
Por Rafael Ramírez
22 junio, 2025
Como era previsible, los EEUU entraron en la guerra de Medio Oriente, pero ahora de manera directa, bombardeando Irán y sus instalaciones nucleares. Esto constituye, no sólo una violación más del Derecho Internacional y de su principio fundamental de respecto a la soberanía de los países, sino una escalada peligrosa en el “Armagedón” desatado por Israel en la región.
La Administracion Norteamericana entra al conflicto en apoyo a Israel, que, de frente a un adversario verdadero como Irán, encontró una importante resistencia y retaliaciones militares —por primera vez— en su propio territorio, en una respuesta a los bombardeos efectuados en contra de la nación persa el pasado 13 de junio.
No deja de sorprender cómo un gobierno extremista, fundamentalista y definitivamente agresor, como el de Netanyahu, puede llevar al mundo al borde de la catástrofe y arrastrar a los EEUU, a una acción militar directa en contra de todo aquello que Israel considera que debe arrasar de la faz de la tierra, mientras buena parte de Europa y la comunidad internacional, guarda silencio.
El conflicto en Medio Oriente tiene raíces profundas en elementos políticos, económicos, culturales e históricos, que no se pueden abordar —no es el propósito de este artículo— en unas pocas líneas. Pero lo que queda claro, es que la ocupación de Palestina y el expansionismo de Israel, a expensas del sufrimieno del pueblo palestino, ha sido un factor determinante, raíz, en el conflicto.
Esto ha sido y es así, no desde la aparición de Hamas (organización que fracturó el liderazgo Palestino y desplazó a la Organización para la Liberación de Palestina OLP de la Franja de Gaza), sino desde hace 77 años con el Nakba, con la expulsión del Pueblo Palestino de su propia tierra y las sucesivas guerras y ocupaciones de territorios árabes por parte de Israel desde 1947.
A partir de entonces, Israel ha sido un país “proxy” –término que ahora está de moda para llamar a los países o movimientos satélites– de los intereses norteamericanos, ingleses y franceses en el Medio Oriente, e instrumento de contención y posterior derrota del nacionalismo árabe, en una región, geopolíticamente sensible al extremo, debido a sus riquezas energéticas.
Para cumplir este papel, Israel ha contado —desde siempre— con un masivo apoyo militar-económico y político de EEUU y Europa, dotándolo de una capacidad militar, tecnológica y nuclear, incluyendo más de 90 ojivas nucleares, que crean un permanente desbalance militar y tensión en la región, más aún, cuando los sectores de extrema derecha que gobiernan en Tel-Aviv, han proclamado que tienen el derecho divino, bíblico, de ocupar los territorios árabes y llevar el “Armagedón” en contra de sus vecinos árabes, que representan “el mal”, si se oponen a ello.
El extremismo y la supremacía militar de Israel, sabotearon, y pretenden hacer inviable, la única solución política al conflicto de Palestina: el Acuerdo de Oslo I y II, donde se reconoce la existencia de dos Estados (Israel-Palestina) y el retiro de Israel de los territorios ocupados. Los artífices de estos acuerdos firmados en 1993 y 1995, Yasser Arafat, Jefe de la OLP, y Yitzhak Rabin, Primer Ministro Israelí, pagaron con su vida el intento, víctimas del Mossad y de extremistas de Israel (Rabin fue asesinado en noviembre de 1995 y Arafat en noviembre de 2004).
Desde entonces, miles y miles de palestinos han también pagado, sucesivamente, con sus vidas, la imposibilidad o negativa de llegar a una solución negociada al origen del Conflicto: la Cuestión Palestina.
Pero la intervención militar de Israel y los EEUU en Irán, colocan el conflicto en otro escenario, con otros actores, mucho más importantes que la poca o nula resistencia que puedan hacer los palestinos de Gaza frente a la superioridad militar de Israel.
En la Franja de Gaza, Israel, con toda la impunidad de la que goza, ha cometido un Genocidio, que ha costado la vida a mas de 55 mil palestinos, la inmensa mayoría de ellos, civiles, de los cuales, 20 mil han sido niños asesinados de manera sistemática por las bombas inteligentes de Israel, mas de 120 mil heridos, toda la Franja de Gaza arrasada, como Hiroshima o Nagasaki, en una limpieza étnica que pretende expulsar al pueblo palestino de sus últimas tierras para colonizarlas. La ONU informó que el 80% de los fallecimientos infantiles ocurridos en el mundo entre 2023 y 2024, ocurrieron en Gaza.
En el Genocidio en Gaza, Israel no solo ha matado deliveradamente a miles de civiles, mujeres y niños, sino que, ha violado todas las Convenciones Internacionales existentes, ha cometido todos los crímenes de guerra posibles: mata civiles, bombardea y destruye hospitales, colegios, refugios, mezquitas, pozos de agua, niega la entrada de alimentos, asesina a discreción a los miles de palestinos, mujeres, hombres y niños que van desesperados a buscar alimentos a los pocos sitios de distribución administrados por Israel-EEUU, donde son emboscados, en una especie de juego de la muerte. Han deshumanizado a los palestinos, al extremo de que todos los días mueren decenas bajo la acción militar de Israel, como si fuese algo “normal”.
Las redes sociales muestran a los soldados de Israel celebrando, bailando, burlándose de los muertos palestinos (incluyendo niños), de la tragedia que causan, tal como hacían las tropas nazis en la Unión Soviética arrasada; cometiendo los mismos abusos que los nazis en contra de ellos, durante la II Guerra Mundial.
Netanyahu y otros, hablan de una “superioridad moral” de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI), cuando realmente el ejército de Israel ha demostrado ser inmoral, genocida, asesino de niños.
La propaganda y el doble rasero de los líderes y políticos occidentales, no deja de asquear e indignar: todo lo que haga Israel se justifica, a la vez que criminalizan a los palestinos. A nadie le importan estos niños, miles de criaturas, asesinadas todos los días por Israel. Pareciera que, comparado con el terrible conflicto de Ucrania (donde las proporciones de bajas civiles son muy inferiores a Gaza), una cosa son las “bajas” europeas, que generan titulares, sanciones y amenazas militares, y otra, la de los niños palestinos, que no le importan a nadie.
Es una barbaridad lo que ocurre, un mundo cruel, donde se impone un supremacismo racial y religioso desde Israel, un genocidio que vemos todos los días por los medios de comunicación y redes sociales, y que a los gobiernos no les importa. Tristemente, las poderosas monarquías del Golfo Pérsico guardan silencio, permiten la masacre en Palestina, porque creen que, de esa manera, destruyen a Hamas y debilitan a Irán (su contendor histórico), sin entender que, en algún momento, más temprano que tarde, tener una superpotencia nuclear, expansionista y supremacista como Israel, de gendarme del Medio Oriente, también les afectará a ellos.
Pero mas allá del cálculo político egoísta o el interés geopolítico, nadie, y menos aún el mundo árabe, pueden guardar silencio frente al genocidio en Gaza.
El gobierno de Netanyahu y los sectores extremistas que lo soportan, han visto en la impunidad con la que han actuado en Gaza, Cisjordania y Líbano, junto al silencio de Europa y el caos en Washington, la oportunidad de escalar el conflicto y “saldar” cuentas con Irán. Pero Irán, para sorpresa y shock de Israel, ha respondido y aún puede hacerlo más contundentemente.
La excusa para la agresión a Irán ha sido el desarrollo de su programa nuclear, declarado como de uso pacífico por la nación persa. Obviamente, en la región existe aprehensión por el hecho de que Irán pueda desarrollar capacidades nucleares, así como es legítimo temer al hecho de que Israel ya las tenga. Es el tema del equilibrio militar y no proliferación nuclear y para ello, se supone, que existen las negociaciones diplomáticas.
Irán suscribió el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en el Medio Oriente, el cual Israel se ha negado a firmar durante todos estos años. Luego de las sanciones a Irán por su programa nuclear, de EEUU, Europa y el Consejo de Seguridad de la ONU, se llegó a un acuerdo en julio de 2015, lo que permitió levantar las sanciones en su contra, pero Israel se opuso a ello. Es por esto que ya en la primera administración de Trump, EEUU, de forma unilateral, desconoció el acuerdo firmado por la de Obama y reimpusieron las negociaciones en octubre de 2018. Luego, en esta oportunidad, en medio de los intentos de un segundo acuerdo nuclear entre EEUU e Irán, se produjo el bombardeo de Israel en contra de las instalaciones nucleares iraníes, lo que le volvió a dar una patada a la mesa de las negociaciones políticas. Evidentemente Israel, no quiere ningún acuerdo, por ello provocó la escalada militar.
EE.UU. se embarca en una guerra que puede llevar a Medio Oriente a otro conflicto de grandes proporciones (como el de Irak), con consecuencias devastadoras en toda la región. No es la primera vez que Irán enfrenta una agresión militar directa, recordemos la guerra Irak-Irán en los 80.
Irán es un país complejo, con un sentimiento nacional importante, más allá de sus diferencias, tiene conciencia de sus enemigos externos y posibilidades de desarrollo como un país petrolero, con capacidades tecnológicas y militares e importantes aliados. A pesar del embargo y sanciones en su contra, el país persa sigue siendo un gran productor de Petróleo, con una generación de 3,3 millones de barriles al día, donde su principal destino es China.
Hasta ahora, el conflicto no se ha sentido en el sector petrolero, los precios del petróleo escalaron solo un 7% en los días iniciales del conflicto, sin embargo, con la entrada directa de EEUU en la guerra, quedan abiertas todas las opciones.
Irán está rodeado de bases norteamericanas que están ubicadas en los países del Golfo Pérsico, por lo que pueden ser teatro de guerra. Irán domina el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del petróleo mundial, es decir, 20 millones de barriles de petróleo al día proveniente de los países del Golfo.
Está por verse cómo se desarrolla todo esto. Es lamentable lo que sucede y puede que seamos espectadores de una tragedia que siempre nos afectará. En estos conflictos, Palestina, Medio Oriente y Ucrania, las potencias y países agresores se han saltado tantos principios del Derecho Internacional que ahora el mundo es mucho más inseguro, la cuestión nuclear, la guerra atómica ya no es más una amenaza disuasiva, sino una posibilidad cierta de que ocurra, una posibilidad ofensiva, siempre poniendo al mundo al borde del abismo.
No hay una voz, una esperanza, ante tanta barbarie. El mundo está pasando momentos de oscuridad, nuestra América Latina no tiene fuerza, entre gobiernos autoritarios y miles de problemas económicos-sociales. Sin Chávez y Fidel, sin unidad latinoamericana, las voces de Lula, Petro, Boric y ahora, Scheinbaum, apenas se escuchan. Venezuela, no le importa a nadie; ni siquiera, como país petrolero. ¡Qué falta hace una alternativa al capitalismo y a la guerra!