EL GOBIERNO A QUIEN LE TEME ES AL PUEBLO

En menos de una semana, el gobierno arrecia la represión contra las luchas sociales y la izquierda.

Primero arremete contra un grupo de madres mientras realizaban una vigilia pacífica en el TSJ por la libertad de sus hijos injustamente detenidos. Ni siquiera en los tiempos más oscuros de la cuarta república se reprimió a los familiares de los presos políticos. Solo las dictaduras gorilas del cono sur se atrevieron a tanto.

Tres días después es detenida y desaparecen a Martha Lía Grajales, abogada y defensora de derechos humanos, que había estado acompañando a las madres en sus reclamos. Martha Lía logra ser liberada gracias a la movilización popular y de la izquierda internacional. En respuesta a esta presión, el gobierno desata una campaña de mentiras y descalificaciones no solo contra ella, sino también contra organizaciones de derechos humanos e intelectuales de izquierda, preparando el clima para un nuevo zarpazo represivo.

Al día siguiente, detienen a una dirigente de los jubilados y es detenido en Maracay un dirigente magisterial. Todo esto en la misma semana que el gobierno terminó de pulverizar el salario de los venezolanos, haciéndolo caer por debajo de un dólar mensual.

No es la primera vez que este gobierno, que cada vez se parece más a la derecha y cada vez queda más desnudo para la izquierda dentro y fuera de Venezuela, persigue las luchas populares y a los sectores de avanzada.

Por las cárceles del madurismo han pasado centenares de dirigentes sociales y sindicales. Toda movilización popular es reprimida con saña. Hace apenas siete meses el gobierno encarceló a Enrique Márquez, hostigó a Juan Barreto y sometió a persecución a María Alejandra Diaz, que tuvo que buscar refugio en una embajada, solo por proponerle al país una posición distinta a la de este gobierno que traicionó las banderas populares y a la de una derecha entreguista y neoliberal.

En la medida en que gira a la derecha y hacia el capital, este gobierno reprime con mayor dureza la protesta popular y le teme más a posiciones de izquierda y de avanzada que les recuerda su traición. Prefiere mil veces la falsa polarización con María Corina, de la que saca provecho y le permite sostener su precaria cohesión interna, que darle respuesta a los reclamos de la gente y a la crítica de la izquierda.

Voceros del gobierno justifican esta andanada represiva con el argumento de que el país está sometido al asedio norteamericano y a amenazas terroristas de la derecha. Para los acólitos del gobierno nunca es buen momento para protestar o criticar. Actúan como el “policía bueno” de la paz de los sepulcros: “tienen razón, pero no es el momento”.

Sin embargo, los primeros hechos (los ataques contra las madres, la detención de Martha Lía) ocurren cuando todavía Estados Unidos no había hecho pública sus desquiciadas amenazas. Además, si el gobierno está sinceramente interesado en llamar a todos los venezolanos a cerrar filas frente a las amenazas de agresión imperialista, ¿por qué escoge reprimir, difamar y perseguir a todo aquel que piensa distinto? ¿Cuál es el propósito de persistir en una política económica hambreadora, que siembra la desesperanza y el desaliento en las grandes mayorías, cuando se necesita de ellas para defender la patria?

El gobierno no le teme a los EEUU, a quien le vende petróleo y con quien no ha dejado de negociar, el gobierno le teme al pueblo.

Por eso su saña al perseguir a los que luchan, por eso su campaña de mentiras contra todos aquellos que cuestionen desde el lado del pueblo sus políticas neoliberales. Si el gobierno se tomara en serio el antiimperialismo, y no fuera solo un trapo rojo para negociar con Washington, dialogaría con el pueblo, no con Fedecamaras y con los gringos.

Las y los Comunes siempre hemos enfrentado las posiciones de una derecha fratricida, que prefiere una política de tierra arrasada y no vacilaría entregar el país a los gringos con tal de hacerse del poder. Siempre hemos encarado el imperialismo norteamericano, que ha sembrado el continente y el mundo de muerte y miseria. Siempre hemos insistido en que la solución de la crisis venezolana debe ser asunto de nosotros, los venezolanos, sin injerencia ni intervención.

Estamos dispuestos a enfrentar toda forma de intervención extranjera sin ningún tipo de dudas. Pero no por eso renunciamos a denunciar y enfrentar un gobierno que asesinó la soberanía popular, pulverizó la constitución, encarcela y reprime al pueblo humilde, enriquece a los ricos y empobrece a los pobres, trafica con nuestra soberanía y se entrega las potencias mundiales con tal de preservar el poder a toda costa.

Defenderemos la patria, enfrentaremos el imperialismo, denunciaremos una vez más a una derecha injerencistas y antidemocrática, pero también lucharemos contra este gobierno neoliberal y autoritario.

Comunes / 20.08.25