Por: Julio Escalona |
La responsabilidad de Julio Borges
Una serie de acontecimientos de nuestra vida cotidiana no se comprenden si no internalizamos que vivimos un estado de guerra no convencional declarada por el gobierno de EEUU, entre otras causas, por solicitud de varios dirigentes de la oposición encabezados por Julio Borges. En esa situación, es correcto el adelanto de las elecciones para presidente de la república.
He realizado un esfuerzo por no sumarme a los aspectos irracionales de la polarización que vive la sociedad venezolana. Pero después de años de negociación en los que sin duda el gobierno venezolano ha ido haciendo concesiones para tratar de acercar posiciones, de una mediación paciente e imparcial del presidente de República Dominicana, Danilo Medina, y del ex-presidente español Rodríguez Zapatero, mediación que también logró que los negociadores de la oposición también flexibilizaran sus posiciones, cuando finalmente las negociaciones arriban a un preacuerdo, al que sólo le faltaba las firmas de las partes, repentinamente Julio Borges rompe las negociaciones. Esta es una conducta que sabe que la no firma, abre un camino de violencia. Es demasiada irresponsabilidad.
Es importante leer las declaraciones posteriores del presidente de República Dominicana, Danilo Medina, y del expresidente de España, Rodríguez Zapatero, los mediadores. Sin decirlo, porque ellos están tratando de preservar su calidad de mediadores, sin embargo, la responsabilidad de Julio Borges en la ruptura de los acuerdos alcanzados, es evidente.
Después de frustrar la firma de un acuerdo de convivencia pacífica que se negoció en Republica Dominicana, este dirigente de la oposición, recorre Europa y EEUU, estimulando la intervención en Venezuela (lo que incluye la intervención militar), con el propósito de derrocar al gobierno bolivariano.
Saben que no ganarán las próximas elecciones y deciden caotizar aún más la vida cotidiana de los venezolanos y alentar un levantamiento en el seno de la Fuerza Armada
El problema es que Trump y Tillerson, y Julio Borges también, saben que Maduro ganará las próximas elecciones para presidente de la república. Es decir, la grave crisis que han provocado en Venezuela de carácter social, económica y política, no ha sido suficiente para deteriorar el peso político del chavismo y del presidente Nicolás Maduro. Entonces, deciden romper definitivamente con la vía institucional y se lanzan por el camino de la violencia, lo que no significa que, en lo inmediato, los “marines” estarán desembarcando en las costas de Venezuela y nuestras fronteras estarán siendo atravesadas por una infantería internacional. Es probable que todo esto pueda ocurrir, si resulta necesario, pero por ahora habrá mucha sutileza, sutileza criminal, por supuesto, similar a la que se utilizó en Libia, la cual concluyó con la destrucción de Libia como nación soberana y el asesinato de Gadafi,
Tillerson llama directamente a la Fuerza Armada a que dé un golpe de Estado. Ello implica que van a radicalizar las agresiones económicas, las operaciones de guerra psicológica, la guerra mediática, las acciones de paramilitares que ya están instalados en Venezuela, para complicar la situación de seguridad provocando atracos, secuestros y diversos crímenes horrendos. No sería extraño que en cualquier momento veamos acciones criminales promovidas por paramilitares encubiertos, en distintas zonas de nuestra patria para extremar el caos y sembrar miedo y terror. Esto debería ser alertado seriamente pues no perjudicará la campaña electoral. Por el contrario, la pone en la perspectiva de un país asediado y agredido.
El levantamiento militar no necesariamente derrocaría al gobierno, trataría de mantenerse varios días para llamar a la intervención internacional
Lograrían caotizar aún más la vida cotidiana de los venezolanos, tratando de crear en el imaginario de la población y en todos los aspectos simbólicos, que Venezuela se ha transformado en una sociedad inviable, para justificar una intervención internacional que restablezca la “normalidad” y ver si logran descomponer a la fuerza armada hasta el punto en que por lo menos un sector de ella, provoque un levantamiento militar, que aunque no arrastre a la mayoría de la fuerza armada, podría dar la señal para que se radicalice la intervención internacional, pues sus líderes pedirían de inmediato la intervención de la “comunidad internacional” (es decir, EEUU y por lo menos el Secretario General de la OEA). Sería un golpe de Estado combinado con el Comando de Sur y el Departamento de Estado de EEUU
En este guion, los líderes del golpe militar tendrían la promesa de que un futuro gobierno se organizaría en torno a ellos. El golpe de Estado sería una combinación de la iniciativa de algunos oficiales asociada con comandos paramilitares, que tendrían la misión de tomar y controlar un área determinada del país, que se mantenga mientras se moviliza la acción de EEUU, Colombia, Perú, Brasil, etc. para acelerar una intervención internacional, que inicialmente podría tomar militar y políticamente, la zona que los golpistas y los paramilitares hayan logrado controlar. Desde ahí podría extenderse hacia el resto del país aun cuando la primera acción de la intervención estará orientada hacia la detención o el asesinato del presidente, Nicolás Maduro.
La doctrina de la Responsabilidad de Proteger
Para una intervención de este tipo ya la Asamblea General de las Naciones Unidas, ha ido creando una doctrina, la Responsabilidad de Proteger, que ya fue aplicada en Libia, arbitrariamente, sin una resolución formal de las Naciones Unidas, que la formalizara.
Esta doctrina está orientada a desconocer la soberanía de los Estados. Ella reconoce que, en primer lugar, la responsabilidad de sostener la seguridad y el orden interno de una nación, le corresponde al Estado respectivo, pero, si ese estado demuestra que no la puede garantizar, que la crisis y el desorden lo sobrepasan, entonces, la “comunidad internacional” tiene el derecho de intervenir para garantizar los derechos de la población.
Por eso se va extremando la caotización de la vida cotidiana para justificar una intervención internacional por encima de las atribuciones del Estado venezolano.
La VIII cumbre de las Américas y la intervención de la OEA en Venezuela
Nos han declarado la guerra. El bloqueo económico y financiero es un hecho. El cerco militar también. Las tropas han sido desplegadas y colocadas en posición de ataque en nuestras fronteras. Paramilitares ya ocupan zonas clave de nuestro territorio. La guerra de precios se agudiza. También las operaciones de guerra psicológica, propaganda de guerra, de la 5° columna y el cerco diplomático, que tiene como eje la VIII Cumbre de las Américas. Como se sabe, ella se realizará en Lima, Perú, entre los días 13 y 14 de abril del presente año.
Repentinamente el presidente del Perú declara que no permitirá la presencia del presidente Maduro y un alto funcionario dice: “No puede entrar ni al suelo ni al cielo peruano. Él no puede entrar porque no está siendo bienvenido”. (http://www.diariopinion.com/internacionales/verArticulo.php?id=966822). Simultáneamente la canciller declara: “Tomaremos la decisión que tengamos que tomar si eso sucede”. Es decir, si el presidente Maduro se presenta en Lima. ¿Qué significa eso? ¿Qué lo detendrán y lo entregarán a EEUU? Eso puede crear un “casus belli”, una situación de guerra, que es lo están buscando. ¿Se combinaría esto con el levantamiento militar en Venezuela?
Lo primero que debo decir, es que el gobierno de Perú no tiene facultad alguna para decidir sobre la asistencia o no, de un determinado presidente a la cumbre de las Américas. Por el contrario, la Carta de la OEA y las leyes internacionales, lo obligan a otorgar todas las facilidades necesarias para garantizar la presencia de los invitados a la cumbre. Todo lo demás es una violación de la ley internacional. Es un delito y el gobierno del Perú lo sabe bien. ¿Es un plan de EEUU para actuar contra el Presidente Maduro, para intentar detenerlo y llevarlo a territorio de EEUU? Eso lo ya intentaron hacer con el Presidente Chávez en abril de 2002.