El Origen de la contrainsurgencia colombiana

Por Alberto Pinzón Sanchez, Resumen Latinoamericano, 18 de julio de 2025.

“Cada colombiano es un país”, se dice con simpleza para salirle al paso a la profunda crisis tanto vertical y horizontal (laberinto sin salida, llama Marcos Silva Martínez), en la que se hunde y chapoletea como una vaca atollada en una arena movediza, la actual sociedad colombiana, que recuerda aquella otra simpleza de que “cada español es un rey”, con la que demócratas españoles de su época, a más no poder, acuñaron contra el fascismo sempiterno (y siempre actual) nacional-catolicismo franquista.

Sin embargo, hay en esta sentencia un hecho positivo que pone en evidencia dentro del Pueblo colombiano, una gran ebullición y eclosión de ideas, de razones y búsqueda de causas históricas de contradicciones sociales centenarias irresueltas, o imposibles de resolver, que se remontan a la época de la invasión del imperio español a Nuestra América en la época de la expansión global capitalismo comercial, de la acumulación de capital y de la crisis de la transición y superación del ciclo de acumulación de capital del  hegemón europeo Ibérico-genovés, por los hegemones Holandés y Británico entre los  el Siglo XVI y XVII.

Y, quién lo creyera: Hasta el surgimiento de la Contrainsurgencia en Colombia en 1781, como lo sugiere el profesor e historiador José A. Díaz Jaramillo en su sugerente ensayo titulado “Alborotados, sediciosos y amotinados: tres momentos en la construcción de una prosa contrainsurgente sobre el levantamiento comunero de 1781”, que sitúa el origen de la teoría contrainsurgente en Colombia, 244 años atrás y se puede consultar en  http://www.scielo.org.co/pdf/meso/v15n30/v15n30a06.pdf

Durante el régimen colonial del falsario arzobispo-Virrey español Caballero y Góngora, quien, con su falso juramento sobre la palabra de Dios, en un pomposo Te Deum en la catedral de Zipaquirá que los creyentes comandantes comuneros aceptaron o avalaron, y con el cual, pudo derrotar la corta pero profunda revolución y guerra social triunfante de los Comuneros del nororiente colombiano de 1781, originada en la industriosa provincia de Guanentá y Socorro, luego extendida a gran parte del territorio Neogranadino y parte de la región andina de la Capitanía de Venezuela: como lo han demostrado profusa y convincentemente los más serios y documentados estudios existentes hasta la fecha, escritos sobre este crucial episodio de la vida histórica colombiana (Aguilera Peña 1985. Martínez Covaleda 2014).

Base ideológica-religiosa, con la que, ayudado por la curia colonial española y las comunidades de frailes Franciscanos y Capuchinos y a partir del suplicio, decapitación y descuartizamiento de principales dirigentes comuneros, Galán, Molina, Alcantuz y Ortiz, ocurrida en la plaza principal de Bogotá, (hoy de Bolívar) el 1 de febrero de 1782,  se pudo dar inicio a la más cruel, bárbara y desbastadora contrarrevolución económico-social e ideológica en las regiones comuneras hasta arruinarla completamente y con la cual se recompuso en el importante Virreinato de la Nueva Granada el absolutismo colonial-imperial de la Corona Española, enfrascada en la costosísima y ya perdida guerra contra su rival el ascendente colonialismo imperial de la Corona Inglesa.

Ante la cabeza cercenada de José Antonio Galán, aun chorreando sangre, el ocultado por la historiografía liberal, pero inolvidable para el pueblo trabajador colombiano, el fraile Franciscano Raimundo Acero, en medio del furor de su sermón con el que aumentaba el pavor de los aterrados asistentes al suplicio en la plaza de Bogotá, aquel 1 de febrero de 1782, sermoneaba: “ Os debéis guardar de ofender a al Rey, aún con solo pensamiento; ni hablar de él en el rincón más retirado de vuestro retrete, porque de allí os tomarán las aves del cielo las palabras y volando experimentaréis vuestra ruina… A mi me parece, que como allá Dios destinó un querubín, que empuñando la espada fuese guarda del Paraíso, así ha destinado un monarca que, con la espada en la mano, sirva de guarda al santuario, defienda sus dominios y ciudades, y proteja sus vasallos por quienes, según San Pablo, es responsable al tribunal superior. Este apóstol, nos enseña que el monarca no carga la espada en vano y que, si sabe ocultarla entre la vaina para premiar a manos llenas al humilde y obediente, sabe también jugarla con gran destreza para castigar a los díscolos e inobedientes….

…En efecto, la verdadera fe es la humildad, la sujeción y la obediencia a los magistrados: como por el contrario es efecto de la herejía, la soberbia, inobediencia y rebelión. ¿Por qué quien, sino los luteranos y calvinistas ejecutaron estos tan lamentables excesos en Escocia, en Inglaterra, y en Alemania? Fijad la consideración en esta última, hallaréis que el desgraciado Lutero, padre de todos estos engaños con su rebelión y herejía, puso en arma contra sus príncipes cine mil rústicos (campesinos APS) excitando la guerra rústica que causó allí tantas calamidades y miseria…. Que todo poder viene de lo alto, que Él, Supremo Monarca de los Cielos, ha confiado al de la tierra una porción de soberana autoridad” …. (Aguilera 1985 Pág 196 y 184)

Pero, la más importante y decidida ayuda contrainsurgente provino de la comunidad de los Capuchinos, encabezada por otro fraile misionero totalmente olvidado por la historiografía dominante,  pero muy presente en la memoria colectiva popular, Fray Joaquín de Finestrad, quien comisionado por el arzobispo -Virrey, fue enviado apresuradamente  al mando de una misión o cruzada pacificadora de frailes capuchinos al escenario de la revolución comunera,  donde permaneció varios años como párroco de Simacota, como principal puntal ideo-religioso de apoyo a las demás medidas militares-policiales y económicas de contrarrevolución comunera implementadas desde la capital del Virreinato, jugando un papel más que sobresaliente en la imposición del absolutismo represivo  y cruel que dominó la agenda virreinal.

Un solo ejemplo: El proyecto inhumanos de expatriación y destierro las bases sociales comuneras, revestido con el ropaje del progreso la productividad  de las “reformas burguesas borbónicas”, con el que se pretendió vencer la “ociosidad de los vagos y rebeldes inobedientes”;  familiares, amigos y colaboradores de los comandantes comuneros, enviándolos o colonizar unas tierras selváticas en el Darién panameño, y que como era de esperarse, terminó diez años después (1791) con el exterminio total de los desterrados.

Tras las críticas y el malestar social por los destierros al Darién, el nuevo virrey Gil y Lemos destinó al fanático fraile Finestrad, al puerto de Cartagena como capellán de fragata de guerra, en el guardacostas Covadonga y en el arsenal de la marina de esta ciudad. A bordo de esa fragata y al vaivén de las olas y de la brisa marina, puedo entregar a la imprenta en 1789, año de la revolución francesa, su clásica loa al absolutismo colonial del imperio español en Nuestramérica y, justificación teórica seminal y primigenia de la contrainsurgencia imperial en Colombia, fruto de su trabajo de campo y participación directa en la derrota de los acontecimientos revolucionarios de 1781 en Colombia y en la implementación de la contrarrevolución, que tituló  “El Vasallo instruido en el Estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones

Obra fundamental para la historiografía crítica colombiana, cuyo texto permaneció en secreto o escondido hasta 2001, cuando fue finalmente rescatado con una nota introductoria por la por la historiadora y profesora de historia de la U Nacional de Colombia Margarita González, y cuyo texto se puede y se debe leer por quiénes estén interesados en aportar un documento más a la teoría bi centenaria (236 años) de la teoría de la contrainsurgencia actualmente dominante en Colombia. Leer en: https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/2946/01PREL01.pdf?sequence=9

Cuatro años después de darse a conocer su magna obra en 1793, y pese a las recomendaciones y defensas ante la Corona española que hiciera el Virrey Gil y Lemos, el fanático fraile Finestrad, se vio envuelto en un proceso de defraudación al fisco y la Santa Inquisición, dio con sus huesos en prisión, dejando su final en la oscuridad.   

 Fuente Imagen: Internet. Brazo de Galán expuesto en El Socorro. (1942). Pedro Nel Gómez. Acuarela sobre papel. Se encuentra en la Casa Museo Pedro Nel, en el barrio Aranjuez de Medellín. Foto: Felipe Osorio V.

  Notas bibliográficas

1 Aguilera Peña, Mario. Los Comuneros Guerra social y lucha anticolonial Universidad Nacional de Colombia: Bogotá 1985.

 2 Martínez Covaleda, Héctor Jaime. La revolución de 1781. Campesinos, tejedores y la búsqueda de rentas “rent seeking” en la Nueva Granada. Tesis doctoral Universidad Pompeu Fabra Barcelona. 2014. Disponible en Internet    

 3 González, Margarita. El vasallo Instruido Fr Joaquín de Finestrad. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2001.