Echemos el miedo a la espalda
y salvemos a la patria.
Simón Bolívar
14/11/2025.- En su más reciente círculo de discusión, la asamblea sabatina del grupo Castillete, con sede en El Paraíso, asumió sin tapujos un tema que preocupa a muchos, pero que otros y otras prefieren concentrarse en el día a día, porque pensar en la guerra no es tema fácil de digerir.
Asumir ante la historia posturas revolucionarias, como la del gigante de la Abya Yala, el Libertador Simón Bolívar, no solo implica retar a la muerte; se trata de arriesgarlo todo, transitar el empedrado de las dificultades, como lo recoge magistralmente Luis Alberto Lamata en el largometraje Bolívar, el hombre de las dificultades.
Extensa es la lista de patriotas, de ayer y hoy, de los imprescindibles que se entregaron en vida y alma por la liberación de Venezuela y otras naciones hermanas, donde ha quedado retratado el talante bravío de nuestros indígenas, de los héroes independentistas y más tarde de quienes afrontaron con valentía al puntofijismo entre 1958 y 1998.
Nos saltaremos importantes contiendas de nuestra historia, como la Cosiata (1826), la guerra larga (1859-1863), la Revolución de las Reformas (1835), el mandato de Isaías Medina Angarita (1941-1945), el corto gobierno de Rómulo Gallegos (1948), la dictadura perezjimenista (1948-1958) y la gestión de la Junta de Gobierno que estuvo a cargo de Wolfgang Larrazábal (1958), para acercarnos a eventos más próximos, como aquellos en los cuales miles de militantes revolucionarios, sobre todo del Partido Comunista de Venezuela (PCV), del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y militares, que protagonizaron el Carupanazo y el Porteñazo en 1962.
Después de la caída de Marcos Pérez Jiménez, tras las jornadas insurgentes de la Junta Patriótica, que lideró el periodista revolucionario Fabricio Ojeda al lado del coronel Hugo Trejo, los partidos del Pacto de Puntofijo se hicieron del poder (1959) con el triunfo de Rómulo Betancourt, quien prontamente emprendió la represión contra los sectores revolucionarios que venían de conspirar, con AD y Copei, en contra de Pérez Jiménez.
Así quedaba al desnudo la traición de quienes habían prometido democracia y que luego se quitarían la mascarilla para convertirse en auténticos entreguistas al servicio de los intereses del imperialismo yanqui, que persiguió, entre tiros y peinilla, a quienes retomaban las calles para reclamar un auténtico poder popular.
Betancourt ordenó a los cuerpos represivos y a las bandas armadas, como la “Cobra negra”, que lideró el sindicalero Lucas Pérez, disparar primero y averiguar después, que, por supuesto, provocó la respuesta armada por parte de la izquierda desde la clandestinidad. Más tarde, en 1961, se produce la primera ruptura en AD, liderada por Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez Mérida, que se pliega rápidamente a la línea aprobada por el III Congreso del PCV, de tomar el camino de la vía armada para enfrentar la violencia puntofijista.
El contexto internacional mostraba un panorama convulso, marcado por el triunfo de la Revolución Cubana (1959) y la lucha antiimperialista del pueblo vietnamita, Laos y Camboya, mientras que en muchos países de la región, como Argentina (Los Montoneros), Uruguay (Tupamaros), Nicaragua (Frente Sandinista de Liberación Nacional), El Salvador (Frente Farabundo Martí), Colombia (FARC-EP), Puerto Rico (Macheteros), nacían unidades guerrilleras, y Venezuela no fue la excepción, con la aparición de las primeras mlicias, como el Triángulo Negro o la Direven, lo cual presionó a la dirección del PCV y MIR a impulsar con premura lo que más tarde tomara forma en las FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional) y el FLN (Frente de Liberación Nacional), como órgano político con representación del PCV, MIR, URD, VPN y hasta una fracción izquierdista que se desprendió de Copei.
La fiebre por la lucha guerrillera de copiar esquemas desvinculados de las realidades locales se manifestó negativamente cuando la mayoría de los frentes armados fracasaron, como el caso de Venezuela, donde, a partir de 1965, el VIII pleno del PCV lanzó la línea de Paz Democrática, que enseguida fue respondida por el Manifiesto de Iracara, que, desde el Frente Guerrillero José Leonardo Chirino (Falcón), apareció firmado por Listreo (Douglas Bravo). Así quedaba decretada una nueva división del PCV. Caso similar sucedió en el MIR, donde la fracción militar liderada por Julio Escalona, Marcos Gómez y Carlos Betancourt levantó tienda aparte con la Organización Revolucionaria (OR) y la Liga Socialista como fachada legal. Por su parte, Douglas Bravo, Fabricio Ojeda, Francisco Prada, Argimiro Gabaldón, entre otros comandantes, dieron vida al PRV y al FLN-FALN.
Pero, en la medida en que se desvanecía la acción armada, continuaba la fragmentación de las fuerzas de la izquierda: del MIR nace Bandera Roja, de la cual Puerta Aponte se separa con una fracción y Américo Martín crea la Nueva Alternativa, para unirse a la fuerza de la derecha.
El dólar como misil
La diatriba sabatina en Castillete comenzó a disiparse cuando el periodista y escritor Omar Barrientos jurungó el asunto del dólar, que afecta diariamente el bolsillo de venezolanas y venezolanos, y que muchos interpretan como una incapacidad del Banco Central para ponerle control a la locura del papel verde.
A partir de allí, la discusión de Castillete asumió el camino de analizar las diversas formas que ha asumido el imperialismo yanqui para debilitar la economía de sus patios traseros, como, por ejemplo, la ofensiva contra Cuba, tras la victoria de la Revolución sobre la dictadura batistera, que comenzó con bombardeos de las zonas agrícolas y la invasión de Bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961. Luego vino lo peor, como el inédito bloqueo económico que se mantiene hasta hoy, a pesar de la condena mundial que se expresa anualmente en las plenarias de Naciones Unidas.
Venezuela no ha sido la excepción, porque desde que el comandante Hugo Chávez tomó las riendas del poder y lanzó la Revolución Bolivariana, primero reventó el golpe de Estado de 2002 y luego el paro petrolero (2003); el asesinato del comandante Chávez (2013), el decreto Obama, que inició el bloqueo económico contra Venezuela (2015), las guarimbas (2017), el atentado contra el presidente Nicolás Maduro (agosto 2018), el intento golpista de 2019 (frente a La Carlota) y la Operación Gedeón de 2020, por varios puntos de las costas venezolanas.
Ante ese escenario, el aumento diario del dólar se ha constituido en un golpe fuerte para la economía del día al día, mientras que el pueblo se las ingenia para resistir el chaparrón, a la vez que el gobierno revolucionario pone todo el empeño en impulsar la economía del país, con el apoyo de la mayoría de la población, que, además, asume con fuerza el compromiso comunitario.
Por otro lado, la población venezolana ha respondido masivamente al llamado general del alistamiento militar, a través de la milicia, como respuesta a las amenazas de invasión militar contra Venezuela desde las aguas del Caribe por parte del gobierno trumpista, a lo cual se suma el rechazo por parte del pueblo estadounidense, que hace recordar los acontecimientos de los años 60 y 70, durante los cuales los estudiantes y los veteranos de guerra tomaron las calles de las principales ciudades estadounidenses, que lograron impactar mundialmente para que el presidente Richard Nixon desistiera de la idea de bombardear Hanoi, la capital vietnamita y reconociera la derrota definitiva de las fuerzas militares estadounidenses en toda Indochina.
Otra muestra importante que ha minado las bases del actual gobierno estadounidense es el triunfo del demócrata de origen musulmán, Zohran Mamdani, en los recientes comicios de medio término, como el de Nueva York, que es apenas un síntoma del impacto negativo que ha tenido la gestión republicana, a menos de un año del actual mandato trumpista, que contó con el apoyo de 26 multimillonarios.
El desgaste político acelerado de Trump, evidentemente, pronostica un futuro incierto para los Estados Unidos de hoy, que no puede esconder su profunda crisis interna, mientras el ámbito mundial nos retrata nuevas potencias prometedoras hacia un mundo mejor, como el caso de los países que se han sumado al temido grupo de los Brics, con naciones que han renunciado al dólar, lo cual abre nuevas puertas, muy diferentes a las de la Casa Blanca.

Ángel Bastidas G.