LA CELEBRACIÓN DE LA MUERTE – J.M. RODRÍGUEZ


 por elelefantebocarriba

 

Lo más terrible de la guerra es que en ella la muerte se celebra. Me sobrecogió el video de un cruel disparo que mataba a un palestino armado con una piedra. Una exclamación de júbilo salió de los soldados israelíes. Celebraban el tiro certero. No los moderó la inutilidad de la piedra a tan larga distancia. Era un enemigo. Gritos así se han escuchado siempre del lado de cada trinchera. Quiero creer que no es por placer de matar, presumo que festejan la posible derrota de sus contrarios y su pronto regreso a casa.

A diario vemos documentales y fotos sobre estos horrores bélicos. De tanto ser pasivos espectadores de tales dramas, terminamos sustituyendo el horror explícito, por el logro técnico. Y hay premios para quien congela las llamas o el grito de dolor. Congelada así quedó aquella niña vietnamita que corría desnuda abrazada por el napalm. Su cuerpo quemado, sus ojos asombrados, su boca preguntando por qué. También recuerdo otra imagen merecedora de un premio similar: un niño muy pequeño, sudanés, igualmente desnudo yace, aún vivo, entre escombros y basura. A pocos metros detrás de él, un buitre expectante. Un año después el fotógrafo premiado se suicidó. Dejó una nota: Estoy atormentado por los recuerdos vívidos, por los asesinatos y los cadáveres, la ira y el dolor… del morir de hambre o los niños heridos, de los locos del gatillo fácil, a menudo de la policía, de los asesinos verdugos… 

Celebración-WorldPressPhoto

Fue diferente con los periodistas de la Agencia France Press en Caracas. Celebraron con fanatismo futbolístico su galardón. En este caso, por la foto donde un participante de las guarimbas venezolanas del 2017 es envuelto por las llamas de su imprudencia. La reseña de este premio en un periódico catalán dice: se cumple con la famosa frase de Robert Capa: “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es porque no te has acercado lo suficiente”.

Tal vez sea así, no soy experto en ese arte. Me interesa más los hechos sociales que los valores de su registro documental, pero lo entiendo. Sin embargo, aún tengo impresa en mis retinas aquella otra imagen, captada por un aficionado anónimo, y celosamente ocultada por los medios, entre ellos la propia AFP. Era un joven negro desnudo que corría convertido en antorcha. Va seguido por manifestantes que celebran enardecidos el linchamiento y lo golpean. Altamira se convirtió en Charlottesville. Y escuché luego a una líder opositora, también supremacista, hablar de la inevitabilidad de la muerte. Es justo separar a los ciudadanos de las perversiones de sus líderes, porque aceptar eso como inevitable, los une a los linchadores.

elelefantebocarriba | 20 abril, 2018 en 9:15 am | Etiquetas: J.M.Rodríguez | Categorías: AutoresJ.M.Rodríguez | URL: https://wp.me/p8yy92-Gx
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