Murió el ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner


El ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner murió hoy en el hospital Santa Luzia, al que había ingresado el pasado 29 de julio para ser operado de una hernia inguinal, informaron fuentes oficiales.

Portavoces del hospital dijeron que el deceso ocurrió en la mañana de hoy, un día después de que los médicos informaran por vez primera, en forma oficial, sobre el estado del paciente, que se encontraba totalmente debilitado y con un peso de escasos 45 kilos.

Desde el pasado 29 de julio, cuando ingresó al hospital para ser operado de una hernia inguinal, el estado de Stroessner se agravó día a día, a causa de una neumonía que obligó a ingresarlo en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), donde falleció hoy.

Desde su hospitalización, el hombre que gobernó Paraguay con mano de hierro durante más de 35 años estuvo sedado, con respiración asistida y alimentado por medio de sondas, lo que le provocó la pérdida de cinco kilos.

Para proteger la “intimidad” de la familia en ese trance, el ex dictador había sido registrado en el hospital como Alfredo Matiauda, su segundo apellido.

Según pudo saber, al momento de su muerte estaba acompañado por sus hijos Gustavo y Graciela, así como por el hijo de ésta, Alfredo “Goli” Stroessner, nieto del ex dictador e influyente dirigente del oficialista Partido Colorado, en el poder desde 1947.

Stroessner nació en Encarnación, en el sur de Paraguay, el 3 de noviembre de 1912, y residía en Brasilia desde dos días después de su derrocamiento, el 3 de febrero de 1989.

La dictadura que encabezó durante casi 35 años concluyó ese día, cuando triunfó un golpe de Estado liderado por el ya fallecido general Andrés Rodríguez, entonces comandante de Caballería y consuegro de Stroessner.

Rodríguez fue presidente de facto durante un mes y convocó luego a elecciones, de las que surgió como jefe de Estado constitucional.

Permaneció en el gobierno hasta 1993, cuando fue sucedido por Juan Carlos Wasmosy, el primer civil que gobernó Paraguay en casi 40 años.

En su ostracismo de Brasilia, Stroessner respetó a rajatabla el silencio que le impusieron las autoridades brasileñas a cambio de otorgarle la condición de asilado y vivió con una discreción absoluta.

Según sus allegados, durante los últimos años sólo salía de su casa para caminar y asistir a misa, y pasaba la mayor parte del tiempo sentado en un balcón contemplando el bucólico paisaje que rodea su mansión.

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