Amanecerá y verán. Crónica de un viaje al llano


Eduardo Viloria Daboín

Aunque atravesamos un tiempo de severa adversidad, el pulso real de ese tránsito no se percibe al leer la prensa, ver la TV o leer los sitios informativos de internet. Así, quienes padecen y luchan se vuelven invisibles, desaparecen en el relato mediático. ¿En dónde, entonces, se expresarán? Son pocos los espacios para ello, y su alcance es poco ante la fuerza y supremacía de los hegemónicos.

Los medios oficiales, que son expresión del gobierno y su dirigencia, mencionan aspectos de la crisis porque son inocultables, pero lo hacen mínimamente. Los medios de la derecha, que tributan a la estrategia imperialista, la explotan y exageran para agravar el relato de la crisis humanitaria que justifique la intervención extranjera; si dan cabida a la gente, no es para expresarla sino para instrumentarla a su favor.

De allí que sea ineludible la tarea de ir a su encuentro, en los territorios, Venezuela adentro, y echar el cuento.

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El viaje comienza antes del viaje, en la odisea caraqueña por conseguir el dinero en efectivo para los pasajes de autobús. Hay sólo dos opciones: pasar días haciendo cola en bancos y cajeros, o pagar hasta 100% de comisión por la cantidad que se necesita. En octubre del año pasado era escandaloso decir que en El Nula, Apure, se llegaba a pagar hasta 60%. Ahora el 100% es normal en Caracas. Y los pasajes, aunque valen 300 ó 500 mil, aún son vendidos en efectivo.

Recorridos los 837 kms hasta el primer destino, con la llegada a Guasdualito se empieza a dibujar un cuadro complejo: son las 9 am y desde la noche anterior no hay luz ni telefonía celular. Al indagar, el dibujo se completa: el último mes el promedio del servicio de telefonía celular fue de 1 día con señal Movilnet por 4 ó 5 sin señal; Digitel no existe desde hace 3 meses y medio; Movistar, aunque falla con frecuencia, es más estable; en Palmarito y El Nula estuvieron 15 días sin señal Movilnet y cuando volvió lo hizo sin datos. En Palmarito estuvieron una semana sin luz; en La Victoria, 2 días enteros. Del gas, ni hablar: llega un camión semanal con 190 bombonas que alcanza apenas para un barrio.

Es claro, no estamos en la privilegiada Caracas. En el extremo suroccidente del país las fallas en los servicios públicos son mayores. ¿Es mejor la infraestructura de estos servicios en el centro del país que en la periferia occidental? ¿La inversión para que continúe funcionando con algún nivel de eficiencia es mayor en Caracas y el centro del país? ¿Se privilegian zonas del país sobre otras?

Más allá de reiteradas declaraciones oficiales sobre saboteo a instalaciones, no es mucho lo que el gobierno y sus voceros dicen al respecto. Los padecimientos de la gente aumentan, y con ello el descontento. Pero la práctica de no dar explicaciones continúa.

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En Guasdualito hay diez comunas activas, todas involucradas en tareas de co-gobierno con la alcaldía del municipio. Sin telefonía, para convocar una asamblea de un consejo comunal o una comuna la información de hora, lugar, asunto, debe distribuirse a pie o en moto. En los barrios no hay Cantv, así que llamar tampoco es opción. Sin embargo, nada se detiene: las reuniones y asambleas se dan, las convocatorias se cumplen. En la adversidad hay una certeza: el autogobierno, la autogestión y la cogestión son la clave.

Un nuevo proyecto del gobierno municipal de Páez está por arrancar. Se trata de la instalación de Carpas de Seguridad Integral en todo el municipio, una por comuna, comenzando por la parroquia Guasdualito, que serán cogestionadas entre la gente, la alcaldía y los cuerpos de seguridad. La premisa es que los funcionarios de seguridad no sean entes extraños a la comunidad, que haya convivencia y encuentro entre la gente, para organizar desde el territorio la seguridad.

Hay una reunión de trabajo al respecto con vocerías de las diez comunas, responsables de direcciones de la alcaldía, directores y 80 funcionarios de cuatro cuerpos de seguridad, el alcalde, el general del ejército, el comisionado de gobierno de la gobernación del estado. No se sabe si la reunión podrá darse: a la hora fijada todavía hay gente que va de calle en calle, tocando puertas, buscando a quienes deben asisitir. El propio alcalde convocó así a quienes integran su equipo.

Al comenzar la reunión, el alcalde arranca diciendo: “Aquí están dadas las mejores condiciones para avanzar. La crisis económica, el bloqueo y la crisis política no son sino condiciones ideales para construir. Tenemos la gente de todo el territorio organizada y un gobierno revolucionario. Solo necesitamos esfuerzo y convicción.”

Las comunas en sus intervenciones lo corroboran: “Vamos a empujar desde estas carpas el desarrollo de las comunas, la producción de alimentos, los patios productivos”. Dejan claro que en el territorio de cada comuna hay un gobierno comunal asumiendo con entereza y disciplina su responsabilidad, dando en cada territorio su batalla. Queda claro que esa gente da un paso al frente y dice presente. Con o sin luz, con o sin teléfono, con o sin gas.

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En pueblos de frontera rubros como arroz, aceite, azúcar, harina de maíz, pasta y artículos de higiene personal circulan, pero de origen colombiano. Si los hay venezolanos son traídos de Colombia y se venden a mayor precio que los productos colombianos. El aceite colombiano, por ejemplo, vale 170.000 el litro y el venezolano 300.000; igual pasa con el arroz, la harina, el azúcar. ¿Conclusión? Es más barato ir a Colombia y traer de allá lo que aquí no se consigue o se consigue carísimo. Esto es lo que hace mucha gente, sobre todo la de mayor poder adquisitivo. Los dueños de las fincas, por ejemplo.

Sin embargo, como propuesta para constrarrestar esa dinámica surgió, de un grupo de pequeños y medianos productores del agro, una idea: agruparse para hacer compras al mayor en ciudades del centro de Venezuela y abastecer así sus familias y las de sus trabajadores y trabajadoras. Lisandro Pérez así lo relata:

“En Colombia hay que pagar en efectivo, y debemos conseguirlo acá, pagando hasta el 100%, y vendiendo nuestra producción en efectivo. Así el problema no hace sino crecer. En cambio, si compramos en Barquisimeto o Valencia podemos hacerlo con transferencia. Necesitaremos que todos saquemos el código SADA, y el apoyo institucional, porque cuando la propuesta se generalice, en las alcabalas pensarán que tenemos un negocio. Habrá que hacer estudios, fijar cantidades, rubros. Ya arrancamos con dos fincas. Cuando el mecanismo esté afinado lo propondremos a la Asociación de Criadores del estado Apure (ASOCRIA). No podemos seguir con el conformismo de que como estamos aquí en la frontera entonces es más fácil ir a Arauca a comprar aunque perjudiquemos el país.”.

La crisis presiona, nos hace tocar fondo, reaccionar y empujar soluciones. A todos los sectores, no sólo al gobierno. Si no es por ahí, entonces, ¿cuál sería el camino?

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En el Encava que sale de Guasdualito hacia La Pedrera el colector que cobra los pasajes no cuenta los billetes. Determina el monto al ojo, calculando entre el volumen de las pacas y la denominación. Recibe y mete todo en un saco. Poco antes de salir del pueblo, el Encava se detiene y entrega el saco a alguien que viene en moto. Cinco millones en efectivo aproximadamente recoge un Encava en uno de esos viajes. Cinco millones que muy rápidamente, cuestión de una transferencia bancaria no más, o un tarjetazo, se convierten en diez. Así no más, sin contar los billetes siquiera. ¿Con ese margen de ganancia qué importancia puede tener alguno que otro billete faltante?

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En la Comuna Cacique Guaicaipuro, ubicada en Libertador, Táchira, tiene lugar una jornada de limpieza de una cancha de fútbol: la alcaldía puso las máquinas y la gente el trabajo. Cuando llega el papelón con limón, se abre un descanso y con ello la conversa.

Franklin, Olga, Gregorio, Isidro y Luzmarina hablan de sus logros, proyectos, dificultades, denuncias. En sus voces y rostros se condensa, de golpe, la experiencia de millones que en el país andan en la misma: a pesar de las dificultades, desmalezan el terreno para sembrar y cultivar la democracia revolucionaria.

“Tres años de proceso asambleario nos tomó conformar la comuna, porque la comuna no se decreta, se construye. Aprendimos participando en procesos de conformación de otras comunas. En las asambleas hacíamos compartires: café, papelón, queso. Eran asambleas grandes, de 60 y 80 personas. Es mejor que no haya esquemas, que todo ocurra de forma natural en cada sitio. Ahora vamos a renovar las estructuras de la comuna. Pronto habrá elecciones comunales.”

Hace poco concluyó un experimento agrícola, cuya idea surgió de la necesidad imperiosa de aumentar la producción de alimentos. En tierras improductivas que pidieron prestadas a la Unidad de Producción “Rancho García”, propiedad de AgroFANB, sembraron tres hectáreas de maíz, lo cuidaron y lo cosecharon. Por cuenta propia consiguieron la semilla, los insumos. Un tractor no más les prestaron.

Hecha la prueba, ahora exigen que esas tierras que AgroFANB no hace producir les sean entregadas a la comuna para sembrar: “Eso primero fue de una cooperativa que el propio Chávez financió y dotó de maquinaria. No produjeron nada y terminaron vendiendo todo, hasta la maquinaria. Después vino una empresa mixta llamada Santos Luzardo y pasó lo mismo. Ahora la tiene AgroFANB y va por el mismo camino. Tiene un poquito de ganado, pero más nada. Si ya está demostrado que ninguno hizo producir esa tierra, ¿por qué no dar la oportunidad a la comuna y probar con nosotros?”.

La conversa sigue por otros rumbos: denuncias sobre el tema de los servicios, la electricidad, el gas, la corrupción. Se detienen en el caso grave de un proyecto suyo de construcción de 60 viviendas en cogestión con MinComunas: sólo llegó la primera parte de los materiales y todas las viviendas quedaron inconclusas; sin embargo, según investigaron, el proyecto aparece en Caracas como concluido con éxito. Han denunciado formalmente y no ha habido respuesta. ¿Cuántos casos como éste habrá?

El día a día de este tiempo, de eso no hay duda, es una dificultad tras otra. Aquí la gente lo sabe. Pero sabe también que sólo juntando fuerza y buscando soluciones concretas podrán darse las victorias. También sabe la gente que no es tiempo de soluciones venidas de Caracas con recursos y presupuestos abundantes. De esa conciencia también hay pruebas desperdigadas por todo el país. Cerca de esta comuna, en el ámbito de la comuna “Alí Primera 2”, puede palparse un ejemplo concreto: ante la deserción de docentes del liceo “San Miguel Arcángel”, que abandonan sus puestos de trabajo para buscar alternativas económicas con las cuales enfrentar la hiperinflación, la gente organizada logró construir un fondo para dar bonos a los docentes y trabajar, en articulación con comerciantes y productores agrícolas de la zona, en la preparación de aportes alimentarios. Así lograron el retorno de los docentes. Sin aportes de institución alguna, sólo desde la conciencia de la gente sobre la importancia de la educación de los y las jóvenes, y partiendo de las capacidades organizativas consolidadas, se enfrentó un problema y comenzó a construirse una solución.

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Esta capacidad de lucha de la gente, la determinación de avanzar aún en medio de las dificultades, la fortaleza para resistir las severas condiciones de vida que se han venido conformando, ¿son acompañadas desde la institucionalidad del gobierno bolivariano, desde su dirigencia y desde el PSUV? Esta potencialidad transformadora, fundamentada además en profundas convicciones políticas y patrióticas, cimentadas en la gente después de años de revolución bolivariana, ¿son empleadas para generar los cambios y las acciones que requiere el actual cuadro de crisis económica, de agresión y bloqueo imperialista?

¿Se están dando pasos para que de este tipo de iniciativas, de esta forma de hacer las cosas, de esta potencialidad, surja una estrategia que las combine con la fuerza del gobierno en todos sus niveles y genere una nueva concepción de gestión, basada en la organización y el poder popular, que implique la práctica de una profunda democracia revolucionaria?

Quien tenga responsabilidades de dirección y no se vea en el espejo de la gente, no se evalúe con esa vara y no actúe en consecuencia, se traiciona a sí mismo, traiciona la responsabilidad asumida y traiciona la revolución.

La gente está dando el ejemplo.

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Desde la ventana del autobús se ven pasar las calles de Guasdualito, sus casas, su gente. Lentamente va quedando atrás la ciudad y va cobrando forma la llanura hasta ocupar por completo la mirada. El sol, cayendo, calienta fuerte. Desde más allá de la distancia, el horizonte verde en que culmina el paisaje da paso a una profunda certeza: somos hijos e hijas de esta tierra; sobre este paisaje se ha forjado nuestra historia; aquí hemos crecido y amado; aquí hemos sembrado y hemos parido; aquí nos hemos hecho pueblo, gente con lazos comunes.

El bus avanza sobre la llanura, roza Barinas, entra a Táchira, y esa certeza hace latir más fuerte el corazón, ensancha los pulmones. Atrás queda un pueblo peleando, empujando el peso gigante de la adversidad, confiando en sí mismo, juntando en común la fuerza para avanzar, con una base organizativa sólida que ha recibido golpes pero no se quiebra, con hombres y mujeres afrontando la tarea de organizar y conducir, poniendo el cuerpo, hombro a hombro.

El sol cae detrás de la llanura. Se hundirá y llegará la noche. Amanecerá y verán: aquí estaremos, juntos y juntas, de pie y peleando, cada vez más fuertes, con la vida endurecida por el combate pero plenos de amor por lo común, por lo que somos. Ésa es la certeza. Ya verán.

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