Llegamos a más de 40 días de conflicto acentuado y enfocado en una agenda difusa en cómo se vende, clarísima en cómo se expresa. Más de 40 días de los que Julio Borges se jacta con la misma reflexión sosa en superficie, sucia en su núcleo, de siempre. Dentro de la guerra en sí misma, persiste la de nombrar o desnombrar lo que ocurre frente a nosotros. Que se transmita la idea de falta de lugar de dónde apoyarse para ordenar con el cerebro en frío lo que se quiere desordenado es un componente esencial. Por eso mismo, nombremos una vez más. Otorguemos base y asidero.
Lo nombran y limitadamente lo describen bajo el término englobante de “protestas pacíficas”, cuyo motivo es el hambre como motivo político central, pero a su vez atacan y queman depósitos de alimentos, atacan directamente camiones que distribuyen alimentos y saquean, “por hambre”, establecimientos donde no es precisamente comida lo que se vende, sino caña.
Sobre el contexto amplificado en sus extremos del “derecho a la protesta”, una vanguardia organizada se ocupa en adulterar precisamente cualquier viso de asomo “democrático” dentro de las mismas, atacan a funcionarios del orden público mientras se registra selectivamente la reacción, intentan asediar zonas de seguridad como la Base Aérea Francisco de Miranda en Caracas o la sede de la Brigada Blindada en Naguanagua (Carabobo), a sabiendas de la reacción (que no se ha manifestado como tocaría por ley).
“Guardia (Nacional) que subía, guardia que se le lanzaba el tobo de gasolina y lo quemaban… la idea era quemar como mínimo cinco guardias”, decían guarimberos en la urbanización Sucre, en Barquisimeto (estado Lara), llevando a uno a hospitalización, el 27 de abril en la noche, como parte de la “reconquista de la democracia y la ‘mejor Venezuela'”.
Al no dar con suficiente impacto con el muerto “necesario” dentro de la marcha, se han dedicado a producirlos ellos mismos. “Ellos”, los que sí saben muy bien para qué están dentro de las manifestaciones (y cuánto cobran), y se valen de esa escenografía engordada por quienes suponen que van por metas “superiores”, para “derrocar a la dictadura” (sin saber exactamente de qué va eso, más allá de lo que los remueve, siendo rehenes de su propio aparato de propaganda), siendo carne de cañón del desgaste que busca provocar la desgracia, pero con calidad de exportación.
Cuerpos sacrificables para una agenda donde los presuntos protagonistas, al fin y al cabo, ni se ensucian más de lo necesario, así lo magnifiquen a proporciones de herida de guerra.
Pero, tal vez, donde mejor se concentra y reúne todo el sentido profundo de las operaciones que encubren con carne humana que conciben, en realidad, de poca valía siempre y cuando empuje la agenda superior de los intereses, lo encontramos en el modo en el que al engordar la lista de fallecidos en el arco temporal de las jornadas de protesta de al día de hoy, 15 de mayo, alcanza 45 días (mes y medio).
Contra toda prueba criminalística, contra todo registro audiovisual, sazonado en el marco narrativo de una glorificación enfermiza de rápido consumo, ocultan, desmienten a familiares, nublan el sentido, las causas y, por sobre todas las cosas, los contextos, en los que han caído personas víctimas de la violencia, mas no del Estado (que en esos casos han sido procesados culpables), para dejar la matriz cerrada, para avivar la estrategia de la tensión, para dar el salto adelante. El ejemplo definitivo lo representa la lista acumulativa del portal Runrunes, del “notorio” Nelson Bocaranda.
Como veremos, nada de esto porta novedosidad alguna si se despeja el panorama del ruido mediático, de la “opulencia informativa” del pega primero de las redes sociales, de la convalidación de políticos subordinados y reos de la agenda de los intereses de facto profundos y sus operadores que primero ocultaban el rostro, pero que ahora lo asoman en la práctica. Y el crédito.
Valga recordar cómo se grafica este proceso, y hacia dónde quieren apuntar, y el por qué el necesario empeño en politizar lo que quieren violentado:
Al cierra de esta nota (15 de mayo, 5 de la tarde), un policía en Carabobo cayó bajo bala francotiradora en la Autopista del Este (Valencia) y otro se encuentra herido (actualización: el mismo gobernador anunció que se encuentra vivo, pero grave). Y, según denuncia el diputado Henry Ramos Allup, un dirigente juvenil del partido Acción Democrática recibió un disparo en la cabeza y su situación es grave, en Colón, estado Táchira.
Todo esto se da en el contexto local del llamado “plantón nacional” convocado por Freddy Guevara, mientras que en el cuadro regional se desarrolla una sesión del Consejo Permanente de la OEA para definir fecha para la reunión de cancilleres para abordar el “caso Venezuela”.
Seguimos en lo mismo: la Guerra No Convencional (GNC) + “Revolución de colores” = Guerra Híbrida
Ya para inicios de 2016, este servidor realizó un primer esfuerzo en caracterizar lo que en aquel momento todavía era velado, incipiente y encubierto con la traslación elemental de culpa y la simplificación interesada a un “problema de gestión” o al “fracaso del modelo”. Desde entonces, ha sido un esfuerzo mancomunado y sostenido de Misión Verdad en jamás dejar de otorgarle el rostro a lo que ocurre, al dónde, al quién lo ejecuta. Al cómo y sus combinaciones domésticas e internacionales.
¿Qué diferencia ese momento, con casi año y medio de distancia? La creencia, aceptada o no, de que el engranaje de la mecánica de la GNC alcanzó las fases necesarias para irse anunciando cada vez más como un cúmulo de acciones que de primer momento, esquivas y aparentemente desvinculadas, hoy en día se acumulan, se unifican, se unimisman y se expresan sobre el terreno con una clara hoja de ruta y de forma abierta.
Una que, por cierto (como también se ha dicho hasta la saciedad), reproduce una metódica y un programa de acción que se repite en todas sus variables en los focos más violentos y álgidos del globo.
Acciones de calle y guerra urbana incipiente, militarización difusa y sin uniforme de lo que persisten en definir para todo efecto práctico como “protesta no-violenta”, desmantelamiento de células armadas ocupadas con la tarea de dar el salto cualitativo a la violencia en las principales concentraciones urbanas del país, planes de envergadura (postergados primero, abortados luego por el aparato de seguridad) que combinaban todas las formas de lucha, operaciones informativas, acciones de acoso individual y colectiva, asesinatos selectivos y aleatorios, coordinación y producción de eventos. Intoxicación desmedida.
El ejercicio obligatorio del Estado en contener la violencia en toda dirección, incluyendo a los actores de la misma, se traduce luego, en el proceso de reconversión mediática, en actos de represión desmedida sin causal alguno salvo la actuación de un “Estado paria”.
No sin decir de forma jactanciosa y echona que en el mismo proceso que dos minutos antes se atribuía dotes de virtuosismo y no violencia en el arrojo de un dilema contra el Gobierno en el que “si reprimen pierden y si no, también”. Que paralizan el país pero que lo liberan. Que en un primer momento invocan la confrontación, se retratan con los factores de primera línea, y luego se desmarcan públicamente tratando de producir un efecto de disonancia entre sus palabras y sus actos. Negación plausible: “no podemos ni negar ni confirmar esa información”.
Pero este cambio de coordenadas permanente es otra operación intrínseca a todo el lote de procedimientos, operaciones, acciones y tácticas ofensivas que pertenecen y reposan en manuales, circulares de entrenamiento, etc.
Toca, entonces, en un acto de demoledora sencillez en la que el Gobierno Bolivariano defiende el orden y la estabilidad frente a una estrategia de subversión e insurgencia, a despecho de la progresía nostálgica y fermentada en categorías cuya seducción es proporcional al carácter abstracto que siempre, en realidad le han otorgado, remitirnos a las fuentes. Y nombrar los nombres.
Para luego concentrarnos en el ejercicio práctico de estas definiciones, en la segunda parte de este trabajo.
Literatura de la guerra, doctrina, operaciones: primer plano y genealogía
De nuevo hay que repetir un pequeño lote de premisas para seguir ordenando:
- Por más emotivizado que se ponga el paisaje mediático, ninguna de las acciones de los casi 50 días de violencia política son espontáneas, patrióticas, o decididas y definidas, siquiera, en Venezuela. Son operaciones político-militares, de inteligencia, de psicología y de información. Y dependen de potencias extranjeras en lo político, lo diplomático, lo militar y lo financiero.
- No provienen de la nada, ni se deben a motivos internos más que como base de operaciones (y luego de condiciones generadas bajo un mismo patrón de agresión), sino que se deben a un cuerpo doctrinario, a procedimientos, a acciones estratificadas registradas a todo nivel desde el plano más estratégico hasta la última razón operacional.
- Tienen un origen claro, su fondo es inalterado pero sus formas son adaptativas pero con límites finitos; combinan una multiplicidad de elementos y buscan alcanzar los radios más acentuados de violencia, apuntando siempre hacia el “cambio de régimen”, la realineación geopolítica y la apertura de toda compuerta al capital concentrado. En el contexto regional, a la restauración neoliberal.
- La matriz central se encuentra en la Doctrina de Dominación de Espectro Completo (redactado principalmente por Paul Wolfowitz en los tiempos de vicesecretario de Defensa en 1995), actualizado en el tiempo (en 2000) y reflejado en el documento Visión Conjunta 2020, el año en que todo lo que el texto vislumbra debe ser alcanzado, o revisado.
- En resumen: a) Los intereses de los Estados Unidos “seguirán siendo globales”, b) sobre un marco global, los “enemigos” pudieran alcanzar vía disponibilidad tecnológica el mismo nivel de capacidades, y el mayor peligro serían las capacidades asimétricas en todas sus dimensiones, c) “el objetivo último” es “operando unilateralmente o en combinación con aliados multinacionales o fuerzas inter-agencias, de derrotar a cualquier adversario y controlar cualquier situación a lo largo de todo el espectro de operaciones militares”, d) una alta capacidad de adaptación a todo escenario y situación, incluyendo en “zonas ambiguas” entre la guerra y la paz, e) “la dominación de espectro completo descansa sobre la superioridad informacional como un posibilitador clave y sobre nuestra capacidad de innovación”.
- Aún más, y para complementar, “la distinción entre guerra y paz será borroneada al punto de desvanecerse. Será no-linear, posiblemente al punto de no tener campos de batalla o frentes definidos. La distinción entre ‘civil’ y ‘militar’ podría desaparecer. Las acciones ocurrirán en simultáneo a lo largo de toda la profundidad de los participantes, incluyendo su sociedad como una entidad cultural, no solamente física”, señalaba William S. Lind, en el artículo fundacional “El rostro cambiante de la guerra: hacia la Cuarta Generación” (1989).
- Las llamadas revoluciones de colores han evolucionado notablemente desde los postulados de Gene Sharp hasta nuestros días, sólo en un contexto amplio se conservan las características esenciales. Pero como lo demostró el ciclo que se desarrolló entre 2010 y 2014, su rumbo ha sido muy distinto. En tal sentido, es competente la definición “golpes de colores” de Rotislav Ishchenko, reseñada en este portal. Operaciones de carácter político militar, sustentadas en los mismos activos acostumbrados de las “revoluciones”, que al no alcanzar sus objetivos en los estadios “cívicos” bajo cobertura no-violenta (siempre apoyado desde el exterior), pasará a las fases de insurrección armada, disfrazada de guerra civil, tal como ocurrió en Siria.
- Esto último, el frente cívico, opaca las operaciones encubiertas características de la GNC. La combinación de estas variables, su “aproximación adaptativa“, como la definiera Andrew Korybko, componen el cuadro operativo de la Guerra Híbrida. Misma que se ha empleado contra Venezuela, tal como lo señaló recientemente el general Padrino López en la Cuarta Conferencia Internacional de Seguridad en Moscú, a finales de abril.
- Es sobre esa base que debe comprenderse el ámbito de definiciones, el empleo de categorías y su lenguaje.
- Spoiler para izquierdólogos de todo pelaje: así como son los cuadros serios de Wall Street (una notable minoría) los mejores intérpretes en lo práctico de El Capital de Marx, las Fuerzas Especiales del Pentágono, al menos sobre el papel, han sido quienes mejor han procesado las experiencias guerrilleras e insurgentes del pasado.
- En ese sentido, a lo largo de las últimas dos décadas, se han desarrollado un conjunto de “manuales de campo” (Field Manuals) y Circulares de Entrenamiento (Training Circulars) en donde se congregan todos los aspectos operacionales que serán empleados sobre todos los campos de batalla. Para todo efecto práctico, este trabajo se enfocará principalmente en el Manual de Campo 3-05.20, que “define a la GNC como un amplio espectro de operaciones militares y paramilitares, predominantemente conducidas a través, con, o por, nativos o fuerzas surrogadas (tutelares) organizadas, entrenadas, equipadas, apoyadas y dirigidas en varios niveles por una fuente externa”.
- Del mismo modo que algunos aspectos operativos serán tomados de la ya revisada circular de entrenamiento TC 18 01, que complementa a dicho manual de campo.
GNC, resistencia, insurgencia, guerra de guerrillas, sabotaje, subversión
Advertencia y recordatorio: ya en este punto del análisis, es importante despojarse de cualquier prurito semántico sobre el modo en el que aquí se define una serie de categorías que el peso de la costumbre tiende a llevarlos a coordenadas propias, harto mitificadas y mal llevadas por lo demás, de palabras y conceptos como “movimiento revolucionario”, “insurgencia” y “fuerzas rebeldes”.
Al fin y al cabo, se tratan de jugadas de laboratorio, de condiciones que sobre una base estudiada en materia de cultura local, contradicciones políticas o dificultades estructurales específicas se llevan a extremos críticos como principal ventaja para avanzar la estrategia. Al fin y al cabo, en este momento, el país es víctima, el Estado es agredido y se está defendiendo el orden. Lo “verdaderamente revolucionario”, si se quiere, es la mirada, y su capacidad de ponerle rostro a las acciones enemigas y nombrar la muerte para espantarla.
Dicho esto, partamos de lo esencial:
- “La GNC también incluye aspectos interrelacionados que puedan procesarse individual o colectivamente por personal predominantemente nativo o surrogado. Una fuente externa usualmente apoya y dirige este personal en varios niveles durante todas las condiciones, en paz o en guerra. El propósito de las operaciones de GNC de los Estados Unidos es el de explotar las vulnerabilidades políticas, militares, económicas y psicológicas de un poder hostil desarrollando y manteniendo a las fuerzas de la resistencia para que cumplan con los objetivos estratégicos de los Estados Unidos”.
- “Históricamente, las Fuerzas Especiales (FE) se han enfocado en la GNC como parte de la guerra general. Ahora, la política de los Estados Unidos de apoyar a seleccionados movimientos de resistencia requieren que las FE se concentren en la GNC a lo largo de conflictos carentes de guerra. También, la urbanización global facilita el cambio en el énfasis de la guerra de guerrillas rural hacia todos los aspectos de la resistencia clandestina incluyendo operaciones urbanas y fronterizas”.
- “Subversión es cualquier acción diseñada a debilitar la fuerza militar, económica, psicológica, política o moral de un régimen. Todos los elementos de la organización de resistencia contribuyen al esfuerzo subversivo, pero la naturaleza clandestina de la subversión dicta que es la rama no visible la que ejecuta la mayoría de las actividades. La subversión es una forma basada en efectos que apuntan sobre el terreno humano”.
- “Un movimiento de resistencia es un esfuerzo organizado por una parte de la población civil de un país para oponerse o deponer a un gobierno establecido o provocar el retiro de un poder ocupante”.
- “La resistencia puede ser o bien violenta o no-violenta. La resistencia no-violenta involucra actos tales como el ostracismo, la evasión fiscal, los boicots, las huelgas y otros tipos de desobediencia civil. La resistencia violenta incluye sabotaje, subversión y guerra de guerrillas. Usualmente la gente resiste de forma no-violenta al principio. Sin embargo, pueden voluntariamente integrarse a la resistencia violenta si un cuadro subversivo les ofrece una causa que perciban como valiosa y alcanzable”.
- “La guerra de guerrillas consiste en operaciones militares o paramilitares conducidas por fuerzas irregulares predominantemente nativas contra fuerzas superiores en territorio hostil o controlado por el enemigo. Es el aspecto abierto de la insurgencia“.
- “Una insurgencia es un movimento organizado de resistencia que emplea la subversión, el sabotaje, y el conflicto armado para alcanzar sus objetivos. Es una lucha político-militar de largo plazo diseñada para debilitar el control del gobierno o la legitimidad mientras incrementa el control y legitimidad de la insurgencia: los puntos centrales de la misma. Cada insurgencia tiene sus propias características particulares basadas en sus objetivos estratégicos, su ambiente operacional, y los recursos disponibles. Las insurgencias normalmente buscan destruir el orden social existente y redistribuir el poder dentro del país. También pueden buscar: a) Derrocar un gobierno establecido sin la continuación de una revolución social. b) Establecer un territorio nacional autónomo dentro de las fronteras de un Estado. c) Provocar la retirada de un poder ocupante. d) Extraer concesiones políticas que son inalcanzables por medios menos violentos”.
- “El sabotaje es un acto o varios con la intención de herir u obstruir las defensas nacionales de una nación al voluntariosamente dañar o destruir cualquier material nacional de guerra o defensa, instalaciones, o servicios, incluyendo recursos naturales o humanos. También puede referirse a acciones tomadas para herir u obstruir las capacidades militares de un poder ocupante. El sabotaje puede ser el medio de ataque más efectivo sobre objetivos específicos más allá de las capacidades de los sistemas convencionales de armamento. El sabotaje afecta, destruye o neutraliza selectivamente las capacidades de las fuerzas hostiles con un mínimo de efectivos o recursos materiales”.
- “La estructura de un movimiento revolucionario puede compararse con un iceberg de forma piramidal, la mayor parte yace sumergida y sólo es visible la punta. Al construir una estructura de resistencia, los líderes insurgentes privilegian la atención en el desarrollo de la infraestructura de apoyo: una tarea realizada especialmente por personal entrenado. Los cuadros de la resistencia organizan la infraestructura de apoyo, la cual a su vez apoya a las guerrillas. Esta infraestructura trabaja entre la ciudadanía de zonas rurales, pueblos y ciudades; dentro del ejército, la policía y el aparato administrativo del gobierno; y entre grupos sindicales y estudiantes”.
Próximo capítulo
¿Es necesario aclarar el por qué se demora todavía en este punto a responder la pregunta que titula este análisis en dos partes? Por si las dudas, digamos que difícilmente. Sobre una base de definiciones operativas y contextualizadas se hace más visible el panorama que por otros medios se busca oscurecer.
Lo dijo en su momento el gran periodista polaco Ryszard Kapucinski que en este punto parafraseamos: las guerras no comienzan con los primeros tiros; las guerras comienzan con los cambios en el lenguaje. Y, de nuevo, si sobre un plano actúan de forma envilecida y adulterante, obligando a reacciones a boca del estómago, el aplomo, la serenidad, el enfriamiento y la capacidad de nombrar aquello que busca no serlo para funcionar mejor, es que tomamos esto como punto de partida.
Todo debe cobrar el sentido que es para que no sean estos los desvíos sobre el panorama. Sobre todo para poder desactivar ese paisaje que se quiere imponer.