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Ese día de Marzo de este año, convocados los Venezolanos Patriotas, que vivieron, sufrieron o sabían de aquella época de terror, de la Cuarta República, en la que los sátrapas adecos y copeyanos plagaron de terror, muerte y desapariciones a quienes se opusieron con firmeza a la política cipaya del pacto de punto fijo, vinimos de toda Venezuela para plenar el Teatro Nacional de Caracas. Mucha emoción, vítores, vivas, cantos, consignas, respondían a la esperanza de por fin publicar una buena parte de los horrores sufridos en los años 60. 70 y 80. La figura estelar, Luisa Ortega Díaz, quien se presentaba como la representante de la memoria, de la justicia, de la dignidad. Todos la aplaudíamos. Sí, me dijo mi tocayo:..”Que raro que no vino ni el Presidente ni sus ministros”…Pero la fiscal hizo galas de su histrionismo.
Su Hacienda particular
Y, también, de su incalculable perversa capacidad de mimetizarse. Resulta, poco menos que imposible, pensar que ya desde antes de ser designada como fiscal general de la República , ya había considerado el plan de transformar el Ministerio Público en su hacienda particular, o su burdel o su ejército particular de corrupción y de destrucción del difícil, extraordinario, pero hermoso Proceso Bolivariano.
Recuerdo que en ese año 2007, después de ser elegida en la Asamblea Nacional, contando con el apoyo de todas las fuerzas que apoyaban nuestro gobierno, el apoyo de nuestro Presidente eterno, del ex-fiscal, Isaías Rodríguez, el infalible, José Vicente Rangel, por citar algunos, entra victoriosa a la sede de la Fiscalía General de la República, frente a Parque Carabobo.
La jefa renunció
Un par de días después, me llama un joven amigo, abogado, Valenciano y me dice: …” sabes que a la “jefa” la nombraron directora de recursos humanos del Ministerio Público y me llamó. Estoy a su orden. Los felicito, tienen una enorme responsabilidad sobre sus hombros. Espero mucho de ti. Poco más de un mes después me llama de nuevo y me dice: lo llamo para informarle que la jefa renunció y yo también. Pero porque? Ella dice que le quisieron imponer los HCM que representa el esposo de la fiscal y con mucho sobreprecio, que no va a ser cómplice de corrupción. Le respondí: no es posible, esa mujer parece una mujer integra y comprometida con esta Revolución. No será que tu jefa brincó la talanquera? Bueno ya hablaremos personalmente. Que equivocado estaba yo. Tenían razón mi joven amigo y su jefa.
El cáncer de la corrupción
A partir de ahí no es difícil imaginarse como el virulento cáncer de la corrupción, la descomposición moral de numerosos fiscales a escala nacional fue transformándose en uno de los “caballos de Troya” más poderosos para la destrucción de la Revolución. Recordemos como fue creciendo la inseguridad ciudadana, hasta transformarse en una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos y en alguna encuesta la mayor preocupación. Me explicaba un amigo, viejo policía, que ciertamente la policía enfrentaba la delincuencia, pero después de que ponían al pillo a las órdenes de fiscalía, en muchos casos, un soborno oportuno, los liberaba, y hasta luego pasaba el malandro frente al policía que lo detuvo burlándose de él o ellos. Así se corrompieron algunos funcionarios policiales, quienes al detener al delincuente, le ofrecían una alternativa más barata que la del fiscal… Cuando se trataba de un caso “sonado”, y llegaba a juicio, en ocasiones, y en poco tiempo eran liberados. Así se creó un estado de impunidad impresionante. Incontrolable. De forma tal que en estos años pasados en algunas regiones del país, zonas de alta peligrosidad, se recurrió a misiones de los cuerpos de seguridad, que libraron una verdadera guerra contra el hampa, logrando disminuir la incidencia de estas bandas delictivas.
Uno no sabe qué hacer
Lo mismo ocurrió con los encargados de supervisar el comercio especulador. Cerraban el negocio del oriental o la panadería del portu y dos días después, pasaba el funcionario y estaba abierto y no había quien le explicase como y porque suspendieron la medida de cierre… En fin, todas las circunstancias penables se fueron relativizando, generándose una penosa y peligrosa situación de impunidad. Uno no saber qué hacer.
Por supuesto toda la pseudovalentia y groserías y amenazas de los figurines de la Asamblea Nacional eran posibles por la permisividad del Ministerio público. Incluso en nombre de una inmunidad discutible se convocó a la violencia a derrocar al Presidente, y miles de barbaridades, y no le tocaron un pelo a nadie.
Los tres meses y medio de guarímbas, o mejor terrorismo, desarrolladas después del 19 de Abril de este año, así como también las del 2014, y a pesar de los mas del centenar de muertos, destrucción de centenares de sitios públicos y privados, incluyendo centros de salud, educacionales, guarderías infantiles, transporte colectivo, se producen, no por el coraje de ese atajo de palurdos, cobardes, huidizos, sino por la permisividad de la Fiscal Luisa Ortega.
El descaro llega a utilizar un avión decomisado al narcotráfico, y en poder del Estado, para sus viajes personales.
Tan solo cuando anunció su desacuerdo con la ANC, y ello , porque sabía que la primera medida que tomaría la Asamblea, era su destitución, es cuando se prenden las alarmas y se destapa la cloaca, que con Luisa Ortega al frente, inunda de mierda, corrupción, inseguridad, impunidad, el País.
Como suele ocurrir, se arma la alharaca, lo que permite que la tipa, como ha ocurrido con muchos otros casos, se pire del país y se transforme en tránsfuga.
Tocorón
Resultaría ingenuo pensar que todo fue su iniciativa. Quienes saben más que yo de estas cosas dicen que fue permanentemente orientada “inteligencia extranjera”. La tipa inició un recorrido por Países alcahuetas, cómplices y ahora asume el status de refugiada política, lo que no permite su extradición. Aunque se inició una investigación en su contra por la actual Fiscalía, creo que el sueño de todas y todos las y los Venezolanos honestos de verla en Tocoron, presa por lo menos 30 años y decomisarle todo lo que meticulosamente se robó, por ahora, parece que no es posible. Todos los delitos que mencioné, y que se le atribuyen a Luisa Ortega, y los que no he citado, se pueden resumir en una calificación muy precisa: TRAICIÓN A LA PATRIA. Por mucho menos que esta traidora hizo, recuerdo que, en la República de Cuba, el General Ochoa, fue fusilado. Nuestras leyes no permiten castigar con la pena capital. Pero la impunidad sería el mayor agravio y decepción al honesto y heroico pueblo Venezolano. No permitamos que el Alzheimer nos alcance.