Tribuna Popular/MJR.- El 24 de diciembre de 1997, tras 11 días de juicio, un «jurado popular» –según resaltan interesadamente los medios al servicio del sionismo– integrado por tres magistrados y nueve miembros «elegidos por sorteo», condenaban, por vez primera, a cadena perpetua al internacionalista venezolano Ilich Ramírez Sánchez.
Fue imputado por la muerte de dos policías franceses y un delator libanés ocurrida el 27 de junio de 1975. El «Comandante Carlos» –«Khalil» en árabe, seudónimo de Ilich en combate– ha sido sometido a varios juicios ante el sistema judicial francés.
Recordemos que desde el 15 de agosto de 1994, Ilich permanece secuestrado por el Estado francés: tras su llegada a Sudán, donde se le ofreció apoyo y protección a finales de 1993, la presión de las fuerzas imperialistas sometió al gobierno sudanés a entregar al connotado Ilich, a cambio de prebendas.
Capturado por los mismos guardias sudaneses que lo protegían, mientras se recuperaba de una operación, fue entregado a dos agentes franceses en Jartum, capital de Sudán. Horas más tarde, al arribar a territorio francés, se le entregó una orden de captura nacional, válida sólo para personas arrestadas dentro de las fronteras francesas.
Proceso judicial nulo
De hecho, el traslado a la fuerza de «Carlos» desde Sudán hasta Francia viola el proceso internacional de captura. Para capturar a una persona a nivel internacional, debe existir una orden de captura emitida por la Interpol. Una vez detenida la persona en un país determinado, el Estado notifica al país demandante, con lo cual se inicia el proceso de extradición.
Por lo tanto, el arresto de Ilich fue, desde el punto de vista jurídico, un secuestro por parte del Estado francés. Y este hecho invalida todo el proceso judicial que se le ha seguido desde la última década del siglo pasado hasta nuestros días.
Durante sus casi 24 años de prisión, el luchador antiimperialista ha sido expuesto a innumerables agresiones, torturas físicas y psicológicas, privación prolongada del sueño y otras vejaciones y humillaciones, que han quebrantado su salud. Todo lo anterior, en violación de las convenciones internacionales para el trato de prisioneros, suscritas por el Estado francés.
Por esta razón, las fuerzas revolucionarias venezolanas, particularmente el PCV, siguen exigiendo la libertad y repatriación de Ilich, consecuente luchador por la causa del pueblo palestino, contra el imperialismo y el sionismo. «Lo esencial es el espíritu de la persona. O sea, la voluntad de resistir, la voluntad de combatir», afirmó en 2014. Su voluntad y espíritu internacionalista no han sido quebrantados, para desdicha de los enemigos de la clase obrera mundial.
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