Del fusil a los tacones: las mujeres de las FARC en Cuba


Del fusil a los tacones: las mujeres de las FARC en Cuba Foto: Archivo particular.por JAIRO TARAZONA, ESPECIAL PARA SEMANA.COMA

la sombra de los jefes guerrilleros hay un arduo trabajo femenino, tan discreto que poco se conoce. Estas son las integrantes de la delegación destacada en La Habana.

Los nombres de Camila Cienfuegos, Viviana Hernández, Victoria Sandino, Yadira Suárez, Alexandra Nariño, Milena Reyes y Maritza Sánchez, entre otras que hacen parte de la delegación de las FARC en La Habana, son desconocidos para los colombianos, así como su papel en el proceso de paz.

Desde que se iniciaron las conversaciones, hace más tres años, cerca de medio centenar de guerrilleras han hecho parte del grupo insurgente en la capital cubana, pero la más recordada es la holandesa Tanja Nijmeijer, que ahora se hace llamar ‘Alexandra Nariño’, que desde la instalación de la mesa de diálogos se convirtió casi que en una estrella de farándula perseguida por los periodistas. Hoy les huye porque, dice, le dañaron su imagen.

De los 40 integrantes de las FARC que actualmente están en Cuba, casi la mitad son mujeres, el mayor número hasta ahora de presencia femenina desde que se iniciaron las negociaciones de paz.

La mayoría están dedicada a labores de prensa y propaganda y otras hacen parte de la Subcomisión de Género: Victoria Sandino, Camila Cienfuegos y Alexandra Nariño. Yadira Suárez es presentadora del noticiero, mientras Ivonne Rivera y Milena Reyes son camarógrafas. Esta última, además, es fotógrafa y reportera,

Wendy Arango ayuda en fotografía y hace la sección de Twitter en el noticiero de televisión. Sammy Florez y Olga Arenas manejan cámaras de video y fotos. Viviana Hernández, otra de las veteranas, también hace parte del equipo de comunicaciones, al igual que Maritza Sánchez -que está desde el inicio- y, también, monitorea noticias y es la enfermera de Jesús Santrich, miembro del Estado Mayor.

Carmenza Castillo es instructora de cámaras, hace fotografía y es radista. Antonia Simone, está en la Subcomisión Técnica del Fin del Conflicto. Yuri Sara, una de las de mayor edad, hace parte de la Comisión de Género y está encargada de la imprenta. Paola Franco es de la Subcomisión de Género, editora y fotógrafa de la página ‘Farianas’.

Recientemente llegaron a La Habana, Sarah Luna Nariño, Nasly Guevara y Manuela Marín, del bloque ‘Jorge Briceño’, quienes reemplazaron a otras tres que se encontraban en la mesa y que volvieron a Colombia.

¿A qué se dedican?

Las mujeres de las FARC, por lo regular, son las primeras en llegar al Palacio de Convenciones, donde se realizan los diálogos, muy cerca del complejo de El Laguito, donde se hospedan. Llegan a pie para poner en el mejor lugar sus equipos, mientras que sus camaradas superiores lo hacen en furgonetas.

Los camuflados se quedaron en el monte, ahora lucen faldas ajustadas, blusas a la moda y pantalones que dejan ver sus formas moldeadas por largas caminatas. Las botas han sido reemplazadas por tacones o sandalias y sus rostros morenos por el trasegar están maquillados.

Pocos creerían que esas muchachas bien vestidas, adornadas con collares y aretes, acaban de dejar los fierros’ en el monte y ahora cumplen órdenes no para la guerra, sino para la paz.

No traen el fusil, ni las cananas, vienen cargadas de trípodes y cámaras que ahora son sus armas predilectas, graban todo lo que dicen sus camaradas y toman fotos a periodistas y extraños presentes en el escenario, al que sólo pueden acudir los que están debidamente acreditados.

Victoria Sandino, es una de las veteranas, tiene 50 años y es de las que más ha permanecido en Cuba, ya que hay rotación, muchos de los que llegan retornan a Colombia. Dice que apenas se graduó como periodista a finales de 1992 ingresó a la guerrilla, “tenía eso como proyecto de mi vida revolucionaria, desde adolescente supe que iba a ser guerrillera”.

A los 13 años de edad empezó su militancia política en la JUCO (Juventud Comunista) luego se vinculó al Partido Comunista y por último a la insurgencia. “Era el periodo del exterminio de la Unión Patriótica, la persecución, los muertos y llega el momento que decido vincularme a la lucha armada, era correr el riesgo de perder la vida como tantos otros o irme del país”, relata al responder cómo se vinculó a la guerrilla

Estuvo al mando de un bloque del Comando Central, fue guardia del Secretariado por muchos años protegiendo a ‘Tirofijo’, al ‘Mono Jojoy’, â€˜Alfonso Cano’ y al actual comandante, ‘Timochenko’.

Sandino recuerda que el 12 de marzo de 2013, le notificaron que se iba para La Habana. “Eso fue como un baldado de agua fría. El 6 de abril me recogieron y fue terrible porque en el Comando Occidental habíamos hecho planes de trabajo para sacarlo adelante después de la muerte de Cano” contó.

Agregó: “Yo estaba muy comprometida y sentía que no los podía dejar así y fui un poco grosera, mandé a decir que si era posible que no fuera, para mí era un honor, un reconocimiento al trabajo que estaba haciendo, pero también sentía que en Cuba había gente preparada y en Colombia necesitábamos personas para resistir, me dijeron que era una orden, no lo que yo quisiera y entonces ahí me puse a pensar que esto era algo muy grande”.

“Hay machismo, pero…”

Marco León Calarcá, plenipotenciario de las FARC, reconoce que en la guerrilla hay machismo “porque tenemos todo el peso de la sociedad a la cual pertenecemos, pero nos mantenemos en permanente combate para que este proceso de transformación del país se construya hombro con hombro con las mujeres”.

Explica que en la guerrilla los roles de discriminación por género no se dan ni en Cuba, ni en Colombia, “en la guerrilla no es la mujer la que lava, la que plancha, la que cocina, aquí somos todos, de acuerdo a una tarea asignada por la dirección, por ejemplo para cocinar hay un turno de rancha que hace la comida y se nombra un equipo de acuerdo a la cantidad de unidades para atender conformado por hombres y ellas”, agrega.

“Aquí las mujeres no vinieron a cocinar, a planchar, ni a ser un adorno, aquí las mujeres como toda guerrillera vienen a cumplir una misión y la verdad es que lo están haciendo muy bien”, recalca Calarcá.

Camila Cienfuegos, es otra de las veteranas de las FARC. Está en Cuba desde que arrancó el proceso de paz y es la compañera sentimental de Pablo Catatumbo, comandante del bloque Suroccidental y miembro del Secretariado.

Se apresura a responder que llegó a La Habana antes que él. “Me vine a cumplir una misión, él vino seis meses después. En la guerrilla no hay esa connotación de que es mi mujer, o es mi marido, no hay esa carga patriarcal que existe afuera, donde la mujer es la que lava, cocina, plancha. Somos más del 40 % dentro de las FARC, jóvenes, bonitas, con perspectivas políticas, con un país en la cabeza, ¿cómo nos vamos a dejar agredir de los hombres a estas alturas, no estamos obligadas, o usted nos ve con cara de amargadas?”.

Su rebeldía comenzó cuando era estudiante de bachillerato en 1994 en un pueblo pequeño de Valle del Cauca, donde asistió a una manifestación estudiantil en contra de la privatización de la educación.

Era militante de la JUCO y quería ser periodista, “los sueños se van truncando y fuimos agredidos por la policía y cuando uno es menor de edad eso lo marca fuertemente. Fue una de las cosas que me llevó a la guerrilla. Ellos iban al campo, donde vivían mis papás, los escuchaba que había que respetar la población civil, a los niños y eso fue lo que me impulsó a irme”.

En la guerrilla, Camila ha sido alfabetizadora, enfermera, estuvo en la jefatura de guardia del Secretariado y también como comandante en orden público. En el 2012, se desempeñó como oficial de servicio en un campamento en las montañas del Cauca, redactaba un documento de temáticas de paz porque ya se estaba hablando de las negociaciones, cuando fue llamada por Catatumbo.

“Pensé que era una reunión normal, cuando me dicen: usted va a salir a una misión muy importante con otro compañero, pasaron tres días y el camarada Pablo y otros mandos ordenan que me voy con Boris para La Habana, uno siente un susto por la responsabilidad; Nos tocó el vuelo que iba para Oslo a la apertura de las conversaciones, yo me quedé en Cuba, era difícil soltar el fusil y las botas de caucho para ponerse los tacones”, relata emocionada.

La presentadora

Yadira Suárez, tiene 29 años, es la presentadora del ‘Noticiero insurgente’ que ahora cambió de nombre. Cuenta que entró a la guerrilla porque “donde vivía de vez en cuando pasaban los muchachos, tenía 14 años, estaba estudiando, me despertaba curiosidad que hubiera mujeres y ahí empezó a patinarme en la cabeza, a nacerme esa idea de convertirme en guerrillera.

“Me faltaban dos años para salir del colegio y no me querían ingresar porque estaba muy jovencita, me volé de la casa por la disciplina dura, era un miércoles festivo y para salir le dije a mi mamá que me iba a hacer una tarea de mecanografía con un primo y me fui a buscar a los muchachos”, explicó.

Yadira lleva la mitad de su vida como combatiente, aunque no le ha tocado participar en enfrentamientos duros, ni en emboscadas, ni asaltos, nunca ha estado en un bombardeo. Ha sido secretaria de las células del Partido Comunista, enfermera, bacterióloga, radista y estuvo un buen tiempo en la Voz de la Resistencia, emisora del Bloque Sur.

“Estaba cumpliendo una misión el 14 de julio de este año, cuando pusieron un mensaje por radio para que me presentara al campamento donde estaba el  camarada Alexander del frente 14. Me dijo que me tenía que ir para la Habana, pero como él es mamador de gallo, yo no creía que me fueran a traer por acá, a él le dio risa y a mí también, se puso serio y me dijo que tenía que alistarme, que comprara ropa porque en tres días me iba y así fue”.

Cuando llegó a Cuba, a Yadira le notificaron que sus nuevas tareas consistían en hacer cursos para aprender a manejar cámaras, editar y en el grupo de prensa. Para su sorpresa, y ante la ausencia de Boris Guevara el presentador masculino, la holandesa Tanja, la otra locutora, le preguntó si le ayudaba a leer.

“Yo le respondí que bueno, ¡hagámosle! Me dio algunas instrucciones, me eché un poquito de maquillaje y así fue como presenté, dijeron que había salido bien y ahí estoy hasta ahora, ya llevo unos cinco noticieros”.

Jefe de prensa

Camila Cienfuegos recuerda que cuando aterrizó en La Habana, Iván Márquez Jefe de la Delegación, le dijo que le tocaba manejar los medios de comunicación. “Uich… ¿Y cómo es eso camarada?”, preguntó “Recibir las llamadas, hablar con la prensa, organizar la agenda de citas y las entrevistas”, le respondió.

“Eso fue duro porque uno ve a los medios como adversario al acecho. Yo combatía con el fusil, ahora me tocaba combatir con las palabras, porque algunos periodistas tratan de hacer la guerra desde los micrófonos, desde entonces me tocó esa relación con la prensa nacional y extranjera”.

Cienfuegos también hace parte de la Subcomisión de Género,  investiga, monitorea las noticias en Twiter, Facebook y en todas las redes sociales, dicta y participa en cursos  de edición, diseño de páginas web, manejo de cámaras, entrevistas y reportería que poco le agrada. También elabora propuestas en la Subcomisión de Género, junto con Victoria Sandino.

Subraya que se levantan a las 4:30 a. m. para estudiar y analizar propuestas, organizar video chats, saludos y relaciones públicas con personas que llegan para intercambiar opiniones. “Aquí nos acostamos muy tarde y nos levantarnos muy temprano, en los campamentos es más relajado.”

Victoria, que siempre está ataviada con una pañoleta a manera de turbante, coordina la Subcomisión de Género y está también en la Comisión de Redacción de Acuerdos y en el Comité de Relaciones Públicas. Llegó hace dos años y medio a Cuba, le dijeron que le tocaba estar en la mesa y hacer parte de los negociadores de la guerrilla.

“Ese fue otro susto mayor porque en los últimos tiempos estaba dedicada a la guerra. Hacía cinco años que no veía un noticiero de televisión. Me tocó ponerme al día con las propuestas y la dinámica del proceso para intervenir en la Mesa”. Es prácticamente la única mujer que se sienta a hablar con los delegados del Gobierno y cree que lo ideal sería que otras de sus compañeras también tuvieran ese papel.

No todo es trabajo

Por acudir a esta entrevista, Victoria, Camila y Yadira no pudieron ir a entrenar a la cancha de fútbol donde juegan con los hombres. Camila es defensa y Victoria arquera. Yadira sale a trotar o montar en bicicleta alrededor del laguito, donde viven.

De vez en cuando ven películas, “con crispeticas” acota Sandino y celebran cumpleaños. “Tenemos un cine foro todos los jueves, pero la saturación de trabajo no nos deja”. Ella es la secretaria de la célula política en la casa donde habitan, convoca reuniones del Partido a las que asisten Márquez, Catatumbo, Granda y Santrich, que se acogen a lo que allí se plantea.

“Por ejemplo organizamos trabajo voluntario en la casa y baja todo mundo con su escoba, y cepillo para hacer aseo, incluidos los jefes”.

Advierten que cuando una guerrillera llega le preguntan que le hace falta y comparten las cosas que les traen desde Colombia. “Mira ponte estos zapatos y joyas que son aretes de fantasía y de pepitas, por eso no es raro que nos vean en una foto con unos aretes y después los tenga otra”.

Niegan que sean objeto sexual de los comandantes. Victoria replica que es cierto que son lindas â€œpero no es por eso que estamos acá, es por las capacidades de cada una y por el papel que estamos cumpliendo para construir la paz. Aquí se han armado algunas parejas y es apenas natural y por eso no las pueden discriminar”.

Camila siempre está bien vestida, se esmera por aparecer a la moda. Enfatiza que por el hecho de portar un camuflado no se acaba la feminidad. “Eso no se ha perdido dentro de la guerrilla, al contrario, nos estimulan, nos damos nuestras mañas para darnos un tiempito adicional, para arreglarnos las uñas, cortarnos el cabello, sacarnos las cejas, eso nos gusta y hace parte de nuestro entorno femenino”.

Ella tiene una hija mayor de edad, que la concibió en la guerrilla, el padre murió. Dice que como toda madre, su mayor anhelo es verla pronto y compartir con ella. “Pero hay que esperar que se firme la paz y se acabe la guerra”.

 

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