Las incoherencias de los jóvenes opositores


AUNQUE SEAN NEOLIBERALES, ALGUNOS UNIVERSITARIOS SE INSPIRAN EN LA REVUELTA DE IZQUIERDAS DE 1957 QUE DERROCÓ A MARCOS PÉREZ JIMÉNEZ.

Credito: EFE / La Vanguardia/aporrea

8 mayo 2017 – ¿Quiénes son los jóvenes que salen cada día a pelearse con los antidisturbios de la guardia nacional venezolana y que se juegan la vida en nombre de los muy privilegiados líderes de la oposición? Muchos son estudiantes de la universidad pública y privada, aunque no los de la red de los campus llamados bolivarianos creados por Hugo Chávez. Están convencidos de que luchan contra una “dictadura” y descartan ya la legitimidad de un presidente elegido en abril del 2013 y cuyo mandato, según la Constitución, dura cinco años.

La supuesta suspensión de elecciones regionales y el último anuncio del presidente Nicolás Maduro de crear una nueva Asamblea Constituyente, les hacen temer que las presidenciales jamás se celebren. Están hastiados por la inflación, el desabastecimiento de productos como el arroz y la harina que castigan a los venezolanos desde el colapso del precio del petróleo.

“Esta es una “dictadura”; no se aguanta más; no tenemos comida y si salimos a la calle, nos roban”, resume Samuel de 23 años, que acaba de terminar una carrera de ingeniería en la Universidad de Simón Bolívar y ha participado en dos de las protestas de la semana pasada. “Antes nuestros padres nos ayudaban; ya no”, añade su amiga Patricia, estudiante de administración empresarial de 22 años, sentada en el campus de la Universidad Central de Venezuela, que cuenta con 60.000 estudiantes y donde la matrícula es gratuita.

Los estudiantes hablan con pasión de la libertad y defienden la acción directa como anarquistas del método black block (táctica en la que los manifestantes visten de negro para evitar ser identificados), aunque Samuel lleva una camiseta Abecrombie & Fitch. “Es nuestro derecho a manifestarnos pero nos reprimen; conocí a un chamo que estaba en la flor de vida y lo mataron por luchar por su país, y piensas: ‘¡Mañana a lo mejor nos toca a nosotros!’”, admite.

Para los estudiantes opositores no hay duda: “El régimen reprime brutalmente las protestas pacíficas y envía a los escuadrones de la muerte a masacrar a un pueblo que sólo clama libertad”
Y aunque el Gobierno insiste en que la policía solo está autorizada para usar gases lacrimógenos para controlar las protestas, los estudiantes opositores no se lo creen. Un grupo de activistas entrevistados en la Universidad de los Andes en Mérida, enseñaron las huellas en sus cuerpos de perdigones disparados por la policía –aseguraban– en otras manifestaciones anteriores. Puede ser verdad, puede que no. Ya hay muchas pruebas de gente que va a las manifestaciones con escopetas y pistolas caseras. Son los otros manifestantes que, según fuentes próximas al gobierno, no son alumnos sino delincuentes a sueldo de la oposición.

Aunque sean neoliberales, algunos universitarios se inspiran en la revuelta de izquierdas de 1957

Algunos estudiantes opositores se inspiran en el movimiento estudiantil de izquierdas en la Universidad Central durante la dictadura militar del coronel Marcos Pérez Jiménez derrocado en 1957. No es del todo coherente. Porque, ideológicamente, los estudiantes de la protesta anti Maduro, son del campo neoliberal, partidarios de privatizaciones y de la economía de mercado. “La empresa privada es la que nos sacará de esto; Maduro ha expropiado a muchos empresarios pero el gobierno no sabe gestionar nada”, insiste Patricia. “El socialismo fracasado del siglo XXI llegó a su fin”, vaticina Rafael Mora Rivas.

Otro punto incoherente es que mientras los estudiantes reconstruyen las luchas contra el dictador de los cincuenta, algunos de los mayores que desfilan en las mismas manifestaciones justamente añoran aquella época. “Aquí el único gobierno verdaderamente patriota que hubo en Venezuela se llamó Marco Pérez Jiménez; todo lo demás ha sido basura”, lamenta un médico de 68 años en una protesta esta semana en el cotizado barrio de Chacao.

La Universidad Central en Caracas y la Universidad de los Andes de Mérida se han convertido en dos cuarteles generales de la oposición no sólo porque hay miles de jóvenes dispuestos a salir a protestar sino porque sus profesores también son activistas antichavistas. Y los estudiantes admiran mucho a sus maestros. “Nuestros profesores son muy superiores a los que están en la Universidad Bolivariana; ese es un régimen de adoctrinamiento”, expresa un líder del Movimiento Liberación 23, en Mérida.

La Universidad Bolivariana de Caracas se sitúa a 200 metros de la Central. Y es cierto que hay un respeto quizás excesivo por las hazañas bolivarianas. Se ven retratos de Hugo Chávez en cada pared del edificio que antes pertenecía a la petrolera Pdvsa. Los profesores hablan con celo casi evangélico de la relación de la Universidad con las misiones, centros de enseñanza y salud establecidas en los barrios populares. Los estudiantes esperan con ilusión participar en la Asamblea Constituyente que Maduro anunció el lunes, una huida hacia delante de discutible legitimidad…

Esto, desde luego, no es Harvard, donde hizo su máster el encarcelado líder de la oposición Leopoldo López que se califica a sí mismo como “uno del 1% más privilegiado de Venezuela”. Pero los estudiantes de la bolivariana – muchos de ellos afrovenezolanos– no dan la impresión de ser conformistas. “Acá no estamos de acuerdo con la violencia”, afirma Víctor Medina, estudiante de Economía Política de 23 años. “Esta Universidad es el reembolso de la histórica deuda social” añade en referencia a los millones de jóvenes pobres antes excluidos de la educación. Medina es hijo de familia humilde cuya madre hizo el bachillerato a los 30 años en una de las misiones. Ahora, ella es enfermera y su hijo economista.

Aprovecha la entrevista para hacer un llamamiento al diálogo . “Ya organizamos debates con las otras universidades sobre posibles respuestas económicas; y lo más hermoso fue que nos pudimos ver la cara”. Es un sentimiento que podría frenar la carrera de Venezuela hacia el desastre.


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