Por: Augusto Márquez
Durante todo el año pasado y este que empieza, el antichavismo no ha hecho otra cosa que hacer política con los efectos de la crisis generada por sus aliados más cercanos: Fedecámaras, Consecomercio y las transnacionales estadounidenses agrupadas en Venancham.
Y vaya que les ha dado resultados: han salido de gira buscando que se aplique la Carta Democrática Interamericana contra Venezuela y para pedir par de favores (sanciones, mejor dicho) en Washington que luego serán pagados con el sudor de todos nosotros. Demostrando, quizás sin querer queriendo, que ellos por sí solos no pueden cumplir sus promesas, que por favor les echen una ayudaíta porque tumbar al Gobierno es muy difícil, aunque tengan más de tres años diciendo que el chavismo está en fase terminal.
Y tiene que ser ya, porque si la gente sigue recibiendo los CLAP y Maduro continúa aumentado los cestatickets, el dólar paralelo continúa bajando, los precios del petróleo se recuperan, Rusia y China siguen apostando a elevar sus relaciones con Venezuela y la situación económica se estabiliza en el mediano plazo, entonces ya la gente no nos verá como su “salvación” y única opción. Perderemos todo nuestro capital político que se basa en las dificultades del país.
El antichavismo ha estado de vacaciones permanentes con todos los gastos pagos, incluidos los viáticos y camerinos en lujosos hoteles, a costa de prolongar las complicaciones cotidianas de la gente de a pie. Son las estrellas del rock de la “crisis humanitaria”, los Freddy Mercurys de la crisis y los bachaqueros de la intervención, que no únicamente puede ser militar, también diplomática, mediática, financiera, económica y política. Están viviendo y disfrutando su momento de fama, a costa de las dificultades diarias de la gente, de sus dolores de cabeza y malestares objetivos, que ellos mismos buscan agudizar y no resolver.
En su cantata arjoniana por la región y Estados Unidos dicen estar buscando “ayuda humanitaria” y una “salida de la crisis”. Intentan convencer a todo el país de que eso trae resultados positivos. Pero cada vez que salen de gira o se ponen dizque a trabajar en la Asamblea Nacional, lo que el país recibe a cambio son campañas de mentiras, ataques financieros, sanciones y amenazas. Mejor no nos ayuden tanto.
Río revuelto, ganancia de pescadores
Ahora bien. Existe en la actualidad un fuerte sabotaje en la distribución de la harina panadera, que ha provocado grandes colas en las panaderías y por ende una especulación atorrante con respecto al precio del pan. En este sabotaje participan las empresas que controlan casi todo el mercado de harina panadera (78% según Misión Verdad), las cuales son la transnacional gringa Cargill, la del italiano multimillonario Giussepe Sindoni (Molvenca), Mocasa y la transnacional mexicana Monaca, todas empresas privadas y de capital extranjero, afiliadas a Fedecámaras y Venancham.
Estas empresas han caotizado el flujo de harina panadera (hecha a base del trigo importado por el gobierno) construyendo un aparato bachaquero de distribución, impidiendo que el producto llegue oportunamente y al precio regulado, dándole la excusa perfecta a los dueños de las panaderías para que suban los precios, pongan horarios discrecionales y produzcan menores cantidades de pan canilla y francés, los dos más consumidos por la gente. No se quejan de esto porque disfrutan y forman parte de ese engranaje del robo. El niño que llora y la mamá que lo pellizca.
Actores involucrados en la guerra del pan se organizan de forma similar a la de un ejército, tienen sus generales, sus mandos medios y sus soldados rasos. Ya sabemos que Cargill, Molvenca, Monaca y Mocasa son los jefes, que las empresas que bachaquean la harina panadera serían los jefes de batallones y las panaderías los soldados rasos y último eslabón de la cadena, el más evidente y dañino porque es el que está más cerca de nosotros. Los dueños de las panaderías aprovechan su lugar en la cadena de mando para, lógicamente, llenarse de real, macroproduciendo cachitos, palmeritas, dulces, pizzas y cualquier otro derivado, con el trigo que importa el gobierno y que debería ir hacia la producción de pan canilla y francés. Su compromiso es con su bolsillo, poco le importa la situación excepcional que vive Venezuela, más bien se aprovechan de ella para ganar más dinero. Río revuelto, ganancia de pescadores.
La MUD, el antichavismo, o como quiera usted llamarlos, es aliada de estos actores, tanto de los jefes y generales como de los que dirigen el gremio de las panaderías. Comparten la misma línea política. Podrían, si quieren ser responsables con esta contingencia denunciada por ellos mismos, decirle a sus aliados que se metan por el carril, que en vez de macroproducir cachitos y palmeritas, produzcan más canillas y pan francés y dejen de estafar a la gente, poniéndola a hacer colas injustificadas.
Si este es un momento excepcional y causa tanta preocupación para el antichavismo, ¿por qué emplazan a las panaderías y a sus dueños a trabajar en función de las necesidades de la gente? ¿Por qué andar por el mundo pidiendo que a Venezuela vengan toneladas de comida y medicinas, y no ven hacia adentro y le piden a sus aliados que dejen de joder a la gente con los suministros de harina que le da el gobierno? ¿Por qué no los emplazan, en las actuales condiciones del país, a dejar de pensar un momento en sus ganancias? Entonces es puro embuste que realmente quieran que la situación mejore y poner un granito de harina para quitarle presión. El “rescate humanitario” es un chantaje muy mal montado, tanto afuera como dentro.
Porque ya es muy tarde para decir que las panaderías actúan con tal ineficiencia y malandraje porque son administradas por el gobierno. No, esos son sus malandros, los del sector privado, los emprendedores que supuestamente son la esperanza productiva del país. Entonces también es un engaño que ellos sean eso y que a ustedes les importe el venezolano de a pie.