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Todos los países están formados por inmigrantes, al revisar la historia de cada nación hay una mezcla de culturas y resulta incoherente el crecimiento del racismo y la xenofobia, sobre todo en América Latina.
Rechazar a una persona por su cultura es una actitud infantil y poco humana.
La crisis económica, política y social en Venezuela ha sido uno de los factores que ha contribuido al éxodo masivo de venezolanos en el extranjero, situación que ha incomodado a los nacionales considerándonos generadores de caos y violencia. Si bien cierto que un grupo muy pequeño no está colaborando no debemos generalizar, la gran mayoría fue a sumar y a favorecer al desarrollo del país que lo ha acogido.
En las redes sociales, hay “expresiones de toxicidad” atacando a los venezolanos reproduciendo videos tontos sobre nuestro gentilicio, que lejos de ser una humillación nos hace más fuertes, demostrando que nuestra inteligencia, humor y madurez es superior para afrontar todo tipo de prejuicios y comportamientos de rechazo y violencia social.
Se entiende que nos hemos convertido en un problema para la región, pero lo que también deben reconocer es que aportamos conocimiento, trabajo y esfuerzo para esas naciones.
En Chile más de 2.000 médicos venezolanos están contribuyendo al sistema de salud chileno, que ha sufrido durante los últimos años un déficit de profesionales en el área.
Una proyección realizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), arrojó que los venezolanos aportaron con su trabajo a la evolución de la economía peruana en el año 2024, contrarrestando así el gasto estatal que su presencia supone.
Del mismo modo, la migración venezolana puede incrementar el PBI real a 2.5 puntos porcentuales para el 2030 en Perú, Colombia y Ecuador, según las estimaciones del FMI.
Hay cierto recelo porque nos consideran competencia. Se entiende que al ofrecer empleo a un venezolano se reducen las oportunidades internas y las condiciones laborales para los nacionales.
No somos malandros, no somos venecos, no somos escoria, no somos balseros del aire, somos gente trabajadora. Lastimosamente una piedra en el zapato para muchos.
Renunciemos al rechazo, al asco, a las agresiones físicas o verbales, con mensajes de odio e indiferencia hacia extranjeros o inmigrantes.
Desistamos del uso peyorativo que deshumaniza y genera distancia. Venezuela recibió durante muchos años gran cantidad de extranjeros, con la política de puertas abiertas y no etiquetamos ni maltratamos a nadie, al contrario hicimos de nuestro suelo su suelo y de nuestro idioma el suyo.
Dejemos la ignorancia y la sandez, recuerden que la inclusión y la diversidad de culturas nos hace mejores ciudadanos, nos permite valorar las diferencias individuales, superar las barreras estructurales y sistémicas y lograr así un crecimiento económico – social para todo el continente.
Ningún país ha crecido cerrando puertas, no generemos odio para aquellos que llegan a un país con las manos vacías.
La verdadera riqueza está en aceptarnos y apoyarnos porque nacemos en un país, pero no sabemos el día de mañana, donde terminaran nuestros días.
Reconozcamos lo bueno….