El problema de la segunda enmienda


Néstor García Iturbe

Pudiéramos decir que el problema de la segunda enmienda no es nuevo.

 

Prácticamente en todas las administraciones estadounidenses, esta ha sido una situación que se ha puesto de manifiesto como un peligro para la vida de ciudadanos inocentes, sin embargo, ya sea la administración demócrata o republicana, tengan la mayoría en el Congreso los demócratas o los republicanos, nada se ha hecho, salvo lamentarse de las muertes causadas y prometer fórmulas maravillosas que regulen los efectos de la misma.  Pero en resumen, todo sigue igual desde el año 1787, hace más de 230 años.

 

El texto de la Segunda Enmienda establece:

 

“Una milicia bien regulada es necesaria para la seguridad de los Estados libres, el derecho de las personas de tener y portar armas, no debe ser violado”.

 

En esta enmienda se mencionan los Estados libres que necesitan una milicia bien regulada. Esto se refiere a una situación existente en los momentos de la lucha por la independencia de las trece colonias contra Inglaterra. Antes del Segundo Congreso Continental, donde se firmó la Declaración de Independencia de las mencionadas colonias, ya se habían originado algunas escaramuzas militares entre las fuerzas inglesas y la “milicia colonial”, en algunos estados denominada â€œlos minutmen”, pues eran hombres pertenecientes a dichas milicias, formadas por campesinos, obreros, comerciantes y otros, dispuestos a ser movilizados y “en un minuto” estar listos para enfrentarse a las tropas inglesas.  Estos hombres tenían sus propias armas, las cuales regularmente guardaban en sus casas o centros de trabajo.

 

La primera batalla de los “minutmen” fue en Concord, donde 70 de ellos se enfrentaron a las tropas inglesas. Dichas tropas continuaron hacia Concord, donde según la historia se llevó a cabo otro enfrentamiento, en este caso con una milicia de “aguerridos campesinos” que utilizando la táctica de lucha de la  guerrilla, causaron a las tropas inglesas cerca de trescientas bajas.

 

Otra batalla importante fue la conocida como de “Bunker Hill”, donde la milicia comandada por Ethan Allen, conocida como “Los muchachos de la montaña verde” se enfrentaron a los ingleses en encarnizada batalla, hasta el último gramo de pólvora. Ethan y sus milicianos fueron masacrados por los ingleses, pero el valor demostrado en la lucha provoco que el Segundo Congreso Continental le declarara la guerra a Inglaterra.

 

En todas las colonias se organizaron milicias para luchar por la independencia, complemento del Ejercito Continental que se puso bajo las órdenes de George Washington. El Ejército Continental contaba con menos de cinco mil efectivos permanentes, complementados por unidades de las milicias estatales de diferentes tamaños. En la mayoría de los casos estaban mandados por oficiales inexpertos y no profesionales. George Washington, el comandante en jefe, por ejemplo, solo había sido coronel de regimiento en la frontera virginiana y tenía poca experiencia en combate.  Mientras los ingleses se movían en el campo de batalla en la forma tradicional de enfrentamiento a otro ejército organizado, las milicias utilizaban las tácticas de la guerra irregular.

 

Pudiéramos decir que estas fueron las milicias beneficiosas para Estados Unidos, que en el momento de redactar su Constitución se situaron formando parte de una enmienda, como elemento importante para garantizar la seguridad del país. Los milicianos que formaban parte de las mismas, tenían el derecho a poseer y portar armas para poder integrarse a estas.

 

El desarrollo militar de Estados Unidos ha hecho innecesario la existencia de estas milicias. Además de las fuerzas armadas estadounidenses, formadas por el ejército, la aviación, la marina de guerra, el cuerpo de marines y otros cuerpos especializados, cada estado cuenta con su Guardia Nacional, que en cierta medida pudiéramos considerarla ocupa el lugar de las “milicias”.

 

Las personas que pertenecen a la Guardia Nacional están en cuerpo bien regulado, casi profesional y donde todo el armamento y otros medios, se mantiene adecuadamente almacenado para ser entregado en los momentos en que la seguridad del país u otros hechos lo aconsejen. Los miembros de la Guardia Nacional no tienen el arma de reglamento en su casa, ni los tanques, morteros, cañones, aviones, helicópteros y barcos que utilizan en sus funciones.

 

Sin embargo, no solamente las personas individuales tiene armas en sus casas, algunos grupos de extrema derecha, seguramente después de leer bien la Constitución se han denominado “milicias”. El historiador Mark Pitcavage describe así el Movimiento de Milicias en la década de los 90.​

 

“El movimiento de milicias es un controvertido movimiento ultraderechista originado en los años de 1990. Heredó una tradición paramilitar de anteriores grupos ultraderechistas, especialmente el conspirativo y antigubernamental “Posse Comitatus”

 

El movimiento de milicias proclama que sus grupos están avalados por la ley pero no controlados por el gobierno; de hecho, creen que son designados para oponerse a un gobierno tiránico. Sus adherentes piensan que detrás de la “dictadura” del gobierno hay una conspiración izquierdista conocida como el Nuevo Orden Mundial. La ideología del movimiento ha llevado a algunos de sus miembros a cometer actos criminales, incluyendo acumulación ilegal de armas y explosivos, complots para destruir edificios o asesinar cargos públicos, junto a numerosos actos violentos y otros delitos menores

“Milicia”, “milicia no organizada” o “milicia constitucional” son las expresiones con las que suelen referirse a sí mismos los miembros de estos grupos. Algunos, como el “Posse Comitatus”, ya existían en la década de los ochenta del siglo XX. El movimiento se expandió rápidamente tras algunos enfrentamientos con agentes del Gobierno Federal en la década de los noventa, y a mediados de la misma existían grupos activos en todos los estados de ese país, con una membresía total estimada de 80.000. Aunque estas organizaciones se hallan generalmente desconectadas entre sí, les une la creencia de que el gobierno amenaza su libertad y mantienen una oposición común a cualquier limitación a la Segunda Enmienda, en especial el derecho establecido por la misma para enfrentarse a ese poder militar y garantizar su seguridad”.

 

Un grupo de ciudadanos estadounidenses, dirigidos por Jim Gilchrist, en el año 2005 concibieron el Proyecto Minuteman, cuyo objetivo era impedir la entrada de indocumentados por la frontera de Estados Unidos y México. Este grupo, que se auto denominaba “ciudadanos unidos para el monitoreo de nuestra frontera”, no solamente vigilaba físicamente la frontera, sino que además participaba en protestas contra el ingreso de indocumentados en Estados Unidos. En la actualidad el grupo ha ampliado su campo de acción e incluye además la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

 

La tenencia de armas, de forma incontrolada e irresponsable ha causado la muerte a decenas de miles de ciudadanos estadounidenses y como planteamos al principio de este artículo, no es un problema nuevo.

 

De acuerdo con lo publicado en el sitio digital Behind the Bloodshed y según un informe del periódico ‘USA Today’, se señala que hay una masacre masiva cada dos semanas, y que las balaceras masivas son aproximadamente la sexta parte de las que se realizan. Un estudio del grupo de prevención de la violencia por armas de fuego llamado Everytown for Gun Safety, ha identificado que entre enero de 2009 y julio de 2014 ha habido en Estados Unidos 110 balaceras masivas, definiendo las mismas como aquellas en las que al menos cuatro personas fueron eliminadas con armas de fuego, lo cual implica, al menos 440 muertes. En el año 2015 según la institución Mass Shooting Tracker, se plantea ocurrieron 372 balaceras masivas, donde murieron 475 personas y fueron heridas 1,870. Todo esto sucedió bajo la administración Obama.

 

En honor a la verdad, en las administraciones anteriores a la de Obama también sucedieron incidentes de este tipo, como están sucediendo durante la administración Trump. La causa principal de esas muertes es la proliferación y descontrol de armas, algo de lo que se puede culpar, al menos, a las últimas administraciones estadounidenses, que han actuado de forma insensible ante esta situación, pues el que en estos momentos existan más de 300 millones de armas en poder de individuos particulares en Estados Unidos, no es algo que se pueda materializar en un año, es el acumulado de decenas de años.

 

Lo realmente grave de todo esto, es que los políticos sienten la presión del asunto cuando se origina un incidente donde mueren un número alto de personas, la propia prensa, que forma parte del establishment, se encarga de ir eclipsando el incidente y al cabo de dos semanas nadie se acuerda del mismo, hasta que ocurre el próximo.

 

El problema de la Segunda Enmienda, es un serio problema, que requiere cirugía, no un pomadita.
28 de febrero del 2018

 

Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba)

sarahnes@cubarte.cult.cu

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191341
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