La historia repetida

Por Vladimir Castillo Soto / Resumen Latinoamericano, 12 de julio de 2025.

foto: Zelensky, la máquina de la muerte sigue siendo alimentada por Europa y EEUU.

El mundo occidental nunca ha tenido el honor entre sus características más resaltantes. Por el contrario, en las confrontaciones intraeuropeas existen infinidad de casos en que han faltado a su palabra y a sus compromisos. Entre las “casas reales”,  las traiciones y los “juegos sucios” han sido moneda corriente durante siglos. La codicia y la mezquindad son los principales motores, que le han impulsado en la explotación de los pueblos, tanto propios como ajenos.

Lamentablemente, en sus relaciones con el resto del mundo, esta actitud se hace exponencial. El engaño, el deshonor, la falta de palabra, la impudicia han privado en las relaciones de Occidente con los demás pueblos y civilizaciones. Utilizaron la diplomacia del saqueo y del expolio allá donde llegaron, la sustentaron en su violencia, rápida, furiosa y perversa, con la cual lograron imponerse a sangre y fuego, sobre las más diversas culturas, dominando grandes espacios del planeta.

Los engaños hechos a Atahualpa y Moctezuma por los invasores españoles; la falsedad detrás de todos los convenios y tratados efectuados por ingleses, holandeses, franceses y luego estadounidenses con los indígenas norteamericanos; la traición a la humanidad al esclavizar millones de africanos y el posterior robo de inmensos territorios en África, Asia y Oceanía en los siglos XIX y XX son muestra clara del comportamiento de los occidentales.

En los últimos 35 años, las agresiones a Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria y otras naciones, por parte de los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.) y sus socios; el genocidio efectuado por parte de los ocupantes sionistas, con el apoyo de occidente, en contra del Pueblo de Palestina; las Revoluciones de colores, para imponer cambios de gobiernos; los ataques arteros de los sionistas y los EE.UU. en contra de Irán y la imposición de bloqueos y medidas coercitivas unilaterales por parte de EE.UU. en contra de naciones soberanas  son solo algunos ejemplos de la incapacidad del occidente colectivo de respetar la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

Con la declaración unilateral del “fin de la historia”, Occidente con su enfermiza egolatría y supremacismo mitómano, se creyó con el derecho de ser el policía del mundo e imponer la unipolaridad, basada en los principios de un supuesto “mundo basado en reglas”, que no es más que la pretensión de obligar a la humanidad a plegarse a sus intereses en todo momento y circunstancia, siguiendo la “ley del más fuerte”.

Así, violan impunemente la Carta de las Naciones Unidas, los Acuerdos de Helsinski de 1975, la palabra empeñada en Malta en 1989 sobre la contención de la OTAN, los Acuerdos de Minsk de 2014 y todo lo que les apetece.

En los últimos días vimos como Irán fue agredido, sin motivo válido, por el ente sionista ocupante de Palestina y por los EE.UU. Después de varios años de confrontación, EE.UU. e Irán se encontraban en un proceso de conversaciones sobre el desarrollo nuclear con fines pacíficos por parte de la República Islámica cuando fue atacado a traición por Trump, violando, una vez más, la Carta de las Naciones Unidas y los principios más elementales de las relaciones internacionales. De nuevo Occidente, siendo fiel a su historia, rompe su palabra y sin duda, lo volverá a hacer, sin ninguna vergüenza. Irán lo sabe y está actuando en consecuencia.

Por otra parte, Rusia también se está reuniendo con Ucrania, para buscar y construir caminos que conduzcan a resolver el conflicto en curso en Ucrania, y con EE.UU. para mejorar sus relaciones bilaterales. Sin embargo, el régimen de Zelenski esta renuente a tales encuentros, y consintió sentarse a negociar solo bajo la presión de EE.UU., Kiev no tiene una agenda destinada a arreglar el conflicto por vía político-diplomática.

La delegación ucraniana tiene establecida la tarea de torpedear las negociaciones por la vía de plantear demandas inadmisibles, que no corresponden con la situación real en el campo de batalla. La meta de Kiev es hundir las negociaciones, culpar a Rusia y conseguir nuevas sanciones contra Moscú y, en la medida de lo posible intensificar el apoyo militar por parte de EEUU.

Esta línea de Ucrania está apoyada por los países europeos de la “coalición de voluntarios” bajo la dirección de Londres, París y Berlín. El destructivo arreglo fue hecho durante el encuentro de Zelenski con los líderes del Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia el 10 de mayo en Kiev.

La aspiración de los líderes europeos de hundir las negociaciones se explica por sus temores de que una paz estable en Ucrania estropeé los planes de “la coalición” para la militarización forzada de Europa. La desaparición de la “amenaza militar” les privará de la argumentación para asignar miles de millones de euros para la compra de armas y va a demostrar su inhabilidad para resolver los problemas socio-económicos, urgentes y reales, existentes en sus países. En este contexto, también puede volverse una realidad, que sería catastrófica para los actuales gobiernos de Europa, el ascenso de las fuerzas políticas nacionalistas, euro escépticas, apoyadas por la administración Trump, que son algo más proclives a buscar los caminos para concertar una paz duradera en la región.

Las declaraciones reiteradas del presidente Vladímir Putin sobre el conflicto ucraniano confirman la intensión de Moscú por la paz. Además, Rusia siempre ha tomado en consideración las propuestas de los países de Sur Global para la resolución del conflicto. Bajo esas premisas Moscú sobrelleva las maniobras de Zelenski y trata con paciencia las provocaciones de la delegación ucraniana, aún a sabiendas que, más temprano que tarde, su naturaleza se impondrá y, tanto los europeos detrás de la marioneta ucraniana cómo el candidato a premio Nobel, romperán cualquier acuerdo con Rusia.

Como dijo Ernesto “Che” Guevara en 1964, recordando el asesinato del también traicionado mártir revolucionario Patrice Lumumba, “… no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada”.