De un golpe de Estado a otro: Honduras en estado de sitio


¿A dónde fueron a parar los derechos democráticos de los hondureños que votaron en las elecciones presidenciales del 26 de noviembre? El país está actualmente en manos de sus fuerzas armadas. Los observadores de los derechos humanos que están sobre el terreno denuncian los asesinatos, las desapariciones y muchos heridos inocentes causados por la brutal represión militar y policial.

Los primeros resultados publicados por el Tribunal Electoral el lunes 27 de noviembre dieron una clara diferencia a favor del candidato opositor Salvador Nasralla. Luego hubo un segundo conteo que revirtió radicalmente la tendencia, colocando al presidente Juan Orlando Hernández como ganador. Ante las protestas por fraude, el Tribunal decidió suspender la publicación final de los resultados. Los dos candidatos principales invitaron a sus electores a defender la victoria en la calle.

 

Pero en los días siguientes, Nasralla denunció que las protestas de la oposición estaban siendo infiltradas por unos elementos externos, transmitiendo así la imagen de un país sumido en el caos. La excusa perfecta para el ministro Jorge Ramón Hernández, quien no tarda en anunciar la suspensión de las garantías constitucionales, en la noche de viernes a sábado, por un período de 10 días. Sin embargo, como han señalado los expertos en derecho constitucional, este decreto solo podría ser aprobado por el Presidente reunido en Consejo de Ministros.

El toque de queda impide estrictamente que la población salga a la calle de 18h a 06h. Muy pronto, las imágenes de los primeros muertos comenzaron a difundirse en las redes sociales. Pero eso no le quita el sueño a algunos…

El difícil camino hacia la democracia

Luego de que el Tribunal Electoral anunciara el cambio de tendencia en los resultados a favor de Juan Orlando Hernández, Nasralla anunció que esos resultados fueron “un robo” y que esta vez no iba a “permitirlo”, refiriéndose a las elecciones de 2013 a las que también se postuló como candidato obteniendo el 13% de los votos. Nasralla era entonces el candidato del Partido Anticorrupción (PAC), que había cofundado.

En septiembre de 2014, el director del Instituto Hondureño de Seguridad Social fue capturado por la policía tras un robo estimado de 335 millones de dólares. El gobierno de Juan Orlando Hernández hizo entonces de la lucha contra la corrupción una de sus prioridades y firmó acuerdos con las organizaciones internacionales para la transparencia.

Mientras tanto, el período posterior al golpe ha sido extremadamente difícil para los hondureños, que han resistido valientemente a la represión y la impunidad del Estado. En 2015, el pueblo hondureño marchaba en las calles todas las semanas con “marchas de las antorchas” para protestar contra la dictadura, pero el Estado persiguió y asesinó a muchos líderes sociales. El pueblo hondureño estaba sometido a la violencia extrema del sistema, pero la alternativa parecía alejarse, ya que el movimiento contra la dictadura aún no estaba unificado.

A principios de julio de 2017, después de meses de espera y solo un día antes de la fecha límite, el Tribunal Electoral registró la candidatura de la Alianza de la Oposición contra la Dictadura. Esta coalición, coordinada por el depuesto ex presidente Manuel Zelaya, reúne a las diferentes fuerzas políticas en torno a un programa social y democrático: la transparencia y la erradicación de la corrupción; un sistema económico alternativo con la reconstrucción de los sectores productivos; inversión en sectores públicos como educación, salud, vivienda; protección de la naturaleza y el medio ambiente, etc.

En las elecciones internas del Partido Anticorrupción a principios de este año, el partido no escogió al cofundador Salvador Nasralla como secretario general. Luego Nasralla se convirtió en el candidato de la Alianza debido a su popularidad como ex periodista deportivo.

¿Son compatibles la democracia y la impunidad?

Es necesario valorar en su justa medida la dificultad de movilizar a los votantes en un país inmerso en una violencia estructural extrema. Honduras es uno de los países más peligrosos del mundo. ¡El número de asesinatos es solo comparable a la situación de países en guerra como Irak! En el período previo a las elecciones, ha habido un recrudecimiento de la violencia. En las semanas previas a las elecciones del 26 de noviembre, tanto la Alianza de la Oposición como los activistas del partido gobernante fueron atacados.

El asesinato de la activista Berta Cáceres en marzo de 2015 marcó los espíritus de una generación. Desde entonces, las pancartas, murales y carteles se han multiplicado para celebrar el coraje que ha demostrado en su lucha contra viento y marea. El eslogan “Berta vive, se ha multiplicado” se ha extendido más allá de las fronteras de ese pequeño país. Berta se había convertido en una figura reconocida a nivel mundial por su papel en las luchas sociales de su organización, COPINH. Su caso está lejos de ser el único: durante años, los activistas ambientales han sido hostigados y atacados impunemente.

En este contexto, las dos hijas de Cáceres, Laura y Bertha Zúñiga, tomaron el relevo rápidamente y denunciaron la responsabilidad del gobierno de Juan Orlando Hernández: “Los grupos oligárquicos tienen poderosos agentes en el proceso de movilización del ejército para suprimir las poblaciones”. Hay que decir que, desde el golpe de Estado en 2009, muchos soldados se han convertido en accionistas de proyectos “extractivistas” (hidroeléctricos y mineros, entre otros). Pero las mafias de la corrupción también permiten las acciones de grupos delictivos que trabajan en coordinación con las empresas.

A principios de noviembre, un informe independiente dio un manotazo en el hormiguero. Finalmente, se confirmó la complicidad del Estado en el asesinato de Berta Cáceres, lo que confirma las fuertes sospechas expresadas por familiares y amigos desde el primer día. Los autores del informe son inflexibles: “Entre los intercambios de chat entre funcionarios de Desa, los expertos pudieron detectar que había un contacto permanente entre la empresa y los agentes de la fuerza de seguridad del Estado, como la Seguridad y la Policía Preventiva. Por ejemplo, sólo 14 horas después del asesinato de Berta, había mensajes entre los gerentes y los empleados Desa que revelaron que habían pedido ayuda a los funcionarios públicos con el fin de descartar los vínculos con cualquier investigación”.

Por lo tanto, Juan Orlando Hernández tenía el mayor interés en ocultar los vínculos incestuosos del Estado con los intereses de las multinacionales. No es coincidencia que bajo el gobierno de Juan Orlando Hernández el presupuesto de seguridad se incrementara y se crearan fuerzas militares especiales. Los 17,3 millones de dólares en ayuda de seguridad por Estados Unidos no parecen ser un problema para nuestras democracias.

Pero se riza el rizo: el presidente de la Corte Constitucional, David Matamoros, es un familiar de Dennis Matamoros Batson, el representante legal de una compañía que ofrece servicios a la compañía Desa, acusada de desempeñar un papel en el asesinato de Berta Cáceres.

Una de las cosas que está en juego en estas elecciones en Honduras es limpiar a fondo esta cultura de impunidad política.

Venezuela, ese espantapájaros omnipresente en las elecciones mundiales

La campaña mediática sobre las elecciones hondureñas también fue una oportunidad para denigrar a Venezuela. El canal CNN en Español sometió al candidato Nasralla a la pregunta crucial de nuestro tiempo: “¿Cuál es su posición con respecto a Venezuela?”. A lo que respondió: “Los problemas venezolanos deben ser resueltos por los venezolanos, así como los problemas de Honduras deben ser resueltos por los hondureños”. Y agregó que si el gobierno de Venezuela vende el petróleo a bajo precio, Honduras no pondría mala cara…

Para probar una injerencia venezolana en el proceso electoral, el candidato de la derecha del Partido Nacional Juan Diego Zelaya mostró en la misma cadena una foto de Manuel Zelaya, coordinador de la campaña de la Alianza, en un coche junto a NicoláMaduro. Pero omitió el contexto de esa vieja imagen, que data ¡de hace casi 10 años! Durante el golpe de Estado contra Zelaya en 2009, Maduro fue uno de los únicos ministros de relaciones exteriores de América Latina que se comprometió personalmente en acompañar a Mel Zelaya a la frontera y poner su vida en peligro para defender la democracia en ese país. Pero se trata de aprovechar su imagen de dictador fabricada por los medios para demonizar a la Alianza de la Oposición.


El candidato del Partido Nacional actúa como espantapájaros de Venezuela

Para la ideología dominante, evocar el espantapájaros venezolano es una manera de desviar la atención de los fracasos de los gobiernos adeptos a una política económica con fe en el “libre mercado”. Cultivar la amnesia y borrar de un plumazo los ejemplos históricos de conquistas sociales que obstaculizan los poderosos de este mundo, es una técnica de propaganda bien engrasada que tiene el mérito de eclipsar las necesidades de la población hondureña. El momento más surrealista fue cuando el gobierno de Juan Orlando Hernández expulsó a la banda venezolana Les Guaragaos, que iba a participar en un acto de campaña de la oposición. ¿Será que el folclore latinoamericano se ha convertido en un arma de destrucción masiva para el poder?

La lección del pueblo hondureño

La Alianza de la Oposición había pedido transparencia total en el proceso especial de escrutinio anunciado por el Tribunal Electoral, y envió una carta con las 11 condiciones necesarias para que acepte el resultado. Pero el Tribunal no respetó estas condiciones, y la Alianza ha llamado a la gente a desafiar el estado de sitio y defender la victoria robada por el fraude electoral. Nasralla ha designado claramente al presidente Juan Orlando Hernández y al presidente del Tribunal Electoral David Matamoros como los únicos responsables de la situación.

Es cierto que las elecciones son solo un momento efímero en la vida de las personas. Pero en los países centroamericanos, donde las instituciones hicieron todo excepto defender los servicios públicos de calidad, donde sus representantes destruyeron lo que quedó saqueando todo el dinero en los fondos de la seguridad social, lo que está en juego es central. Los ciudadanos tendrían una buena razón para caer en el fatalismo de “todos los políticos son iguales”. Si a esto le sumamos la banalización de la violencia y la impunidad judicial, podríamos creer que no hay nada más que hacer. Pero esto responde a una visión que menosprecia al pueblo.

La historia prueba, por el contrario, que la resistencia es necesaria e inevitable. Al día siguiente del golpe de Estado, a pesar de los sufrimientos del pueblo hondureño, este último no se quedó de brazos cruzados. Primero se organizó creando un Frente de Resistencia contra el gobierno golpista. Luego centró sus esfuerzos en la lucha contra la corrupción y la continuidad, especialmente cuando Juan Orlando Hernández eludió la ley para presentar su reelección, que se considera ilegal desde el punto de vista de la Constitución en vigor. Finalmente, es igual de importante enfatizar que esos movimientos han entendido que las luchas, para ser efectivas, también deben conducir a un cambio de gobierno, incluso si el resultado no es el final de la partida. Por lo tanto, se han involucrado en una Alianza de Oposición que sea capaz de derrotar al oponente político del momento, sin dudar en describir abiertamente al gobierno de Juan Orlando Hernández como una dictadura.

La noche del sábado al domingo 3 de diciembre, los hondureños nuevamente manifestaron su insatisfacción con el fraude electoral, el estado de sitio y la represión con una caceroladaEn ese contexto, el anuncio de nuevos resultados por parte de un Tribunal Electoral sospechoso de estar en connivencia con el gobierno no garantiza la salida a esta profunda crisis política e institucional. Solo el respeto de las condiciones exigidas por el principal partido de oposición y el cese inmediato de la represión la resolverán.

Frente al reto de los acontecimientos que están teniendo lugar en este país, las reacciones de las organizaciones internacionales como la OEA (presidida por un Almagro obsesionado exclusivamente con Venezuela) y los medios de comunicación son tímidos o inexistentes. Esto demuestra que las grandes potencias se sienten muy cómodas con los Estados fallidos cuando responden a sus intereses geopolíticos.

El pueblo hondureño está dando una valiente lección de esperanza para los pueblos oprimidos del mundo. No lo dejemos solo.


Publicado originalmente en Investig’action.

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