A los 100 años de la Revolución Bolchevique, ¿Fracasada o boicoteada?


Análisis de Pasqualina Curcio Curcio

“La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental.
No me estoy refiriendo a la amenaza militar; en realidad esta no existía. 
Nuestros países están lo suficientemente bien armados, incluyendo el armamento nuclear. 
Estoy hablando de la amenaza económica. 
Gracias a la economía planificada y a esa particular combinación de estímulos morales y materiales, 
la Unión Soviética logró alcanzar altos indicadores económicos. 
El porcentaje de crecimiento de su Producto Nacional Bruto 
es prácticamente el doble que en nuestros países.
Si añadimos a esto los enormes recursos naturales de los que dispone la Unión, con una gestión racional de la economía son más que reales las posibilidades que tiene de expulsarnos del mercado mundial. … 
…Por eso siempre hemos adoptado medidas encaminadas a debilitar la economía de la Unión Soviética y a crear allí dificultades económicas.”

Margaret Thatcher 
Houston, Texas 1991

Fue en 1917 cuando obreros y campesinos, bajo el liderazgo de Vladimir Ilich Uliánov, Lenin, iniciaron la Revolución Bolchevique. Casi 70 años después, el 8 de diciembre de 1991, los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, suscribieron el Tratado de Belavezha, el cual marcó la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Innumerables intelectuales e historiadores de la época, incluso aquéllos que se reconocían comunistas, se dieron a la tarea de recalcar que la Revolución Rusa fracasó, otros simplemente callaron. Centenares de escritos fueron publicados acerca de la “crisis de la URSS” y del fracaso del socialismo lo que, a su vez justificó la Perestroika iniciada por Mijail Gorbachov en 1985, y la transición a una economía de mercado promovida y consolidada por Boris Yeltsin a partir de enero de 1992 luego de asumir la presidencia de Rusia.

Se preguntarían los intelectuales y líderes políticos de la época, ¿por qué tardó 70 años en fracasar el modelo socialista?

La “Dama de Hierro” confesó que tenían tiempo adelantando acciones para crearle dificultades:

“Por desgracia y pese a todos nuestros esfuerzos, durante largo tiempo la situación política en la URSS siguió siendo estable durante un largo periodo de tiempo. Teníamos una situación complicada, sin embargo al poco tiempo nos llegó una información sobre el pronto fallecimiento del líder soviético y la posibilidad de la llegada al poder, con nuestra ayuda, de una persona gracias a la cual podríamos realizar nuestras intenciones en esta esfera “debilitar la economía de la Unión Soviética”…

…Esa persona era Mijaíl Gorbachov, a quien nuestros expertos calificaban como una persona imprudente, sugestionable y muy ambiciosa. Él tenía buenas relaciones con la mayoría de la élite política soviética, y por eso su llegada al poder, con nuestra ayuda, fue posible”.

El escritor Serguied Kara Murza, quien se ha dedicado a sistematizar y desmontar con indicadores y gráficos el mito del fracaso de la Revolución Rusa afirmó de manera tajante: “No hubo ninguna crisis económica en la URSS al inicio de la Perestroika. Cualquiera puede ver esto en los anuarios estadísticos”.

Entre 1917 y 1991, la economía rusa registró un crecimiento continuo. La producción medida en términos per cápita incrementó 378%. Los niveles más altos de producción se registraron a finales de los años 80. Fue a partir de la disolución de la URSS cuando comenzó a registrarse una disminución de la producción. Entre 1991 y 1998, la economía rusa cayó 45%.

Mientras EEUU alcanzó niveles de desempleo que ascendieron al 23% durante la Gran Depresión, en la URSS se registraba pleno empleo, el cual se mantuvo hasta 1988.
La inversión en la URSS a finales de la década de los 80, superó la de los EEUU, la de Francia, Alemania y Gran Bretaña.

La tasa de analfabetismo en 1890, durante el Zarismo, era 85%, en 1917, cuando se inició la Revolución Bolchevique, era 79%, en 1939 descendió a 19% y en 1959 llegó a 1%. Para el año 1969, la URSS era un país libre de analfabetismo.

La Organización Mundial de la Salud, en un informe publicado el año 1963 concluyó: â€œlos servicios sanitarios de la URSS, tanto preventivos como terapéuticos, están gratuitamente a disposición de todos los ciudadanos sin distinciones económicas o sociales. La labor de los sanitarios… llega a todos los hogares, incluso a los de las localidades más remotas e incomunicadas”.

La esperanza de vida al nacer de los rusos aumentó durante la Revolución. Pasó de 40 años en 1920 a los niveles más altos (69,4 años) a finales de la década de los 80. Al disolverse la URSS, se desplomó: en menos de 5 años pasó de 69,4 en 1988 a 64,4 años en 1994.

La tasa más baja de mortalidad, para el caso de las mujeres, se registró durante la década de los 80. En 1988 morían 110 mujeres por cada 1.000. A partir de 1991 y en menos de 5 años, dicha tasa aumentó 62%.

Los niveles más bajos de casos de tuberculosis se registraron durante la década de los 80. A partir de 1990, una vez disuelta la URSS se comenzó a evidenciar un repunte.
El consumo de alimentos por persona en la URSS, para el año 1980, era superior al de EEUU, a excepción de la carne. Adicionalmente, el consumo de alimentos per cápita en la URSS durante el año 1989 fue mayor al compararlo con el de 1980.

El consumo de alimentos del pueblo soviético era el más alto al compararlo con Europa, EEUU y España. Alcanzó en 1989 las 3.500 kilocalorías diarias por persona. Sin embargo, a partir de 1990 comenzó a descender. En 1991 se ubicó en 2.800 kilocalorías diarias, recordamos que la FAO establece como mínimo para garantizar seguridad alimentaria, 2.780 kilocalorías.

Desde el año 1906 y hasta 1990, la estatura promedio del soviético aumentó, pasó de 1,57 cms. a 1,75 cms. (1978). Para el año 2008, se registró una estatura menor a la de la década de los setenta, 1,67 cms.

Observando el comportamiento de estos indicadores, muchos de ellos tomados de la Organización de Naciones Unidas, del Banco Mundial y de la OECD, no podemos concluir que el socialismo sea un modelo fracasado.

En un informe preparado en diciembre de 1982 por Henry Rowen, presidente de la CIA, se lee: “la economía soviética es altamente autosuficiente y está lejos de experimentar un colapso… la URSS experimentó un crecimiento económico continuo y una mejoría en el nivel de vida de su población durante los últimos treinta años”. Destaca el estudio la habilidad de la economía soviética para mantener su viabilidad ante la ausencia de importaciones.

¿Cómo explicar, entonces, que de manera repentina, a partir de 1985, luego de 70 años de Revolución, se desatara una supuesta crisis del socialismo?

Mijail Gorbachov en un discurso que dio el año 2000 en una Universidad Norteamericana en Turquía confesó: “El objetivo de mi vida fue la aniquilación del comunismo…Aproveché mi posición en el Partido y en el país, tuve que sustituir a toda la dirección del PCUS y de la URSS, así como a la dirección de todos los países socialistas de Europa”.

Por su parte, Valentina Rushnikova, Economista y exempleada de la comisión agroindustrial del Estado de la URSS, en un artículo publicado el 2011 afirmó:

“Mucho antes de 1991 ya se había creado y estaba en pleno funcionamiento la “quinta columna”, inculcando progresivamente en la conciencia de la gente el irrespeto por el modo de vida socialista, a menudo originando problemas de un modo artificial. No solo operaba la propaganda antisoviética, que se servía de determinadas dificultades del sistema socialista, también estaba en marcha la actividad saboteadora, oculta hasta ese momento.

Una de las direcciones fundamentales para exacerbar la tensión en la sociedad fue la creación artificial de problemas relacionados con el suministro de bienes de consumo, en primer lugar con productos de alimentación. Desde mediados de los 80, en muchas ciudades y núcleos urbanos comenzaron a escasear los productos de alimentación en muchos aparadores de las tiendas, y no solo las exquisiteces, sino también los productos de consumo diario. Era un proceso que iba en aumento de año en año”.

Explicaba Rushnikova que:

“En 1987 el volumen de producción de la industria alimentaria, en comparación con los indicadores de 1980, había crecido en 130%. En el sector cárnico ese crecimiento –en comparación con 1980– había sido de un 135%, en el sector de lácteos fue de un 131%, en el de pescado de un 132% y en el de derivados de la harina de un 123%. En ese mismo periodo de tiempo, el crecimiento de la población fue de un 6,7%, mientras que el salario medio en la economía creció de media un 19%. En consecuencia, la producción de productos de alimentación en nuestro país iba muy por delante del incremento de la población y del poder adquisitivo.

Todas las empresas de la industria alimentaria trabajaban a plena capacidad, estaban garantizados los suministros de productos agrícolas y de otros tipos de materias primas necesarios para su funcionamiento, así como la mano de obra. Significa esto que el desarrollo de la industria alimentaria en modo alguno pudo ser el causante de la escasez de género en las tiendas de comestibles.”

Concluye la economista:

“Por eso solo cabe hacer una deducción: la escasez fue generada de modo consciente, artificial, pero no en la etapa de la producción, sino en la esfera de la distribución. El objetivo era crear tensión social en el país. Por cierto, que nuestra generación recuerda bien el programa “600 segundos”. En él, en 1990, se mostraron reportajes bastante elocuentes de cómo se destruían embutidos, mantequilla, aceite y otros productos que ya eran deficitarios en ese momento.”

Otro fenómeno se dio en la URSS a finales de los años 80 y está relacionado con la brecha, cada vez mayor entre el tipo de cambio oficial y el que se marcaba en los mercados ilegales. Para el año 1990, el tipo de cambio oficial era 1,68 rublos por dólar, mientras que en el mercado ilegal, éste ascendía a 10 rublos por dólar. En abril de 1991, la tasa oficial del Banco del Estado era de 1,75 rublos por dólar, y la tasa del mercado ilegal era de 30 a 33 rublos, es decir, 19 veces mayor. No solo se evidencia una brecha desproporcionada entre ambas tasas, sino el aumento de 230% del tipo de cambio ilegal entre 1990 y 1991. Al respecto, Kara Murza, afirmó:

“…¿por qué el valor se mide en el mercado negro en que circulaban sumas míseras, microscópicas en relación con el tamaño de la economía? Evidentemente, hay medidas absolutas, con que se comparan las unidades de recursos independientes del lugar, el orden económico o la ideología. Estas medidas expresan el valor de la moneda en el lugar donde ésta funciona: 1 viaje en metro en Moscú valía 0,05 rublos, y en Nueva York, 1,5 dólares. Esto significa que la misma suma de recursos “absolutos” (maquinaria, construcción, energía, mano de obra, etc .) necesarios para proporcionar 20 viajes en metro se pagaba por 1 rublo o por 30 dólares . Es decir, en términos de transporte el valor de 1 rublo era equivalente al de 30 dólares lo que equivale a decir que 1 dólar equivale a 0,33 rublos”.

Cabe preguntarse: ¿Hubo manipulación mediática del tipo de cambio en los mercados ilegales?

No hubo tal fracaso del socialismo como sistema económico, social y político. No es lo que muestran los indicadores. Por el contrario, el deterioro se observa a partir de 1991, una vez liberados los mercados. En todo caso, de atribuirse un fracaso a la Revolución Bolchevique, fue el no haberse blindado ante los ataques y sabotajes por parte del imperialismo.

Reconocer los mecanismos mediante los cuales el Imperialismo, históricamente, ha boicoteado los modelos alternativos que constituyen una amenaza a los grandes capitales, es fundamental no solo para tener conciencia de la otra versión de la historia, aquella que ha estado ausente en el discurso y medios de comunicación hegemónicos, sino para no caer en las manipulaciones que pretenden confundir y hacer ver un supuesto fracaso del socialismo y por lo tanto, caer en el error de la necesaria transición al libre mercado como orden económico exitoso.

Es imperioso identificar y saber cómo funcionan los mecanismos que durante años ha empleado el gran capital para sabotear los modelos de igualdad y de justicia social. Entre ellos: 1) la alteración de los canales de distribución de bienes esenciales que derivan en colas y en la proliferación de mercados ilegales; 2) la alta dependencia a grandes monopolios productores, distribuidores e importadores de bienes esenciales; 3) la manipulación del tipo de cambio en los mercados ilegales que se traduce en incrementos inducidos y desproporcionados de precios; 4) así como los bloqueos comerciales, sean estos encubiertos, como ocurrió en Chile (ya develado en los documentos desclasificados ) o formales como ha sido el bloqueo genocida contra el pueblo cubano.

Hoy, y desde 1999, Venezuela es considerada una amenaza extraordinaria e inusual para el Imperialismo, no porque tengamos armas, sino por la voluntad de un pueblo que decidió transitar hacia un modelo de justicia social e igualdad.
No nos dejemos confundir. No repitamos los errores.

 

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