictamente coordinados, omnipotentes medios de comunicación, y lo principal, saben el valor que tiene estar organizados y preparados para la guerra. Saben qué es una guerra y que la lucha política es una verdadera guerra.

12. La pregunta del millón es ¿Qué hacer? Frente a un complot de ese tamaño, si no se está preparado (claridad y previsión) y sin ninguna o mínima organización, se cae en la trampa.

13. Es evidente que la principal tarea es ser consciente de esa posibilidad, tener presente la naturaleza de los enemigos, y por consiguiente, hacer todos los esfuerzos por desenmascarar y evitar la maquinación antes de que ocurra. El fraude electoral en Colombia es lo normal y rutinario como lo afirma Ariel Ávila en su última columna de la revista Semana titulada “Así se roban las elecciones en Colombia” (https://bit.ly/2HT6U8p). Para tratar de impedir el fraude y responder al reto hay que organizar una fortísima y especializada estructura electoral, en cada mesa y en cada rincón de Colombia y en el exterior. Pero para enfrentar la provocación, el complot para generar violencia e implicar a las fuerzas progresistas, hay que tener preparadas y listas unas prácticas orientaciones para aislar los núcleos de violencia usando los masivos medios de comunicación, exigiendo a la gente una máxima disciplina, paciencia democrática, templanza ante la provocación y una gran actitud civilista para hacer evidente el fraude y el complot terrorista-golpista orquestado por el mismo establecimiento. Solo la conciencia de que ello puede ocurrir, como ya ha pasado antes, nos puede preparar para diseñar la estrategia correcta.

14. Y no olvidar lo principal: El triunfalismo es resultado de no estar preparado para el triunfo o para la derrota.

No podemos olvidar la historia. El pueblo colombiano está avanzando a pasos agigantados pero son los dirigentes los que debemos colocarnos a la altura de los retos y de nuestras responsabilidades.

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