Inflación inducida y guerra económica en Venezuela


 El bolívar “en efectivo” vale más que el dólar paralelo

La locura venezolana del lucro fácil ha creado por si sola una “cuasi moneda” que el público ha denominado “en efectivo”.

Un kilo de harina de trigo pagado en efectivo vale 60.000 bolívares pero pagado por punto de venta cuesta 200.000 bolívares.

Un cartón de huevos pagado en efectivo vale 200.000 bolívares pero pagado en punto de venta cuesta 600.000 bolívares.

Esta situación ha puesto patas arriba el sistema financiero informal de Venezuela y ha llevado a la baja al dólar el cual se ha cotizado de manera errática los últimos días.

El dólar Today está en 208.000 bolívares, el dólar Cúcuta en 130.000 bolívares y el dólar Maracay en 146.000 bolívares.

¿Por qué un bolívar en efectivo vale más que un dólar?

El valor de las mercancías está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario invertido para producirlas.

No es cierto que el dinero en efectivo o electrónico sea el que determine el costo o el valor de las productos o enseres que necesitamos para vivir.

El dinero es un medio de pago, pero el bolívar billete en Venezuela se ha convertido ahora en una mercancía que se vende muy por encima de su valor real.

La escasez de bolívares en efectivo ha elevado su valor y ha desplazado al dólar y al bolívar del punto de venta como medios o instrumentos para hacer compras.

Con 200.000 bolívares en efectivo podemos comprar un cartón de huevos y venderlo en 600.000 bolívares obteniendo una ganancia de 400.000 bolívares.

Con 200.000 bolívares en efectivo podemos comprar un dólar y venderlo por 208.000 bolívares obteniendo una pequeña ganancia de 8.000 bolívares.

Así las cosas nuestra economía terriblemente enferma por la lógica perversa especuladora y parasitaria del lucro fácil termina vengando sus propias perversiones a costa de la destrucción del salario y del poder adquisitivo de los venezolanos.

Solo el trabajo, la producción y la confianza nos sacarán del hambre, de la supercorrupción de todo un pueblo y de la pobreza espiritual que se nos viene encima.

Estoy, pensando cosas. Estaba pensando en los motores, cuando un motor se enciende hace cambiar un cuerpo de un estado de reposo a un estado de movimiento y cambia la relación de ese objeto con el espacio-tiempo. Si es un carro lo hace andar del punto A al punto B, si es una licuadora cambia la conformación la de la materia, si es un ventilador cambia la sensación del clima. Algo cambia la puesta en marcha de ese motor; las vueltas del motor, cada una de ellas se llama revolución y se cuentan por lo general por minutos, es decir cuántas vueltas dá ese motor por minuto, cuántas revoluciones se cuentan.

Las revoluciones en la humanidad, las revoluciones no mecánicas, o sea las que hacen los hombres también hacen cambiar el estado de la materia del punto A al punto B y la historia está llena de ellas. Todas han hecho avanzar la humanidad con pasos inequívocos a un estado superior de la condición o del estado de las personas, los cambios no son imperceptibles en la historia, pues la pican, la parten en dos, antes y después, pero para quienes las viven probablemente, si no son capaces de entender que somos una minúscula brizna de paja en el viento, no entenderán la importancia de esa vuelta de hoja de la que son protagonistas y testigos. Después de Francia y su revolución ya nunca la humanidad fue la misma, después de Bolívar ya no fuimos los mismos, después de las mujeres de Chicago, después de los negros de EE.UU. ya no fuimos los mismos. Después de Chávez nunca seremos los mismos y aunque después de cada uno de esos eventos y personas que nombré la humanidad avanzó uno, diez mil o cinco millones de pasos, la verdad es que la realidad de quienes los vivieron fue negra, fue de muerte, de hambre, de miseria. El que crea que hacer una revolución es sencillo o que no te lo van a cobrar caro no conoce la historia o no la entiende en su totalidad. Nadie, en ningún momento dijo que sería fácil, pero no por eso la vamos a abandonar. No por la gratificación inmediata sino por lo que de transformador podamos dejar como legado. El acceso a la educación gratuita y de calidad, el respeto a los derechos de los pueblos originarios, un ministerio de la mujer que se preocupa por el parto humanizado, la organización popular a través de consejos comunales y comunas, la unión cívico militar (la destrucción del paradigma del militar como enemigo armado del pueblo), la Ley Orgánica del Trabajo. Todos son logros revolucionarios que no se pueden evaluar en su accionar pequeñito del día a día local, sino lo que están dejando como aporte a la humanidad. Por mi parte, seguiré aquí, en la lucha, ¡intentando cambiar el menudo por la morocota!

Ramiro Gómez es un comunicador alternativo latinoamericano experto en temas como el Medio Oriente, la revolución cubana, Nicaragua, Colombia, la revolución bolivariana, la Unión soviética y la Guerra Civil española.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Comentarios de Facebook