Otro fake news: Maduro intervendrá al estilo Putin en las elecciones colombianas


Una publicación hecha la semana pasada en el periódico El Espectador de Colombia asoma la que puede proyectarse como una de las noticias fabricadas que puede marcar la primera mitad del año en Colombia, y que de encontrar eco puede convertirse en una herramienta electoral de la élite a lo interno, pero también en un argumento, para justificar una mayor intromisión del Estado colombiano en la política venezolana. Un fake news con doble propósito.

En dicho artículo el autor, Marcos Peckel, opina sobre las próximas elecciones presidenciales que deberán realizarse en Colombia en mayo del año en curso, y luego de comparar la frontera colombo-venezolana con las fronteras de Siria y Jordania, Corea del Norte y Corea del Sur, o los Balcanes, asume como un hecho que “Maduro intervendrá activamente en el proceso electoral colombiano, ya sea enviando dinero, dólares (…) a candidatos de su simpatía, diseminando fake news y calentando la frontera”. Tal como meses antes, se hizo eco de la presunta vinculación entre Vladimir Putin y Donald Trump, y la intromisión del mandatario ruso en las elecciones presidenciales de 2016. El símil, más allá del uso que le da Peckel, y a la luz de noticias falsas para vincular a Andrés Manuel López Obrador (precandidato presidencial por el partido Morena en México) con el chavismo, representa un acto reflejo de una nueva táctica de guerra sucia electoral iniciada con el denominado “RussiaGate”.

Este argumento probablemente puede ser utilizado con el objetivo de satanizar a los candidatos y candidatas de la izquierda colombiana, en beneficio de la alicaída popularidad de los candidatos del establishment colombiano.

Aunque no se sabe si ese supuesto apoyo se lo endilgarán al naciente partido FARC, a Piedad Córdoba, al candidato del Polo Democrático Alternativo o incluso al propio Gustavo Petro, ex guerrillero del M-19, a pesar de que éste en varias ocasiones se ha expresado públicamente contra el chavismo y el propio Chávez; también podría ser utilizado en una segunda vuelta para desacreditar la posible ascensión del candidato liberal Humberto de la Calle, a quien las fuerzas progresistas podrían dar su apoyo en aras de garantizar el cumplimiento del Acuerdo Final con las FARC-EP y la continuidad de los diálogos con el ELN.

Otro objetivo podría ser continuar las desmejoras de las relaciones binacionales y otorgar mayor beligerancia a la vocería del gobierno colombiano en los asuntos internos de Venezuela, quizás bajo la premisa de defensa de su “soberanía nacional”, bajo un contexto donde Estados Unidos busca simular un conflicto entre ambos países para aumentar su presencia política y planes de intervención “humanitaria”.

Las operaciones psicológicas se entienden como acciones destinadas a modificar el estado perceptual de una audiencia sobre un tema determinado, y así influir en sus aptitudes y conductas para alcanzar objetivos políticos. La nota publicada por El Espectador no sólo se acerca bastante, también es aprovechada la ola de los grandes medios de acusar a Rusia de manipular elecciones.

¿Quién es el escritor de la pieza? Peckel es director ejecutivo de la “Confederación de Comunidades Judías en Colombia”. Hace algunos años participó en reuniones con el ex primer ministro Shimón Peres, y dijo de él: “Conocer a uno de los fundadores del Estado de Israel fue un gran honor y una oportunidad única que aproveché lo más que pude”.

Profesor de universidades privadas de Colombia y columnista de algunos periódicos, Peckel escribe continuamente sobre Venezuela, e incluso cuestiona los derechos de su gobierno en el Esequibo y compara al presidente Maduro con Fortunato Galtieri por pretender reclamar los derechos de Venezuela sobre ese territorio, cosa que él considera tan ilegítimo como el reclamo de Argentina sobre las Islas Malvinas.

Constantemente surgen en el escenario internacional nuevas matrices de opinión como instrumento de ataque político y mediático, al parecer las elecciones en Colombia coluden precisamente con la rusofobia global, de la cual Venezuela es heredera por alineación geopolítica.

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