
A 88 años de la muerte física de Antonio Gramsci, su legado está activo en el Sur
Global.
Hace tres días, el 24 de abril, Italia celebró el fin de la ocupación nazi-fascista en su
territorio. No quedaba muy claro quien lo celebró con honestidad y quien no. Pero si
nos queda claro quiénes tienen legitimidad moral y quiénes no para celebrarlo.
Mientras, jóvenes cantan la Bella Ciao creyendo que solo es el tema musical de una
popular serie de Netflix.
Un gigante
La indestructible constitución moral de Antonio Gramsci, en medio de la profunda
pobreza económica, de la Italia del sur en la que nació y creció, fue el denso sustrato
de su obra intelectual, y con la que se estrellaron y se estrellan hoy los representantes
conservadores de corte fascista. Se enfrentó al fascismo como marxista, como
intelectual orgánico, como parlamentario, como preso político. Lo entendió
profundamente también como proyecto cultural que logró organizar a la pequeña
burguesía y sustituir a la iglesia que dirigía los valores del campesinado de su época.
Sus inmensos aportes pusieron en relevancia el gran valor de la cultura como elemento
determinante para la liberación con profundas raíces en las relaciones económicas,
definió el concepto de hegemonía política. También su pensamiento nos sigue
demandando la mirada crítica y permanente de la relación entre pasado y presente,
entre lo que somos y lo que debemos ser, entre los distintos sectores de la clase
subalterna para la conformación del bloque histórico.
Junto a Gramsci, otros legados se unen para pensar desde lo descolonial y para la
luchar por la liberación de los pueblos. Fue en América Latina donde, por primera vez,
vieron luz en español y en portugués los Cuadernos de la Cárcel. La difusión de su
pensamiento se ha traducido también fuera del mundo académico, teniendo sus
conceptos un lugar preponderante en la praxis política latinoamericana, tanto en
proyectos radicales de transformación como en las críticas reflexivas ante situaciones
adversas. Hoy, el liberalismo más vulgar (llamado libertario), roba sus conceptos más
prístinos y maduros para intentar ganar una “batalla cultural”que sólo será ganada por
la conciencia activa y comprometida de los oprimidos (o el intelectual colectivo) y
nunca por las élites.
Gramsci está vivo en los pueblos de este proyecto inacabado que es América Latina y
el Caribe
Breve biografía
Nace en Cerdeña, Italia, 22 de enero de 1891 y muere en Roma 27 de abril de 1937. En
1911, gracias a una miserable beca, estudió gramática y filología en la Universidad de
Turín sorteando el hambre y el frío. Su actividad política se activa significativamente
con el trabajo periodístico en el semanario “El Grito del Pueblo” y en “Adelante”
(periódico de Partido Socialista Italiano). Desde Italia, vive el triunfo de la Revolución
Rusa. En 1918 crea el semanario El Nuevo Orden. Desde la praxis, se activó con los
Consejos de Fabrica en Turín, como el proyecto contrapuesto al parlamentarismo
burgués. Se une a las huelgas de 1920-21 y funda el Partido Comunista de Italia. En
1922 viaja la Moscú. En el año 1924 es electo diputado en el parlamento donde el 65%
era representado por los fascistas. Hay registros de su debate con Mussolini en la
Antología traducida por Manuel Sacristán. En 1926 se adentra en lo que llamó la Italia
meridional, describiendo y analizando la composición de clases. En el mismo año,
Mussolini suprime a los partidos de oposición, la libertad de prensa y la inmunidad
parlamentaria. Gramsci es apresado. Luego de una larga lucha, logra acceder a papel
y lápiz para escribir. Hoy tenemos los Cuadernos de la Cárcel (gracias a una mujer: su
cuñada Tatiana Schucht), obra en la que madura conceptos ya elaborados desde su
etapa de periodista. Su débil estructura física es abatida por la enfermedad de Pott,
pero nunca detiene su intensa actividad intelectual. En el año 1934 le otorgan la
libertad condicional y la plena en el año 37. El 27 de abril muere en el Hospital de Roma,
a las 16:10 horas. El Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista emitió un largo
comunicado, que apareció en l’Unità bajo el titular «¡Que el asesinato de Gramsci
encienda en el corazón de todos los italianos el fuego sagrado de la libertad!»